Principios
Organizadores:
Siglo XVIII -
Razón y reacción
La crisis
escéptica y la crisis moral
Aportes a la Psicología Científica
IV.A - SIGLO XVIII – RAZÓN Y REACCIÓN
Se conoce al siglo XVIII como la Edad de la Razón o el Siglo de las
Luces. Sus principales líderes fueron un conjunto de pensadores y escritores
cultos, reformistas y revolucionarios a los que podemos denominar adecuadamente
con el término francés philosophes (Gay, 1966).
El proyecto de estos
pensadores continuó, amplió y profundizó la tarea iniciada por Descartes y
Locke: el replanteamiento de las viejas preguntas a la luz de la ciencia de
Newton. Descartes y Locke habían demostrado que la filosofía y la ciencia
dependían de las actividades de la mente humana; los philosophes
llevaron el estudio de la naturaleza humana en direcciones que Descartes y
Locke tan sólo habían llegado a sugerir, iniciando nuevas áreas de estudio
relacionadas con la ética y la política.
Los philosophes intentaron
derrocar la autoridad de la religión y de la tradición. En realidad, pocos
fueron declaradamente ateos porque la mayoría creía en Dios como el Creador de
un mundo bueno y perfecto, en el que
todas las cosas estaban organizadamente dispuestas para contribuir a la
felicidad humana. Mostrarían su acuerdo con Platón al considerar que la
intuición, en algunas situaciones particulares, podía conducirnos a la verdad.
En resume: pretendían eliminar, a través de la ciencia newtoniana, la oscuridad
que habían traído la religión, la superstición y la tradición. Newton se
convirtió en el resplandor que iluminó el Siglo de las Luces. Los philosophes
se propusieron hacer, en el ámbito de lo humano, lo que Newton había
llevado a cabo en el mundo de las matemáticas, de la física y del universo.
Desafortunadamente, hacer borrón y
cuenta nueva con las antiguas creencias, para proponer ideas nuevas, es una
empresa llena de peligros y, quizás por eso, el Siglo de las Luces atravesó dos
profundas crisis. La primera fue la crisis escéptica como resultado directo de
la línea de argumentación epistemológica iniciada por Descartes que, en la
medida en que fue siendo desarrollada, fue dejando en claro que el conocimiento
era limitado y que la razón no siempre conducía a las verdades absolutas. La
segunda de las crisis fue de carácter moral y se desencadenó antes los
esfuerzos por situar la moralidad sobre una base científica, de la misma forma
que estaban
los objetos
físicos en el mundo natural.
IV.B - LA CRISIS ESCÉPTICA
Cuando los filósofos del siglo XVIII recurrieron a
la razón científica para comprender la mente humana, tropezaron de inmediato
con un viejo problema: ¿es posible justificar en su totalidad el conocimiento
humano haciéndolo depender tan sólo de la evidencia de los sentidos y la lógica
humana? Irónicamente, la revolución Científica había llevado a un aparente
triunfo de a razón, pero terminó por hacer dudar de las posibilidades del
conocimiento humano. Tras la estela dejada por Newton, surgieron filósofos de
orientación psicológica que se dedicaron a analizar la mente y la naturaleza
humana a la luz de la razón newtoniana, para concluir que la opinión humana era
susceptible de error y que podía ser puesta en duda incluso la propia
existencia del mundo físico. Estas fueron las conclusiones a las cuales
llegaron los filósofos británicos Berckley y Hume.
No debe sorprendernos que se les opusieran frontalmente algunos otros
filósofos que se rehusaban a renunciar a la posibilidad de garantizar el
conocimiento humano. Frente al escepticismo de Hume, los filósofos escoceses,
seguidores de Thomas Reid, reafirmaron su creencia en el sentido común para
abordar el conocimiento humano y en la fe religiosa para acercarse a Dios,
quien había creado al hombre. En Alemania, Immanuel Kant reaccionó ante el escepticismo
de Hume, adhiriéndose a la antigua afirmación según la cual la metafísica era
el verdadero fundamento de la ciencia, aunque tampoco llegara a contestar a la
más profunda cuestión de la existencia humana.
B.1 – BISHOP GEORGE BERKELEY – (1685 – 1753) - ¿Existe un mundo?
Antecedentes
personales - George Berkeley nació el 12 de Marzo 1685 en Dysert
Castle, Irlanda. Estudió en el Kilkeny College y en el Trinity College de
Dublín, obteniendo el título de Bachiller en Arte en 1700. En 1707 recibe las órdenes
sacerdotales anglicanas y publica su primer libro: La Aritmética Demostrada
sin Recurrir al Álgebra ni a la Geometría. En 1708 comienza a redactar sus Comentarios
Filosóficos, obra que constituirá el embrión de su filosofía. En 1709 el
escepticismo se convierte en su mayor preocupación y publica el Ensayo Sobre
una Nueva Teoría de la
Visión. Cuando en 1710 publica la primera parte del Tratado
sobre los Principios del Conocimiento Humano, la obra tiene tal mala
acogida que, dos años más tarde, decide escribir Tres Diálogos Entre Hilas y
Filonús, como obra aclaratoria de la anteriores. Entre 1713 y 1728 realiza
numerosos viajes por toda Europa y parte hacia el nuevo continente para
encabezar una empresa que propague la fe cristiana en las Bermudas. El plan no
se llega a realizar, por lo que regresa a Inglaterra en 1732. En 1734 escribe Alcifrón,
obra que resume su inmaterialismo y, dos años más tarde publica El Analista,
que trata sobre la naturaleza del pensamiento matemático.En 1735 es consagrado
obispo de Cloyne. Profundamente religioso, dedicó su obra a fundar la fe en el
discurso racional, a contracorriente del espíritu librepensador de su época,
que, con el auge del empirismo, había quedado marcada por un cierto
escepticismo. Falleció el 14 de Enero 1753 en Oxford, Inglaterra.
Aportes a la
psicología - El Berkley “filósofo” deseaba, al igual que Descartes y Locke,
dotar a la filosofía de una base nueva y segura, pero el Berckley “religioso”
temía que el materialismo newtoniano pusiera en peligro la fe en Dios.
Bertckley admiraba a Locke y creía que éste había elegido el camino correcto
hacia el conocimiento. No obstante, Berckley consideró que la teoría
desarrollada por Locke, según la cual el conocimiento consistía en una copia de
los objetos del mundo real, había abierto la puerta que conducía al
escepticismo. Un escéptico podría preguntarse cómo sabemos que las ideas,
supuestamente copias de los objetos, se parecen a los objetos originales.
Podría incluso ocurrir que el mundo real fuera completamente igual al mundo que
se nos presenta en la conciencia. Berckley dio un paso arriesgado al afirmar
que las ideas no eran, en ningún caso, copias; la realidad vendría determinada
por las ideas y no por los objetos del mundo - creía que la materia existe independientemente
de nuestras percepciones.
Para Berckley, las cosas existen
cuando pueden ser percibidas. “Existir es ser percibido” es el lema más
conocido de Berckley y, de esta forma, refutó a los escépticos con una frase
extremadamente simple. Así, para él, las ideas son todo lo que existe.
La pregunta sobre la correspondencia entre las ideas y los objetos
reales no aparece si tales objetos no existen, no abandonando su creencia
en un mundo físico. Intentó comprender los fundamentos psicológicos que se encuentran
más allá de la mente humana y que sostienen nuestra creencia en el mundo
físico, por el camino de la reflexión introspectiva, marcando la senda a la
posterior investigación científica.
En este sentido, es
especialmente significativo el análisis realizado por Berckley en torno a la percepción
en profundidad. Una base muy importante que fundamente nuestra creencia en
los objetos externos es que los percibimos en tres dimensiones, ya que
incluimos la dimensión de profundidad, es decir, la distancia a que se
encuentran de nosotros. Sin embargo, la imagen que se proyecta sobre la retina,
el objeto de la visión inmediata carece de profundidad, por lo que tiene sólo
dos dimensiones. A partir de aquí, surge el siguiente problema: ¿cómo se
produce la percepción en tres dimensiones cuando nuestra retina tan sólo capta
dos dimensiones? Berkley resolvería el problema postulando la existencia de
otras sensaciones que nos proporcionarían claves sobre la distancia a que se
encuentran los objetos de nosotros. Así, la percepción de profundidad sería
aprendida, afirmación que, más tarde, sería rechazada por I.Kant al
afirmar que es innata. Según
Berckley, todo lo que vemos en el mundo es un conjunto de “manchas coloreadas”
que se proyectan sobre la retina y que debemos “aprender” a ver. Esta
afirmación apoya en idealismo de Berckley, para quien el mundo sensorial que
experimentamos es tan sólo un conjunto de sensaciones. Creemos en la
permanencia de los objetos porque ciertos conjuntos de sensaciones se asocian
entre ellos en forma regular. De aquí la creencia que la materia sea tan sólo
una inferencia aprendida, ya que la materia como tal no se percibe
directamente.
La filosofía de la mente de Berckley
se convertiría en la base de, al menos, una importante psicología de la
conciencia: el Estructuralismo de E.B.Tichener. Berckley había mantenido que
nacemos percibiendo el mundo como un conjunto de sensaciones aisladas que se
proyectan sobre la pantalla bidimensional de la conciencia. Así, estableció el
elemento esencial del escepticismo porque demostró que la existencia de un
mundo físico de objetos permanentes, fuera de la conciencia, no puede ser
justificada racionalmente, sino que es una inferencia psicológica aprendida.
¿Cómo continuaría la filosofía, si
no existe ninguna certeza? El filósofo escocés David Hume parece haber
encontrado, en la propia naturaleza humana, una respuesta a éste
interrogante.
B.2 - DAVID HUME ( 1711 – 1776) – Conviviendo con el escepticismo
Antecedentes
Personales - David Hume nació en Edimburgo (Escocia) el 26 de abril de
1711. Aunque de familia acomodada, no lo era lo suficiente como para permitir a
Hume el poder dedicarse exclusivamente a la filosofía, por lo que su padre lo
orientó hacia la carrera de abogado, a la que llegó a dedicarse durante unos
meses en Bristol. No obstante, ya desde muy joven Hume manifestaba, según sus
palabras, "una aversión insuperable hacia todo lo que no fuera la
investigación filosófica y el saber en general", por lo que abandonó su
trabajo y viajó a Francia, donde permaneció entre los años 1734-1737, dispuesto
a dedicarse exclusivamente a la filosofía y a la literatura. De esos años data
la composición de su primera obra, "Tratado sobre la Naturaleza Humana",
redactada "durante mi retiro en Francia -primero en Reims, pero
principalmente en La Flèche,
Anjou", según nos cuenta en su autobiografía. Recordemos que fue
precisamente en La Flèche
donde había estudiado Descartes, lo que ha dado motivo a ciertas especulaciones
sobre la intencionalidad de este retiro en el mismo lugar por parte de Hume.
En 1737 regresa a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia, donde
vivirá unos años con su madre y hermano. En 1739 publicará los dos primeros
volúmenes del "Tratado", al que seguirá el tercero en 1740. El poco
éxito alcanzado significó un duro golpe para Hume, que llega a decir en su
autobiografía "jamás intento literario alguno fue más desgraciado que
mi Tratado de la
Naturaleza Humana".No obstante, el éxito obtenido
posteriormente, en 1742, por los "Ensayos", le hizo olvidar
por completo su fracaso anterior, estimulándole para volver a escribir. En 1745
optó a la cátedra de ética de la
Universidad de Edimburgo, plaza que no obtuvo probablemente
por su reputación de escéptico y ateo. Después de un año en Inglaterra, como
tutor privado del Marqués de Annandale, fue invitado por el general St. Clair a
una expedición que, inicialmente, era dirigida contra Canadá, acabó como una
pequeña incursión en la costa francesa. En 1749 regresa a Escocia, donde volverá
a pasar dos años con su hermano en su casa de campo, publicando algunas obras
más. En 1752 se instala en Edimburgo donde fue nombrado bibliotecario de la
facultad de Derecho, dedicando su actividad filosófica más bien a problemas
históricos, sociales y políticos, como pone de manifiesto las obras publicadas
a partir de entonces.
En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarle a
París como secretario de embajada. Rechazada la invitación en principio, Hume
la aceptó ante la insistencia del conde, dirigiéndose a París donde permanecerá
hasta 1766, participando en las actividades de los círculos ilustrados y
entablando amistad con algunos de los personajes destacados de la época, como
Rousseau. A su regreso a Londres fue nombrado "subsecretario de estado
para el departamento septentrional", que se ocupaba de los asuntos
diplomáticos con los países situados al norte de Francia, cargo que no estaba
remunerado y que desempeñó durante dos años, hasta 1769. Ese año regresará a
Edimburgo, continuando sus actividades de estudio e investigación. Allí morirá
el 25 de agosto de 1776, habiendo escrito previamente, el 18 de abril, una
breve autobiografía, conocedor ya de su pronta e inevitable muerte. Hume
representa una época cargada de crítica y pragmatismo que abrirá el periodo de la Ilustración.
Aportes a la
psicología – El intento de sustituir la metafísica por la psicología había
sido iniciado por Locke, y Hume culminó esta tarea de una forma absolutamente
newtoniana. Analizó la naturaleza humana a partir de la observación
introspectiva y del comportamiento de los demás. El propósito de Hume era
sustituir, en forma definitiva, a la metafísica por la psicología, la “ciencia
de la naturaleza humana”. Terminó demostrando que la razón por sí misma, la esencia
cartesiana de la mente humana, tenía poca capacidad para producir conocimiento
útil acerca del mundo.
Gran escéptico, Hume fue el filósofo
que demostró que no podemos llegar a conocer nada con certeza. Con su postura
filosófica, pretendía elaborar una filosofía práctica, que permitiera a los
hombres vivir sus vidas sin las “certezas” que tanto Platón como Aristóteles o
la religión habían pretendido imponerles. Esencialmente, la propuesta de Hume
consiste en rechazar la búsqueda filosófica de la “certeza absoluta”, por
considerarla imposible de encontrar, y proponer que la naturaleza humana en sí
misma se baste para construir una ciencia y una moral factibles.
Al igual que otros filósofos, Hume
partió de la investigación de la naturaleza humana, categorizando los
contenidos de la mente; a lo que Locke había llamado “ideas”, Hume llamó
“percepciones”. Las percepciones se dividen en dos tipos: impresiones e ideas.
Las impresiones son, en esencia, lo que denominamos sensaciones,
mientras que las ideas serían copias menos intensas de las impresiones.
De esta forma, podemos tener una impresión inmediata de, por ejemplo, un libro
que se encuentra frente a nosotros; la impresión del libro la podríamos
recordar posteriormente en forma de idea – una copia menos intensa de la
experiencia actual. Tanto las impresiones como las ideas
provienen o bien de las sensaciones que producen los objetos externos, o bien
de la reflexión que, para Hume, estaba relacionada con nuestras experiencias
emocionales.
Por otro lado, las pasiones
pueden ser de dos tipos: pasiones violentas, tales como el amor y el
odio y pasiones tranquilas, tales como los sentimientos estéticos y los
sentimientos morales. La figura a continuación resume las categorías propuestas
por Hume.
PERCEPCIONES
IMPRESIONES IDEAS
Impresiones
de sensaciones, Impresiones
de reflexión,
ncluyendo el placer y el dolor incluidas las pasiones y las
emociones
Violentas Tranquilas
Pasiones Sentimientos
Amor Morales y
estéticos
Odio Aprobación
y desaprobación
Clasificación
del contenido de la mente humana según David Hume (Leahey, 1998)
David Hume también distinguió entre
percepciones simples y complejas. Una impresión simple
corresponde a una sensación elemental e indivisible como, por ejemplo, la que
nos produciría la visión de un punto azul de tinta. Pero, la mayoría de las
percepciones son complejas, ya que nuestros sentidos están expuestos
normalmente a muchas sensaciones simples y en forma simultánea. Las ideas
simples son copias de las impresiones simples, mientras que las ideas complejas
son agregados de ideas simples. Según esta postura, las ideas complejas no
tendrían porqué corresponder con exactitud a una impresión compleja. Podemos
imaginar algo que nunca hayamos visto como, por ejemplo, un unicornio. Sin
embargo, las ideas complejas pueden ser descompuestas en ideas simples que son
copias de impresiones simples. La idea compleja de un unicornio combina la
impresión o idea de un caballo con la de un cuerno, objetos que sí hemos
experimentado anteriormente.
Vemos como Hume da prioridad a las
impresiones sobre las ideas y afirma que son las impresiones que nos mantienen
en contacto directo con la realidad a través de la percepción, pero las ideas
pueden ser falsas, correspondiendo a objetos que no existen (tales como el
unicornio). Para determinar la verdad hay que remontarse de las ideas a las
impresiones y eliminar cualquier idea que no corresponda a contenidos empíricos, como, por ejemplo,
ideas de la metafísica y de la teología. De esta forma, Hume defiende una
postura positivista según la cual, todas las ideas significativas, deben ser
reducidas a un elemento observable. La otra prioridad de Hume es a las
percepciones simples frente a las complejas. Todas las percepciones complejas
están construidas a partir de nuestra experiencia por percepciones simples que
pueden ser totalmente descompuestas en elementos simples. Hume fue un atomista
psicológico al defender que las ideas complejas se construyen a partir de
sensaciones simples (Leahey, 1986). Esta es la doctrina de la asociación de
ideas, una de las contribuciones más importantes de Hume a la futura
psicología científica, término que, inicialmente, había sido propuesto por
Locke, pero en forma limitada y como un obstáculo para el pensamiento. Hume
convirtió las asociaciones de ideas en el principio fundamental de su teoría.
Para él, la razón es de poca ayuda
para conocer la realidad y debe estar al servicio de la experiencia y del
instinto de generalización, que reflejan al mundo tal cual es. La moralidad es
un tema relacionado con los sentimientos; aprobamos o desaprobamos nuestras
acciones y las de los demás de acuerdo con la forma en que nos sentimos frente
a las mismas y la razón debe, por ello, estar al servicio de nuestros
sentimientos morales.
El escepticismo moderado de Hume
aceptaba y reconocía los limites de la razón humana, valoraba adecuadamente la
naturaleza animal y fue capaz de reconocer que las conclusiones generales
podían llegar a ser falsas. Este escepticismo es de carácter práctico, ya que
no pone en duda la sabiduría cumulada por la experiencia y, además, es útil, ya
que predica la tolerancia y nos proporciona una ciencia de la naturaleza humana
que puede convertirse en un fundamento adecuado para las demás ciencias. En la
obra de Hume podemos encontrar los primeros fundamentos de la psicología de
la adaptación: el conocimiento humano consiste tan sólo en hábitos,
ya sean mentales o comportamentales, como consideran los conductistas. Acentuó
la importancia del conocimiento práctico del mundo cotidiano, que nos permite
adaptarnos a nuestro ambiente, como harían posteriormente los psicólogos
británicos y los darwinistas norte americanos.
Para Hume, los sentimientos eran
parte constitutiva del hombre, una parte esencial de la naturaleza humana. Una
persona no es un alma puramente racional encerrada en un cuerpo material
dominado por las pasiones, por lo que también resalta la vertiente emocional, o
motivacional, del hombre, de la misma forma en que lo harán posteriormente
S.Freud y los conductistas. Aunque Hume tan sólo pretendía mostrarnos como se
puede vivir en un mundo en el que no existen verdades absolutas, sus críticos
lo consideraron como un autor peligroso por ser, según ellos, un defensor ateo
del escepticismo que destruía al conocimiento.
A continuación, algunas frases
célebres de la autoría de David Hume:
-
"La avaricia,
o el deseo de lucro, es una pasión universal que opera en todas las épocas, en
todos los lugares y sobre todas las personas"
-
"Toda cualidad
del espíritu que es útil o agradable a la propia persona o a otras, proporciona
un placer al espectador, suscita su estimación y es admitida bajo la honrosa
denominación de virtud o mérito"
-
"Nada resulta
más sorprendente para el que examina los asuntos humanos con mirada filosófica
que la facilidad con que la mayoría es gobernada por la minoría"
-
La razón es y debe
ser solamente la esclava de las pasiones"
B.3
- ESCUELA ESCOCESA – T. REID (1710-1803) - La reafirmación del sentido común
Antecedentes
personales – Nació en Strachan, en el año 1710 y murió en Glasgow, en 1796.
Educado en la universidad de Marischal, fue filósofo y pastor presbiteriano; la
lectura de Hume le inclinó hacia la filosofía. Fue profesor de moral en
Aberdeen (1752) y en Glasgow (1764-1780). Fue el defensor del «sentido común»
contra el escepticismo de Hume. Sus obras más destacadas son Investigaciones
sobre el Entendimiento Humano a la
Luz del Sentido Común, (1764), es Ensayos sobre los
Poderes de la Mente
Humana (1785). Reid es muy conocido por su epistemología
de la sensación; él cree que las sensaciones sirven para hacernos concientes de
los objetos verdaderos, sin la ayuda de la razón. Sus críticas a la opinión de
Locke y de Hume son muy conocidas. Sin embargo, Reid también escribió en una
variedad amplia de otros asuntos filosóficos, incluyendo la ética, la estética
y varios asuntos relacionados con la filosofía de la mente.
Fundador del movimiento conocido
como Escuela Escocesa, escribió: “Desprecio a la filosofía y renuncio a su
guía. Permitan que mi alma viva de acuerdo con mi sentido común” (cit.
Leahey, 1998).
Aportes a la
psicología – T.Reid consideró que la filosofía había comenzado a transitar
por malo camino a partir de los modelos de Descartes y Locke, según los cuales
la mente humana no conoce los objetos en sí mismos, sino que tan sólo entre en
contacto con sus copias o ideas, que se proyectan en la conciencia. T.Reid
creía que este había sido el primer paso para el escepticismo ya que, si la
mente humana funcionara según el modelo de Descartes y Locke, no existiría
ninguna forma de asegurarse de que las ideas fueran copias verdaderas de los
objetos, ya que nunca podríamos observar a los objetos reales para compararlos
con sus representaciones. Al eliminar la teoría de las copias, reactiva la
filosofía del sentido común, volviendo al punto de vista de Aristóteles: la
percepción capta al mundo real tal cual es.
T.Reid propone tres elementos en la
percepción:


Nuestros actos perceptivos entran en contacto directo con los
objetos y no sólo con las ideas representativas de los mismos. Conocemos el
mundo en forma directa e inmediata, en forma consistente con lo que cada uno de
nosotros creemos percibir. Este punto de vista es conocido como realismo
directo.
Al experimentar directamente los objetos
tal y como son, no es necesario proponer una especie de fuerza de gravedad de
la mente o de las sensaciones que mantenga cohesionadas las impresiones
complejas y las ideas. T.Reid reconoció que las impresiones complejas se podían
descomponer en impresiones simples, pero negó que el resultado fuera poder
reconocer o identificar el material bruto de la experiencia: las sensaciones
puras. Para él, el material bruto de la experiencia son los objetos en sí
mismos porque la experiencia se constituye con elementos simples.
Como buen
realista, Reid creía que la percepción es siempre significativa y que los
conceptos son símbolos mentales que corresponden a objetos reales. La
experiencia compleja no puede ser reducida a sensaciones atómicas sin que
pierda algo esencial: su significado.
Otro aspecto
central y significativo de la obra de T.Reid es su defensa del innatismo; para
Reid, estamos dotados por naturaleza de ciertas facultades innatas y de ciertos
principios mentales que nos permiten conocer con certeza el mundo que nos rodea
y que, igualmente, nos proporcionan acceso a las verdades esenciales. Así,
nuestra constitución innata permite que el conocimiento que tenemos del mundo
sea real y cierto. Como clérigo afirmó que estas facultades innatas eran dadas
al hombre por Dios, su Creador, principios que sería absolutamente válidos
porque Dios no se equivoca.
Uno de los
seguidores y discípulo de T. Reid, también miembro de la Escuela Escocesa,
fue Dugald Stewart (1753 – 1828) dio un importante paso hacia la futura
psicología científica; abandonó el término “sentido común” para utilizar
preferentemente el término “asociación”. Su trabajo más importante Filosofía
de la Mente Humana puede ser considerado como una obra
introductoria a la psicología, basada en la experiencia cotidiana en vez de una
experiencia de laboratorio. En la citada
obra, hay apartados dedicados al estudio de la atención, a la asociación
necesaria al aprendizaje, a la imaginación, a la motivación y hasta habla de la
interpretación de los sueños. Stewart, en cierta manera, siguió a su maestro
T.Reid en su intento por identificar las
facultades que componen la mente humana, asignando a cada una de ellas un papel
en la vida mental y en la adquisición del conocimiento. Intentó demostrar el
valor práctico del estudio de la psicología y el significado importante del
mismo para la vida cotidiana del hombre.
Los principios
de la Escuela
Escocesa se convirtieron en elementos influyentes,
fundamentalmente en los colleges de Estados Unidos, durante el siglo
XIX. Algunos de los fundadores de estas instituciones eran miembros de la Escuela Escocesa.
Los escritores posteriores, convirtieron a la filosofía escocesa en una
psicología práctica, atractiva y de fácil comprensión, dentro de los
fundamentos religiosos y consistente con ellos.
B.4 – IMMANUEL KANT (1724-1804)
– La reafirmación de la metafísica
Antecedentes
personales - Immanuel Kant nació el 22 de abril de 1724 en Königsberg,
ciudad de la Prusia
Oriental que en 1946 pasó a depender de Rusia con el nombre
de Kaliningrado. Después de estudiar durante siete años en una escuela local,
Kant empezó a estudiar teología en la universidad de Königsberg, pero pronto
abandonó esta disciplina en favor de la filosofía, las matemáticas y la física,
atraído de forma especial por la obra de Isaac Newton.
Para ganarse la vida, trabajó durante nueve años como preceptor de hijos de aristócratas y potentados en los alrededores de Königsberg. Al mismo tiempo, profundizaba en sus estudios de filosofía, consiguiendo el doctorado el año 1755. Con este título pudo ejercer como profesor no titular en la universidad, hasta que en 1770 fue nombrado profesor titular de la cátedra de lógica y metafísica, puesto que ocuparía hasta su muerte. Durante más de cuarenta años, Kant se dedicó por entero a la actividad docente, a la investigación filosófica y a la redacción de sus obras, que marcaron un hito muy importante en el desarrollo de la historia de la filosofía. Fue un profesor querido por sus alumnos, a los que sabía estimular en sus deseos de saber y conocer más. No sólo enseñó lógica y metafísica, sino también otras materias, como matemáticas, física, geografía, teología natural, ética y derecho.
Para ganarse la vida, trabajó durante nueve años como preceptor de hijos de aristócratas y potentados en los alrededores de Königsberg. Al mismo tiempo, profundizaba en sus estudios de filosofía, consiguiendo el doctorado el año 1755. Con este título pudo ejercer como profesor no titular en la universidad, hasta que en 1770 fue nombrado profesor titular de la cátedra de lógica y metafísica, puesto que ocuparía hasta su muerte. Durante más de cuarenta años, Kant se dedicó por entero a la actividad docente, a la investigación filosófica y a la redacción de sus obras, que marcaron un hito muy importante en el desarrollo de la historia de la filosofía. Fue un profesor querido por sus alumnos, a los que sabía estimular en sus deseos de saber y conocer más. No sólo enseñó lógica y metafísica, sino también otras materias, como matemáticas, física, geografía, teología natural, ética y derecho.
La vida de Kant, hombre sedentario y metódico,
estuvo marcada por una gran regularidad; fue la suya una existencia rutinaria,
libre de acontecimientos especiales, que transcurrió siempre en su ciudad natal,
sin viajar nunca a otros lugares o países. Desde muy joven, Kant se auto-impuso
un programa diario de actividades que cumplía con tal precisión y método que
los habitantes de Königsberg podían poner sus relojes en hora con solo fijarse
en las entradas y salidas de Kant.
La publicación de sus obras principales dio a Kant una gran celebridad, no sólo en Alemania, sino también en el resto de Europa, pero rechazó todas las ofertas que le llegaron para que fuera a dar cursos fuera de Königsberg. El 12 de febrero de 1804 falleció en su casa, rodeado de amigos y discípulos. La universidad y toda la ciudad de Königsberg le enterraron con honores propios de un príncipe.
La publicación de sus obras principales dio a Kant una gran celebridad, no sólo en Alemania, sino también en el resto de Europa, pero rechazó todas las ofertas que le llegaron para que fuera a dar cursos fuera de Königsberg. El 12 de febrero de 1804 falleció en su casa, rodeado de amigos y discípulos. La universidad y toda la ciudad de Königsberg le enterraron con honores propios de un príncipe.
El pensamiento de Kant
está expuesto en una serie de obras, entre las que destacan las siguientes:
ï Crítica de la razón pura (1781).
ï Idea de una historia universal en clave cosmopolita (1784).
ï Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785).
ï Crítica de la razón práctica (1788).
ï Crítica del juicio (1790).
ï La religión dentro de los límites de la mera razón (1793).
ï Sobre la paz perpetua. Un esbozo filosófico (1795).
ï La metafísica de las costumbres (1797).
Aportes a la
psicología - Con su teoría del conocimiento, Kant intentó superar la
oposición entre el racionalismo y el empirismo. Según él, el contenido o
inmaterial del conocimiento nos llega desde fuera a través de los sentidos,
pero el orden o forma de la experiencia procede de las estructuras propias de
nuestra mente. Del mismo modo, en el campo de la filosofía moral, Kant
distingue entre la materialidad de los hechos morales y la forma o el porqué de
nuestra actuación. Lo que cuenta moralmente no son los hechos en sí, sino el
motivo que nos lleva a actuar de una determinada manera, es decir, su
adecuación a los imperativos morales que nos impulsan a obrar por respeto al
deber.
El objetivo de la crítica es determinar los límites dentro de los cuales
la razón es capaz de instaurar un orden de certezas indudables; más allá de
éstos, la metafísica no puede engendrar sino conocimientos ilusorios: las ideas
de Dios, de la libertad, de la inmortalidad del alma. Lo cual no significa que
los contenidos de estas ideas no existan: Kant los rescatará como postulados de
la razón práctica, que no incrementan nuestro conocimiento de la realidad, pero
alimentan nuestra esperanza y fundamentan una moralidad que no esté condenada a
la desesperación de la pura inmanencia
En Fundamentos de la Metafísica de las
Costumbres, obra de carácter práctico moral, Kant estudia los principios de
la voluntad pura o libertad práctica como fundamento de la moralidad de
nuestras acciones. En
¿Qué es la Ilustración?
publicado el año 1784, Kant pretende definir lo que se entiende por
Ilustración, caracterizándola como un proceso en el que el ser humano va
adquiriendo cuotas cada vez más elevadas de libertad, lo que le permite salir
progresivamente de su minoría de edad e ir avanzando en la tarea de pensar por
sí mismo.
Kant afirmó que los argumentos escépticos de Hume lo despertaron de sus
sueños dogmáticos (Leahey, 1986). Hume deshizo el dogmatismo leibniziano con su
análisis psicológico del conocimiento humano. Consideró que las conclusiones de
Hume podían minar la certeza del conocimiento, además de amenazar los logros
por la física de Newton. Kant perseguía las verdades transcendentes, sin
contentarse con las verdades meramente útiles. Como resultado, intentó rescatar
la metafísica. No pudo aceptar el análisis psicológico de conocimiento de Hume,
ya que lo único que se puede extraer de sus argumentos es que poseemos la
tendencia a formar conclusiones generales que se basan en asociaciones. Kan
deseaba mostrar la validez del conocimiento humano, más allá de cualquier hecho
empírico relacionado con la formación de hábitos en el hombre.
Afirma Kant que de lo que
tenemos conocimiento es, en términos kantianos, de los fenómenos. Los
objetos sobre los cuales versa la ciencia, tales como los planetas, se
encuentran en la experiencia humana y la experiencia se organiza en virtud de
la naturaleza inherente de la percepción y del pensamiento humanos. El mundo,
tal y como lo experimentamos, está constituido de tal forma que cada hecho
tiene una causa, o sea, toda nuestra experiencia tiene una causa
y esta creencia en la causalidad no puede estar determinada por los hábitos.
Nuestra experiencia nunca podrá violar la causalidad ya que estamos
constituidos de tal forma que cada hecho que experimentamos tiene una causa.
Para Kant, detrás de todos los
fenómenos se encuentra lo que él denominó los noumenas o las cosas-en-sí. En el mundo nouménico
existen hechos sin causa. Por ejemplo, Kant pensaba que la libertad moral
humana pertenecía al reino nouménico Todo comportamiento humano tiene
una causa porque se apoya en los fenómenos; una persona puede ser nouménicamente
libre bajo el significado de la responsabilidad moral. Kant propuso una
sorprendente afirmación: son los objetos los que se adaptan a nuestro
entendimiento y no al revés. Por ejemplo: si alguien usara lentes de cristales
de color rojo, cada uno de los objetos de su entendimiento tendría ese color.
Esta persona creería que, suponiendo que usara los lentes toda su vida, todos
los objetos del mundo son rojos. Para Kant, algo parecido sucede con el
conocimiento humano: estamos dotados de ciertas cualidades perceptivas y de
pensamiento que se imponen sobre la experiencia, generando los objetos de que
se ocupa la ciencia. Para un empirista, la mente es pasiva al registrar las
cualidades de los objetos; para Kant, la mente estructura la experiencia de
forma activa y organizada, además de reconocible.
La filosofía de Kant influyó
directamente sobre el psicólogo Jean Piaget por la afirmación idealista
kantiana que el mundo de la experiencia se construye a partir de las categorías
transcendentales de la percepción. Piaget estudió el proceso mediante el cual
las categorías y la construcción del conocimiento sobre el mundo se desarrollan
a lo largo de la evolución del niño .
Kant mostró escaso interés por la
psicología; él creía que la psicología, definida como el estudio introspectivo
de la mente, no podría llegar a convertirse en ciencias, fundamentalmente por
dos razones: la primera porque pensaba que nunca podrían ser cuantificados los
aspectos de la conciencia como para que fuera posible elaborar ecuaciones newtonianas
sobre la mente. En segundo lugar, de acuerdo a la postura filosófica de Kant,
cualquier ciencia cuenta con dos partes: el aspecto empírico (que abarcaría la
observación y la experimentación) y el aspecto racional o metafísico (las bases
fisiológicas justificativas de la pretensión de tal ciencia empírica por
producir el conocimiento). La psicología, como ciencia, estaría afuera del
aspecto empírico porque el objeto de la psicología racional sería la “sustancia
pensante” o el alma, el “yo pienso” cartesiano, pero no “experimentamos” el
alma o lo que Kant denominaba el “yo trascendental”, de manera directa. No
tiene contenido, ya que es pensamiento puro y tan sólo tiene existencia nouménica
y no fenoménica. En otros términos, Kant afirmaba que no existía un poder
introspectivo en la reflexión, ya que el sujeto no puede observar su propio
pensamiento. Existe un ego empírico, compuesto por la suma total de nuestras
sensaciones o contenidos mentales, que sí podemos analizar por medio de la
introspección. Sin embargo, esta psicología empírica, a diferencia de la física
empírica, no podría llegar a ser una ciencia, al faltarle su contraparte
racional, por lo que Kant apenas se ocupó de ella.
Pero, Kant consideró la existencia
o, al menos, una disciplina relacionada con la humanidad: la antropología – es
estudio (logos) de los seres humanos (anthropos). En realidad, la
antropología propuesta por Kant no tiene similitud con la antropología moderna
(que propone el estudio transcultural de las sociedades humanas); la de Kant
propone el estudio de las facultades intelectuales del ser humano, de sus
hábitos, de sus apetitos y de su carácter. En su antropología, Kant distinguió
la antropología fisiológica, que estaría relacionada con el cuerpo y los
efectos que ejerce sobre la mente, y una antropología pragmática,
referida a las personas, como elementos moralmente libres y ciudadanos del
mundo. El objetivo de la antropología pragmática era mejorar el
comportamiento humano, por lo que no se basaba en la metafísica de la
experiencia sino en la metafísica de la moral. Debería ser interdisciplinaria,
acercarse a la Historia,
a las biografías o a la
Literatura, como disciplinas auxiliares de la antropología
pragmática en el estudio de la naturaleza humana.
De la introspección Kant opinaba que
era peligrosa y poco útil para la ciencia. Cuando aplicamos la introspección a
nuestra propia mente, estamos cambiando el estado original en el que se
encuentra, de tal forma de que lo que descubrimos puede ser poco natural y de
escaso interés para la ciencia. Kant llegó más lejos todavía al afirmar que la
reflexión excesiva sobre nuestra propia mente podría desembocar en la demencia.
De la misma forma, cuando observamos el comportamiento de los demás, se pierde
la naturalidad de la conducta si se dan cuenta que están siendo
observados.
La Antropología
de Kant es una obra muy rica en contenidos; trata de la diversidad de aspectos
que abarcan desde la demencia, a la que considera innata, hasta la naturaleza
de la mujer, que sería físicamente más débil que el hombre, pero más civilizada
y educada. En esta obra también enseña como preparar una cena para filósofos.
Kant analiza el tema de “las
ideas que tenemos sin ser conscientes de ellas”. Afirma que, si examinamos
nuestra conciencia nos podemos percatar de que en la misma existe una serie de
percepciones muy claras, mientras que otras son oscuras. Tal y
como lo expresa Kant, “nuestra mente sería como un inmenso mapa en el que
sólo existirían unos pocos lugares iluminados “ (Leahey, 1998). Las ideas oscuras
son las que no son claras y totalmente conscientes, las cuales podrían afectar
nuestra conducta en forma subliminal.
El verdadero significado de la
influencia kantiana sobre la psicología científica es un asunto controvertido.
Algunos filósofos-historiadores de la psicología afirman que la influencia de
Kant sobre nuestra ciencia fue un verdadero desastre debido a su énfasis sobre
la introspección y al dualismo radical sujeto-mundo que defendió (Wolman,
1968). Podemos replicar que, ante esta afirmación, Kant no “inventó” la
introspección e incluso alertó sobre los
peligros de la misma. Por otro lado, el dualismo sujeto-mundo ya existía y
formaba parte del pensamiento occidental al menos desde Platón. En definitiva,
lo que Kant pretendía era intentar reconciliar la naturaleza humana, incluyendo
el plan moral, y el concepto de libertad que requiere. La visión
mecánica de mundo newtoniana-cartesiana de la época parecía estar a punto de
hundir y enajenar a la humanidad.
IV. C - LA CRISIS MORAL
El filósofo Claude Helvetius
escribía en su obra Del Espíritu: “me parece que la ética se debería
de tratar de la misma forma en que se trata al resto de las ciencias y que se
debería desarrollar una ética experimental” (1758; cit por Hampson, 1982,
p.124). Este será el centro vital del proyecto de la Ilustración: encontrar
la forma ideal para la vida humana a través de la investigación científica y
lograr hacer real esa forma de vida aplicando la tecnología científica. Sin
embargo, el desarrollo de una ética experimental se convertiría en una empresa
más desalentadora y mucho más peligrosa que la construcción de la física
experimental. T. Hobbes se había acercado al estudio de la naturaleza humana
dotado de un espíritu científico y lo que encontró fue que los seres humanos
eran criaturas viciosas y peligrosas, siempre dispuestas a lanzarse sobre sus
semejantes si no fuera por la existencia de un severo control por parte de un
gobierno autoritario. Los pensadores franceses de la Ilustración asumieron
el proyecto desde una visión optimista, con la pretensión de mejorar la vida de
todos los seres humanos, utilizando los descubrimientos de la ciencia. A pesar
de este optimismo, su intento culminó con una revolución que, aparentemente, confirmaba
el pesimismo planteado por Hobbes.
De la misma forma que en que la
epistemología científica condujo a una crisis escéptica, la ética científica
condujo a una crisis moral. En Escocia, los filósofos del sentido común se
enfrentaron a la crisis moral por caminos que fueron especialmente importantes
para el pensamiento de América del Norte. Por otra parte, al mismo tiempo que
Helvetius escribía su obra Del Espíritu, comenzaba a surgir una reacción
contra la Ilustración.
C.1 - LA ÉTICA EXPERIMENTAL: El naturalismo francés
En Francia, el proyecto de la Ilustración se llevó a
cabo de forma más radical que en Gran Bretaña. Podemos identificar dos fuentes
principales para el naturalismo de los filósofos franceses: la psicología
empírica de J. Locke y la fisiología mecanicista de Descartes.
La psicología de Locke ( elaborada
sin apartarse de la luz guía newtoniana) se transformó en una manía en la Francia del siglo XVIII, a
par con la física de Newton. En cuanto a la filosofía de Descartes, su concepto
de hombre-máquina tuvo opositores y seguidores. Los opositores eran
fundamentalmente religiosos que consideraban las ideas materialistas de
Descartes peligrosas para la fe. Sus seguidores, en la Edad de la Razón, se multiplicaron,
convirtiéndose, además, en un grupo cada vez más abierto, que hacía oír su voz
a través de panfletos anónimos, por temor a las persecuciones religiosas, pero pronto se hicieron más
audaces.
La extensión más directa y completa
del animal-máquina al hombre, fue planteada por el filósofo médico Julien
Offray de La Mettrie
(1709-1751), cuya obra más conocida es El Hombre Máquina (1748). Es
importante señalar los elogios dados por La Mettrie al materialismo de Descartes por haber
sido el primero a tener el coraje de demostrar que los humanos somos puras
máquinas y que el alma no es más que una palabra vacía.

Aportes a la
psicología - Como médico, La
Mettrie defendía que tan sólo un facultativo puede tratar
científicamente a la naturaleza humana, ya que tan sólo los médicos conocen
adecuadamente el mecanismo corporal. Explicó, detalladamente, como diferentes
estados corporales pueden afectar el funcionamiento de la mente, como ocurre
con la fiebre, con algunas enfermedades y la fatiga. En contra de la
exclusividad cartesiana del lenguaje en el ser humano, La Mettrie sugirió que los
monos podrían transformarse en “pequeños caballeros” si se les enseñara el
lenguaje que utilizan los sordos para comunicarse. Niega que el lenguaje sea
innato, ya que pensaba que un simio podría adquirir una forma de comunicación
humana. Además, argumentaba que los animales comparten con los humanos algunos
sentimientos morales como, por ejemplo, la pena y el remordimiento, por lo que
la moralidad sería algo inherente al orden biológico natural. Queda la duda: ¿ La Mettrie rebajaba los
humanos al nivel de los animales, o quería elevar los animales al nivel de los
humanos? En cuanto al placer, La Mettrie lo interpretaba como encontrar el bien
en la naturaleza humana y afirmaba que el placer es la causa natural de
nuestra existencia porque la propia naturaleza nos impulsa a buscarlo – otro
concepto compartido con los animales.
La Mettrie adoptó una actitud
inflexiblemente científica y claramente anti-aristotélica al negar cualquier
acto divino de creación. Por ejemplo, los ojos de un ser vivo no habrían sido
creados por Dios para hacer posible visión, sino que habrían aparecido a lo
largo de la evolución porque la visión se habría convertido en algo
importante para la supervivencia biológica de los seres vivos. Al realizar esta
información, La Mettrie
estaba defendiendo la doctrina denominada transformismo, que se fue
convirtiendo en algo cada vez más popular a medida que avanzaba el siglo XVIII
y que marcó el inicio del pensamiento evolucionista. Según el transformismo,
el universo no sería creación de Dios, sino que habría emergido a partir de
la materia primordial como resultado de la acción de la ley natural, como
consecuencia natural de la forma como se encuentra organizada la naturaleza
física y biológica. Para fundamentar su argumento, otorga poderes especiales a
la materia viva, afirmando que el tejido biológico era capaz de
auto-regeneración y movimiento. Por ejemplo, citaba al corazón de la rana que
seguía latiendo fuera del cuerpo del animal muerto. A esta teoría se la
denominó teoría del vitalismo y, así, el hombre sería una máquina vital
y dinámica, un elemento integral de la naturaleza viviente de la cual hacia
parte. Al reconocernos como parte de la naturaleza, debemos cuidarla y
honrarla, en vez de destruirla (La Mettrie, 1748, p.148 cit. Leahey, 1998).
A continuación, dos afirmaciones de La Mettrie, extraídas de sus
obras:
Si todo
se explica por lo que la anatomía y la fisiología me descubren en la médula,
¡qué necesidad tengo de forjar un ser ideal!
La Mettrie: Tratado del Alma, cap. X
¡Qué fugaz es la vida! Las formas de los cuerpos brillan,
al igual que se cantan sonatas. El hombre y la rosa aparecen por la mañana y
por la noche se desvanecen. Todo se sucede, todo desaparece y nada perece.
La Mettrie: Sistema de
Epicuro (LI)
Etiene
Bonnot de Condillac
Antecedentes personales - El primero de los seguidores franceses
más relevantes de Locke fue Etienne Bonnot de Condillac (1715 – 1780). Nació en
Grenoble, estudió teología en Saint-Sulpice y en la Sorbonne, y fue ordenado
sacerdote en 1740. Sus teorías, englobadas bajo la denominación genérica de
sensacionalismo, influyeron en filósofos posteriores y cuya contribución a la
psicología ha sido considerada crucial. Fue un defensor de las ideas del
filósofo inglés John Locke, escribió muchas obras filosóficas, de las cuales la
más importante es el Tratado de las Sensaciones, (1754), destinado a mostrar
que las impresiones externas recibidas por los sentidos externos, tomadas en sí
mismas, pueden dar cuenta de todas las ideas y de todas las operaciones
mentales. Trató de esclarecer la teoría del conocimiento de Locke aceptando la
propuesta lockiana de la imposibilidad de las ideas innatas. En 1758 es enviado
a Parma por Luis XV, como preceptor de su sobrino Fernando de Borbón, hijo de
los duques de Parma, y allí permanece hasta 1767 y escribe Curso de Estudios
para la Educación
del Príncipe, en trece volúmenes. Falleció el 3 de agosto de 1780.
Aportes a la
psicología - Etienne de Condillac rechazó las posturas filosóficas sobre el
conocimiento humano de todos los filósofos, excepto de Lock, aun considerando
que la obra de Locke estaba “incompleta”
porque no había desarrollado suficientemente los conceptos empiristas
sobre la mente humana. A lo que Condillac se refería era reducir todo lo
relativo al conocimiento humano a un elemento simple: la sensación. A esto se dedicó Condillac: contemplar a la
mente humana desde una perspectiva puramente empirista, negando la existencia
de la reflexión e intentando explicar todas las facultades mentales a
partir de la sensación simple. Reduce la atención a la fuerza por la que
una sensación más intensa domina en la mente a otras sensaciones más débiles.
Redujo la razón al deseo o a la necesidad; si cada sensación nos produce placer
o dolor, nuestro pensamiento, constituido a partir de las sensaciones por medio
de la asociación, estará determinado por la calidad afectiva de las mismas y
estará gobernado por nuestras necesidades animales momentáneas. Por lo tanto,
en empirismo de Condillac recorta la autonomía de la razón que es previa e
independiente de la sensación
Condillac nos legó una alma humana
semejante a la que nos había legado Descartes, en la que el rasgo diferencial
es el pensamiento. Como era cristiano, dejó que fueran otros pensadores más
radicales los que despojaran a los seres humanos del alma, el fundamento de la
razón, otros autores que estaban más deseosos por abrazar el materialismo
planteado por La Mettrie
y por desarrollarlo hasta sus últimas consecuencias.
Claud Helvetius
Antecedentes personales. - Uno de esos pensadores radicales fue
Claude Helvetius (1715-1771); filosofo francés,
nacido en París, de familia distinguida, fue educado en el colegio de los
jesuitas «Louis-le-Grand» y llegó a recaudador general de impuestos. Parte de
su fortuna la dedicó a actuar de mecenas de filósofos ilustrados. Su primera
obra filosófica, Del Espíritu (1758) fue condenada por las
autoridades eclesiástica y civil. Tras un breve destierro en Prusia, se
reafirmó en sus ideas ilustradas con Sobre el Hombre, sus Facultades
Intelectuales y su Educación (1772. Su casa fue uno de los salones en donde
se reunían los philosophes. Influyó notablemente en los enciclopedistas, las
ideologías y en el utilitarismo inglés. Murió en Paris, en el año 1771.
Aportes a la
psicología - Claude Helvetius aceptó
tanto el empirismo de Condillac como una versión materialista de La Mettrie. Consecuente
con estas ideas, Helvetius planteó un ambientalismo absoluto en el que
los hombres nunca habrían poseído una alma divina ni una estructura biológica
compleja. El ser humano solamente poseería sentidos, una mente pasiva
capaz de recibir sensaciones y un cuerpo capacitado para llevar a cabo ciertas
acciones. La mente humana se iría configurando de forma pasiva a través de la
observación de los efectos producidos por las acciones del propio individuo,
así como de otras personas, y por la observación de la marcha del mundo. Para
Helvetius, en el momento del nacimiento, la mente del ser humano estaría vacía
y sería impotente; todo aquello en que se convierte una persona es fruto del entorno
(ambiente) en que se desarrolla. Una buena y adecuada educación podría
conducir a un mejor desarrollo individual. Al postular este principio,
Helvetius se estaba anticipando a los conductistas radicales, quienes
consideraban que el comportamiento humano es maleable.
Algunas frases de la autoría de Claude Helvetius:
-
Cada hombre sin pasiones no tiene dentro de
él ningún principio de la acción, ni del motivo a actuar.
-
Hay los hombres a que una disposición feliz,
un deseo fuerte de la gloria y la estima, inspiran con el mismo amor para la
justicia y la virtud que los hombres en general tienen para los honores.
Pero el número de estos hombres es tan pequeño que los menciono solamente en el
honor de la humanidad.
-
Limitar la prensa es insultar una nación;
prohibir la lectura de ciertos libros es declarar a los habitantes ser tontos o
esclavos.
-
La verdad es la antorcha que destella a
través de la niebla sin la disipación de ella.
La crisis moral de la época está
fundamentada en una pregunta: si tan sólo somos máquinas programadas para
buscar el placer y evitar el dolor ¿cuál será el fundamento del valor moral y
del significado de nuestras vidas? Los humanistas de la Ilustración asumieron
que el mundo había sido construido para los humanos por un creador benéfico,
que no tenía porqué ser necesariamente el Dios cristiano. La extensión de las
concepciones materialistas, deterministas y hedonistas a los seres humanos,
aunque fuera intelectualmente atractiva, era difícil de comprender desde un
punto de vista emocional. El dilema, en su totalidad, termina por referirse a
la cuestión de los sentimientos: los sentimientos de libertad y dignidad
frente al deseo natural por buscar el placer y evitar el dolor.
En este contexto aparece el Marqués
de Sade ( 1740-1814) que pregunta si la única meta en la vida que puede
encontrarse en el naturalismo es el placer, cada individuo debería buscarlo sin
sentirse inhibido por la moral o por las opiniones de la sociedad, puesto que
al hacerlo estaría cumpliendo la ley natural y el más fuerte debería triunfar
sobre el más débil (Historia de Julieta). La teoría evolucionista de
C.Darwin confirmó esta afirmación: en la naturaleza sobrevive el más apto.
Sade fue el precursor del nihilismo moral al que estudiaremos en Inglaterra en
la época victoriana y que planteará su problema más profundo al que fue su
terapeuta: S. Freud.
C.2
– SENTIDO MORAL EN LA
ESCUELA ESCOCESA
La visión apocalíptica de Hobbes y
la febril prosa de Sade parecen situar al ser humano en una problemática
ciénaga de violencia e inmoralidad de la que no se podría salir sin el poder de
un estado represor. Sin embargo, la Escuela Escocesa proponía al mundo intelectual
europeo otra visión del hombre. Aunque existía en crimen y la guerra, según los
filósofos de esta Escuela, los humanos nos relacionamos entre nosotros de
manera aceptable durante la mayor parte de nuestras vidas y, cuando no lo
hacemos, nos sentimos avergonzados y culpables. Podemos vivir en
sociedad, con espíritu de cooperación, sin la necesidad de un control represivo
por parte de un gobierno. Los escoceses argumentaran que la naturaleza humana,
aunque no esencialmente moral, tiende naturalmente a la moralidad. La
naturaleza está dotada de leyes naturales, de la misma forma que los humanos
estamos dotados de facultades naturales que nos permiten conocer esas leyes y
respetarlas moralmente, porque el comportamiento humano está ordenado y
gobernado por leyes morales que nos permite percatarnos inmediatamente del bien
y del mal en nuestro comportamiento.
La teoría escocesa del sentido moral
natural es importante para la futura psicología científica por tres razones
básicas: en primer lugar porque rechaza abiertamente las afirmaciones extremas
de Hobbes y de los naturalistas franceses en general. Para los escoceses, los
humanos tenderíamos naturalmente a ser sociables y a comportarnos adecuadamente
en sociedad, en vez de ser viciosos, egoístas y agresivos. Espontáneamente, y
sin necesidad de coacción, nos cuidamos unos a los otros e intentamos hacer lo que es correcto para
todos (el bien común). Los criminales felices de La Mettrie y los sádicos
de Sade no son más que excepciones dentro de la heterogeneidad social. En
segundo lugar, la posición de la Escuela Escocesa es importante porque tuvo que
ver con la fundación de la psicología científica, la ciencia de la naturaleza
humana, porque mostró que, más allá de los elementos impuestos por las normas
de un gobierno, existen otros principios que rigen el comportamiento humano,
principios que podemos aprender en sociedad y a utilizar en la interacción
social. Por último, la tercera razón básica, es que la Escuela Escocesa
ejerció una importante influencia sobre el pensamiento en los EEUU, país que se
convertiría en el centro de la psicología aplicada.
C. 3 - ILUSTRACIÓN
Y CONTRAILUSTRACIÓN EN ALEMANIA
La
Ilustración adoptó un giro diferente en Alemania, diferente a
Francia o a Inglaterra. Los pensadores alemanes fueron, por lo general,
filósofos académicos y no philosophes aficionados (Leahey, 1986). Se
puede afirmar que la
Ilustración alemana se inicia con el filósofo Christian
Thomasius (1655 – 1728) quien creía que la filosofía debería ser útil, rechazó
la metafísica en favor del empirismo, todas ideas ilustradas. Thomasius llevó a
cabo la primera investigación empírica en el terreno de la psicología
(McReynolds y Ludwig, 1977). Utilizó escalas de medición según cuatro
dimensiones para definir la personalidades individuales. Basó sus estudios en
los resultados obtenidos en entrevistas con los sujetos, utilizando información
relacionada con su desempeño profesional, su entorno familiar y sus hábitos
personales. Thomasius llegó incluso a recurrir a observadores múltiples para
efectuar las mediciones y corroborar así la fiabilidad de sus escalas. Este
interés por las diferencias individuales aparta a Thomasius de la tradición
platónica en la psicología alemana y, probablemente por eso, sus
investigaciones no fueron significativas para su época, la cual, aparentemente,
no estaba “madura” para aceptar la investigación empírica y científica en el
terreno de la psicología.
Más importancia para la psicología fue la postura
filosófica de Johann Nikolaus Tetens (1736-1807), el primer alemán que propuso
una psicología empírica sistemática. Tetens, como Hume, escribió un ensayo
sobre la naturaleza humana, aunque de enfoque diferente. Rechazó la concepción
empirista del sensacionismo de Condillac, según la cual la mente humana no es
más que un conjunto de sensaciones. Siguiendo una línea más racionalista,
Tetens sostenía que la mente humana es activa y autónoma, que unifica a las
sensaciones como resultado de su propia actividad y que no se limita a
registrar, en forma pasiva, las regularidades de la sensación. La mente humana,
para Tetens, no descansa satisfecha con las generalizaciones empíricas, sino
que busca activamente ideales estéticos y científicos. Por tanto, la psicología
no debería estudiar únicamente el contenido de la mente (a lo que se
circunscribiría un empirista), sino también las actividades energéticas que
unifican y procesan las sensaciones.
IV. D - LA CONTRAILUSTRACIÓN
Newton
había aplicado la razón, la lógica y la matemática a la naturaleza. Los
filósofos de la
Ilustración demostrando que la mente humana puede captar las leyes de la naturaleza y
someterlas a su voluntad; también consideraron que la razón newtoniana podía
ser aplicada a los asuntos humanos, es decir, a la psicología, a la ética y a
la política. En el esquema newtoniano, defendido por los filósofos, la razón
científica desterraría a la superstición, a la revelación religiosa y a la
tradición histórica, estableciendo en su lugar las leyes de la conducta humana
que, utilizadas de forma adecuada por los déspotas ilustrados, podían conducir
a la sociedad perfecta.
El
imperialismo de la razón y de la ciencia, defendido por los filósofos
ilustrados, favoreció una reacción por parte de algunos pensadores que lo
encontraban terriblemente inhumano. El gran terremoto de Lisboa de 1748 cobró
miles de vidas y mostró que el universo de Newton parecía ser una máquina
indiferente e insensible a la vida humana. Propusieron la autonomía de la cultura
para contrarrestar la de la razón y la ciencia, y defendieron los
sentimientos humanos por encima de la razón. Así nace la contrailustración.
Una de
las corrientes de la
Contrailustración se inició con este oscuro filósofo italiano
que ya tenía sus ideas gestadas incluso antes del comienzo de la propia
Ilustración.
Antecedentes
personales - Giovanni Battista Vico nació el 23 de junio de 1688 en
Nápoles, Italia; hijo de un librero y de la hija de un fabricante de carros,
recibió su enseñanza convencional en las escuelas locales. Se graduó en la Universidad de
Nápoles, en 1694, como doctor de la ley civil y de Canon. Salió de Nápoles en
1696 para Vitolla donde permaneció por nueve años como profesor particular de
los hijos de personalidades políticas importantes. Vico volvió a Roma en 1705 y
cuatro años más tarde se casó con Teresa Caterina Destito, con quien tuvo ocho
hijos, tres de los cuales murieron muy pequeños. A excepción de su hijo más
joven, Gennaro, sus otros cuatro hijos fueron una fuente de gran decepción para
él. Vico vivió en gran pobreza y sufrió graves problemas de salud, no logrando
cumplir su gran sueño: ocupar la silla de profesor de jurisprudencia en la Universidad de
Nápoles. Vico murió en Nápoles el 23 de enero de 1744.
Aportes a la
psicología - Vico inició una tradición filosófica que respeta las
instituciones clásicas del platonismo y del cristianismo, según las cuales los
seres humanos son radicalmente diferentes al resto de los animales, aunque no
postuló la existencia de un alma inmaterial. Por el contrario, sus seguidores
mantuvieron que lo que hace diferente al ser humano es la cultura y que,
por tanto, no podría existir una ciencia similar a la de Newton referida a la
mente o al comportamiento humano.
Comienza su filosofía con la
asombrosa afirmación de que el conocimiento de la naturaleza es un conocimiento
inferior, cuando comparado con el conocimiento de la historia y de la sociedad.
El criterio empleado por Vico está tomado de los Escolásticos de la Edad Media, quienes
mantenían que sólo podemos conocer una
cosa si la hemos visto o hecho (Leahey, 1986). En el caso de la naturaleza,
solamente Dios la puede conocer, puesto que Él la ha construido. Para los
humanos, la naturaleza es algo que se nos presenta ya dado, como hecho natural,
algo que tan sólo podemos observar desde el exterior y nunca desde su
interioridad. Las personas, no obstante, construyen sus sociedades en el
proceso histórico de la creación, por lo que podemos contemplar nuestras
propias vidas desde adentro y podemos
entender comprensivamente, las vidas de los hombres y las mujeres
pertenecientes a otras culturas y a otros momentos históricos.
Así, para Vico, la historia es la
ciencia por excelencia, como proceso de autocreación humana, porque los seres
humanos se hacen a sí mismos a través de su historia, tanto personal como
social. Las culturas deben ser respetadas como productos de la creación humana;
entender los mitos y el lenguaje de otros tiempos u otros lugares, es entender
de qué forma pensaban y sentían los seres humanos en ese momento y en ese
lugar.
Vico estableció la diferencia entre
ciencia natural y ciencia humana. La primera es de cuño
newtoniano, construida a partir de la observación externa de la naturaleza, que
persigue la regularidad de los fenómenos para construir leyes científicas. La
segunda ciencia estudia la historia y la sociedad, que no son más que
creaciones del hombre; su método no es la observación externa, sino el
entendimiento comprensivo subjetivo. Los hombres observan la naturaleza, pero
crean la sociedad, el arte y su propia historia. Es evidente que la psicología,
en este punto, se encuentra ahora en una posición intermedia entre las dos ciencias.
Por un lado, somos parte de la naturaleza y, por tanto, somos objetos de la
ciencia natural. Pero, los humanos vivimos insertos en una cultura y somos
también objetos de estudio para las ciencias humanas. Vico negó que hubiera una
naturaleza humana universal y
trascendental; cada sociedad y período histórico han de ser comprendidos en sus
propios términos, y no ser menospreciados como “bárbaros” o “supersticiosos”.
Toda historia se caracteriza por su perfil único, que condiciona y caracteriza
las actividades de sus participantes.
Su especial respeto por la
comprensión histórica iba en contramano de la orientación intelectual de su
época, por lo que su obra fue poco conocida y durante mucho tiempo no
transcendió las fronteras de su país natal. Sin embargo, sus ideas
reaparecieron en la obra de otro filósofo- Johann Gottfried Herder.
D.2 – JOHANN GOTTFRIED HERDER ( 1744-1803)-Un mundo creado por nosotros mismos
Antecedentes
personales - Nació en Mohrungen, hoy Morag, actual Polonia, el 25 de agosto
de 1744. Filósofo y escritor alemán. Nacido en el seno de una familia humilde;
en 1762 inició estudios de filosofía, teología y literatura en Königsberg,
donde siguió los cursos impartidos por Immanuel Kant, de quien fue discípulo, y
trabó amistad con J. G. Hamann, destacado crítico de la Ilustración. Ordenado
pastor protestante en 1764, se trasladó a Riga para enseñar en la escuela
catedralicia. Allí escribió, inspirado por Lessing y por Hamann, los Fragmentos
sobre una nueva literatura alemana (1767), donde rechazaba la imitación de los
clásicos y defendía una poesía nutrida de vigor popular. En 1769 realizó un
viaje a Francia, donde entró en contacto con Diderot, D'Alembert y los
enciclopedistas, estudió las obras de Rousseau y publicó, desarrollando los
principios expuestos en los Fragmentos, sus críticas (1769). Esta obra
se considera un antecedente directo de un movimiento literario que anticipaba
el romanticismo al reclamar una concepción nacional para el arte y reivindicar
la exaltación del individualismo y los sentimientos como fuente de inspiración.
En 1770 se trasladó a Hamburgo, donde encontró a Caroline Flachsland, con quien
se casaría tres años después. En 1771 viajó a Estrasburgo, donde permaneció
unos meses recuperándose de una dolencia que le afectaba a los ojos. En esta
ciudad conoció al joven Goethe, en quien ejercería una notable influencia y, a
través de él, en toda la literatura alemana. En 1771 se trasladó a Bückeburg en
calidad de consejero consistorial; de esta época data su Ensayo sobre el
origen del lenguaje (1772), donde subraya su carácter natural y evolutivo, y su
papel preponderante en cualquier proceso cognoscitivo. Entre 1778 y 1779
escribió Las Voces de los Pueblos en Cantos, donde agrupaba los grandes
poemas antiguos Esta colección de cantos populares, que contenía poemas que no
se ajustaban estrictamente al dogma del arte popular, indica una influencia
clásica sobre Herder, quien, gracias a la intervención de Goethe, en 1776 había
sido nombrado superintendente, predicador de la corte y miembro del consistorio
de Weimar, centro del clasicismo alemán y ciudad en la que, salvo una estancia
en Italia entre 1778 y 1779, permanecería hasta su muerte. Además de su
doctrina del lenguaje, Herder elaboró una vasta filosofía de la historia en Otra
Filosofía de la Historia
de la Humanidad
(1774). En ella invertía hasta cierto punto los lugares comunes de la historia
según la Ilustración:
el Renacimiento no habría sido una renovada «iluminación» de la humanidad, tras
los siglos de «oscuridad» de la
Edad Media, sino que reivindica el sentido fundador y la
prioridad moral de ésta frente al racionalismo «vacío» ilustrado. Perfecta
exposición de la nueva filosofía de la historia romántica, el texto revela una
clara nostalgia respecto a unos tiempos «patriarcales», anteriores al mundo
griego, en los que el hombre se hallaría en una relación privilegiada con la
divinidad, no contaminada por la reflexión. En Ideas Sobre la Filosofía de la Historia de la Humanidad
(1784-1791), que dejó inacabada, intentó revelar la estrecha relación entre la
naturaleza y la evolución cultural de la raza humana. Herder constituye uno de
los pilares del Movimiento Romántico, que le debe algunos de sus conceptos
fundamentales, como el de Volksgeist (carácter nacional), motor y sentido
profundo de la historia y de las expresiones artísticas y culturales de los
pueblos. Herder falleció en Weimar, actual Alemania, el 18 de diciembre de
1803.
Aportes a la
psicología – De arrolladora influencia resultó la obra de Herder, también
fundamentada en la historia de los pueblos y contra la aplicación del espíritu
geométrico a las ciencias humanas. Las concepciones filosóficas de Herder no se
apartan de la línea de pensamiento de G. Vico; también él opina que vivimos en
un mundo construido por nosotros mismos y subraya la absoluta singularidad de
cada cultura viviente o histórica. Debemos esforzarnos por realizarnos a
nosotros mismos y a nuestra propia cultura, sin seguir servilmente a los
estilos clásicos y las actitudes de épocas pasadas o de otras culturas. Herder
resulta actual en su convicción de que cada persona debe intentar realizar sus
potencialidades en cuanto persona total. Se opuso a la psicología de las
facultades, por considerar que los principios de la misma fragmentaban a la
personalidad humana. Defendió la unidad orgánica y espiritual del ser humano;
consideraba que la Edad
de la Razón
implicaba una cierta decadencia para la condición humana porque era artificial,
imitaba a los griegos y a los romanos, se basaba demasiado en la razón y
carecía del elemento espiritual que caracteriza la condición humana.
La principal critica de Herder a los
philosophes era la tendencia de estos a caricaturizar el pasado y a creer que su propia época
constituía un modelo universalmente válido para la humanidad. En Alemania, la
obra de Herder fue apreciada y resultó muy atractiva. De forma más genérica,
Herder abrió camino al Romanticismo y ayudó a sentar las bases del
mismo. Para muchos autores, la obra de Herder y su postura filosófica terminó
con la regla de la razón abstracta e inauguró la postura del desarrollo
orgánico guiado por la energía de los sentimientos y de las emociones,
fundamentos del nuevo Romanticismo.
D. 3 – JEAN-JACQUES ROUSSEAU (1712 – 1778) –Naturaleza versus Civilización
Situar a J.J Rousseau fuera de la Ilustración puede
parecer equivocado, atendiendo a que, con Voltaire, es considerado por la
opinión común como uno de los pensadores prototipo de los philosophes.
Sin embargo, en aspectos significativos, Rousseau se tornó célebre por su
oposición a los principios de la
Ilustración y su rebeldía contra la Edad de la Razón, negando que la
humanidad se hubiera beneficiado con los avances científicos y tecnológicos de
la época. De Herder, rechazó la importancia exagerada a la historia, pero lo
seguía al afirmar que el mecanicismo por su incapacidad para explicar el libre
albedrío humano. También Rousseau consideraba que el lenguaje es lo que
singulariza al hombre en el mundo, contrariando la postura filosófica de La Mettrie.. Conozcamos
quien fue Rousseau.
Antecedentes
personales - Nació en Ginebra,
Suiza, 1712. Filósofo suizo, huérfano de madre desde temprana edad, fue criado
por su tía materna y por su padre, un modesto relojero. Sin apenas haber
recibido educación, trabajó como aprendiz con un notario y con un grabador,
quien lo sometió a un trato tan brutal que acabó por abandonar Ginebra en 1728.
Fue entonces acogido bajo la protección de la baronesa de Warens, quien le
convenció de que se convirtiese al catolicismo (su familia era calvinista). Se
instaló en la residencia de ésta en Chambéry e inició un período intenso de
estudio autodidacto. En 1742 puso fin a una etapa que más tarde evocó como la
única feliz de su vida y partió hacia París. Pasó un año (1743-1744) como
secretario del embajador francés en Venecia, pero un enfrentamiento con éste
determinó su regreso a París, donde inició una relación con Thérèse Levasseur,
con quien acabó por casarse civilmente en 1768 y tuvo cinco hijos. En 1754
visitó de nuevo Ginebra y retornó al protestantismo para readquirir sus
derechos como ciudadano ginebrino. Apareció entonces su Discurso sobre
el origen de la desigualdad entre los hombres, escrito también para el concurso
convocado en 1755 por la
Academia de Dijon. Rousseau se enfrenta a la concepción
ilustrada del progreso, considerando que los hombres en estado natural son por
definición inocentes y felices, y que son la cultura y la civilización las que
imponen la desigualdad entre ellos, en especial a partir del establecimiento de
la propiedad, y con ello les acarrea la infelicidad. En 1756 se instaló en la
residencia de su amiga Madame d’Épinay en Montmorency, donde redactó algunas de
sus obras más importantes. Una de ellas es Emilio (1762), una novela
pedagógica, cuya parte religiosa le valió la condena inmediata por parte de las
autoridades parisinas y su huida a Neuchâtel, donde surgieron de nuevo
conflictos con las autoridades locales, de modo que en 1766, aceptó la
invitación de David Hume para refugiarse en Inglaterra, aunque al año siguiente
regresó al continente A partir de entonces cambió sin cesar de residencia,
acosado por una manía persecutoria que lo llevó finalmente de regreso a París
en 1770, donde transcurrieron los últimos años de su vida, en los que redactó
sus escritos autobiográficos. Murió en Ermenonville, Francia, en el año 1778
Aportes a la
psicología - Los aportes más significativos de Rousseau a la psicología, se
dirigen hacía la rama de la psicología educacional. En su obra Emilio
expone un modelo de educación ideal y en el cual afirma que al alumno se le
debe permitir expresar sus talentos naturales (innatos) en vez de “encuadrarlo”
en un modelo directivo, con destrezas básicas, donde la creatividad individual
no tiene lugar. Para Rousseau, el objetivo de la educación es permitir cultivar
los talentos naturales del alumno, sin imponer puntos de vista, en plena
libertad pero dentro de un esterito control disciplinario. En su opinión, el
alumno “no aprende” lo que no quiere o no siente utilidad en aprender. Rousseau
afirmaba que un estado corrupto de la civilización puede ser anulado por una
educación abierta y adecuada, que perfeccione las potencialidades y los valores
de la persona; creía que la educación podía contribuir a la autorrealización
del hombre, en dirección al bien común, o sea, creía que se podía reformar a la
sociedad por la vía de la educación.
“ Los primeros impulsos del corazón son siempre los acertados”,
afirmaba Rousseau, sentimientos que recuerdan a Herder y que son básicos en el Romanticismo.
IV . E - EL MALESTAR DE LA RAZÓN
El tema principal del periodo comprendido entre los
años 1600 y 1800 fue el triunfo de la ciencia, en particular de la ciencia
newtoniana, frente a la vieja visión medieval del mundo de orientación teológica.
En el siglo XVII, Galileo, Kepler, Descartes y Newton demostraron el poder de
una nueva forma de entender la naturaleza. Esta nueva visión científica
sustituyó la idea del significado universal de la naturaleza por la idea de un
orden matemático universal. La naturaleza había sido un libro abierto de signos
reveladores del mundo visible. Ahora pasa a convertirse en una máquina
indiferente e insensible a la humanidad, que solamente puede ser conocida en
forma limitada gracias a las matemáticas.
La naturaleza perdió su sentido, pero la humanidad ganó poder sobre
ellas por la vía de las precisiones y predicciones matemáticas. El punto de
vista científico fue algo radicalmente nuevo en la historia humana. Hasta
entonces, los pensadores se habían limitado a especular sobre la naturaleza de
la realidad y pobres en detalles; la ciencia newtoniana reemplazó las vastas
especulaciones sobre el orden cósmico por el análisis detallado de casos
concretos. Desde Newton que la ciencia creció en importancia y de forma tal
que, para algunos, suplantó totalmente a la religión y a la fe en la imagen de
mundo.
Apenas propuso Newton la nueva ciencia anti-metafísica de la Física y la Matemática, los
filósofos empezaron a antever la posibilidad de generalizarla a la naturaleza
humana. La empresa la inició Locke y ocupó casi la totalidad del pensamiento
del siglo XVIII. La tónica la marcó Hume con la aspiración de una ciencia de la
naturaleza humana que fuera tan fundamental para la ciencia como, en otros
tiempos, se pensó que lo era la metafísica. Pese a todo, el siglo XVIII
progresó sustancialmente hacia la creación de una ciencia de naturaleza
humana.
No cabe duda de que la
Ilustración señala, en forma definitiva, el comienzo de los
tiempos modernos. Les philosophes se debatieron con el problema de
entender la naturaleza humana, al margen de Dios y de la fe. Estaban de acuerdo
en que el hombre era perfectible, pero disentían en lo referente a qué hombre
se oculta bajo el barniz social. Sus esperanzas optimistas parecían corroboradas
por la
Revolución Norteamericana que, a sus ojos, ponía en marcha la
nueva concepción del mundo en el Nuevo Mundo. Así, la Revolución Francesa
fue, inicialmente, saludada y recibida como un triunfo de la razón sobre la
opresión social. Pero, este triunfo pronto se agrió. El ejemplo puede ser dado
en la figura de Robespierre, paladín de la democracia y enemigo de la pena capital, que terminó por
ser un tirano al mandar ejecutar a una señorita y a toda su familia por
sospecha de tramar su asesinato (Navarro, 1989). El mundo moderno fue testigo
del despotismo en nombre de la libertad y del crimen en nombre de la Ilustración. La
violencia social en el Reino del Terror, en Francia, pareció demostrar
que las ideas de Sade eran acertadas. La razón, en la Revolución, perdió la
batalla frente a la violencia social.
IV. F – EL ASOCIACIONISMO: DAVID HARTLEY Y THOMAS BROWN
El concepto de asociación de ideas no es una innovación del siglo XVIII. Lo hemos encontrado en Platón y Aristóteles y, más tarde, en Locke. Lo que sí fue una novedad para este siglo XVIII es el uso extensivo que se hizo del concepto. Hume consideraba este empleo generalizado de la asociación como su aportación más destacada, al paso que pensadores tan diversos como Spinoza, Reid y Kant reconocieron en la asociación una fuerza del pensamiento humano. Con todo, en manos de los grandes filósofos, recibió un tratamiento filosófico, bien en cuanto clave del conocimiento humano, bien como un ejemplo de conocimiento defectuoso.
En cuanto
a programa psicológico diferenciado, el asociacionismo fue fundado por el
médico británico David Hartley (1705-1757). Conozcamos quien fue Hartley:
filósofo británico, nacido en Armley (ahora parte de Leeds), Yorkshire, en 1705
y educado en el Jesus College, Universidad de Cambridge. Hartley estudió
primero para la carrera eclesial, pero, al disentir de algunos puntos del credo
oficial de la Iglesia
de Inglaterra, siguió estudios de medicina. Ejerció como médico en Newark,
Bury, Saint Edmunds, Londres y Bath, lugar donde murió en 1757.
El trabajo más importante de Hartley, Observaciones
sobre el hombre, su estructura, su función y sus expectativas (2 volúmenes,
1749), fue el primer intento para explicar todo fenómeno de la mente gracias a
la teoría de la asociación. Aunque ciertos pensadores anteriores a él, entre
ellos los filósofos británicos John Locke y David Hume, habían asentado el
principio de asociación para explicar muchos de los procesos y contenidos
mentales más desarrollados, Hartley dispuso sus ideas desde un nuevo punto de
comprensión. Como ellos, consideraba la mente una tabula rasa —una
pizarra en blanco— anterior a la experiencia de la sensación, pero amplió las
leyes del crecimiento mental mediante asociaciones, hasta incluir no sólo un
fenómeno como la memoria (que otros ya habían hecho), sino también la imaginación,
la razón y las emociones. Mantenía que las emociones adultas o
evolucionadas eran el producto de sentimientos elementales unidos por medio
de nuevos vínculos, y daban origen a emociones complejas, bajo la ley general
de la contigüidad.
Otra de las principales teorías
de Hartley trataba de la naturaleza física de la sensación, extraída de Óptica
(1704), del científico inglés sir Isaac Newton. Hartley sostenía que cualquier
sensación del mundo exterior provocaba un movimiento vibratorio en el nervio
afectado, produciendo las vibraciones correspondientes en la sustancia
cerebral; suponía que los impulsos dirigidos desde el cerebro a los músculos
actuaban de la misma forma.
Elaboró una teoría completa
sobre el asociacionismo de la mente y de la conducta humana, desde la simple
sensación hasta la actividad sexual, teoría en la cual trabajó durante años
hasta su publicación. Reconoció, en su
trabajo, lo importante que había sido para él leer la obra de John Gay
(1669-1745), un clérigo que desarrolló el asociacionismo moral. Inspirado
en los principios de Isaac Newton, como casi todos los pensadores de su época,
Hartley se esforzó por seguir las reglas metodológicas del “maestro”, evitando
los errores metodológicos e intentando deducir la explicación de los nuevos
fenómenos, partiendo de proposiciones enraizadas ya en la observación. Así
explicaba el funcionamiento fisiológico de la sensación.
Hartley creía en la estrecha
correspondencia entre la mente y el cerebro; así, propuso leyes de asociación
paralelas para ambos. Comenzando por la esfera mental, Hartley construyó la
mente a partir de simples unidades atómicas de sensación ( idéntico al trabajo
de Hume); a estas unidades atómicas, Hartley les llamó impresiones las
cuales forman, en el cerebro, la sensación. Las sensaciones, cuando se
asocian, forman ideas intelectuales complejas. Las sensaciones son, por
tanto, copias débiles de las impresiones. Daba por supuesto que la mente posee
ciertas facultades capaces de transformar los elementos mentales, aunque la
sensación siga constituyendo la operación mental básica.
Hartley distinguió dos formas
fundamentales de asociación: la sucesiva y la simultánea. Las
asociaciones sucesivas se constituyen cuando series de ideas se suceden
regularmente unas a otras y, de esta forma, quedan engarzadas. Las asociaciones
simultáneas son vínculos establecidos entre ideas que, de modo regular, se
producen juntas y al mismo tiempo. Por ejemplo, el rostro de una persona se
compone de muchos rasgos atómicos todos los cuales aparecen juntos de modo
natural en la conciencia. Los elementos quedan unidos por asociación, de forma
que, sí sólo vemos unos pocos rasgos, completamos mentalmente el resto de la
cara y podemos identificar a quien pertenece. Por otro lado, Hartley formuló
una única ley de asociación: la ley de contigüidad – las sensaciones y
las consiguientes ideas se producen, o bien en orden temporal regular, o bien
todas juntas de una vez, y quedan asociadas por la pura proximidad en el
tiempo, o sea, por la contigüidad. Hartley procedió a aplicar estos principios
a la totalidad de la mente y también a la conducta humana, proclamando que las
respuestas motoras pueden asociarse entre sí y con las ideas.
Es asociacionismo de Hartley
gozó de una gran popularidad. Atendiendo a que él afirmó que el placer y el
dolor acompañaban a las sensaciones y afectaban al pensamiento y a la acción,
el asociacionismo empezó a orientarse hacia el utilitarismo. Con el
pasar del tiempo, el asociacionismo de Hartley no solamente influenció el
pensamiento del Romanticismo, sino que también dio lugar al análisis de
la conducta humana en términos de hábitos asociados.
Entre los defensores del asociacionismo en
este siglo, es digno de mencionar también a Thomas Brown (1778-1820); fue un
discípulo de Dugald Stewart y, a menudo, suele ser considerado como miembro de la Escuela Escocesa
del Sentido Común. Sin embargo, Brown se mostró sumamente crítico de Reid y de
los principios de la citada escuela, razón por la cual se lo estudia como
opositor y no integrante. Brown fue un asociacionista radical, con influencia
kantiana, ya que descartó el sustrato fisiológico de la sensación en favor de una explicación puramente
fenoménica de la asociación. Brown prefería llamar a la asociación sugerencia
porque implica un vínculo entre ideas; una idea sencillamente sugiere otra,
pero no hay un lazo sustantivo entre ellas. Brown propuso tres leyes básicas de
la sugerencia: la ley de semejanza, la ley del contraste y
la ley de la cercanía. Además de estas tres leyes básicas, Brown dio un
paso hacia el asociacionismo más fructífero e empírico, al enumerar las leyes
secundarias de la sugerencia. Son nueve y representan condiciones
específicas que afectan al funcionamiento de las tres leyes básicas. Así, por
ejemplo, la memoria de acontecimientos asociados se ve facilitada por la larga
duración de las ideas originales, la vivacidad de las ideas, la frecuencia de
la asociación y la proximidad de las ideas en el tiempo. Otras leyes
secundarias abarcan las diferencias individuales, aprendidas o heredadas, en la
memoria y en la formación de asociaciones. Así, fue Brown quien señaló el
camino hacia una psicología empírica y experimental de la mente.
No cabe duda de que, en el siglo XVIII, llegó la hora del asociacionismo;
lo que se había iniciado con Locke, como una modesta sugerencia sobre la forma
en que la mente genera el pensamiento, se convirtió, para muchos pensadores, en
la auténtica clave de la ciencia de la naturaleza humana – la psicología.
IV. G - TENDENCIAS HACIA LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA
La tendencia histórica principal
iniciada por le revolución Científica y la Ilustración está
representada por el movimiento encaminado a fundar una ciencia de naturaleza
humana o Psicología. En el siguiente siglo, nos aproximaremos, paso a paso, a
esta meta, hasta que al fin sea alcanzada por Wilhelm Wundt, el “padre de la Psicología Científica”,
en 1879.
Hay tres tendencias específicas e
importantes que hunden sus raíces en este periodo:
-
El materialismo-mecanicista que generaliza el
universo–máquina, de Descartes y de Newton, a la humanidad;
-
La psicología de las facultades que se convirtió
en la psicología de moda, a pesar de la oposición unánime de los científicos;
-
El asociacionismo, que suministra un vehículo
aceptable para las teorías empiristas de la mente, tanto para los conductistas
como para los mentalistas.
Hablemos de otras tres tendencias suplementarias, que se iniciaron
tímidamente durante el siglo XVIII, crecerían en importancia durante el siglo
XIX. Una es el Romanticismo, rebelión del sentimiento en contra la razón
estéril e inútil. Otra es el utilitarismo, intento de basar la ética y
la sociedad sobre un principio de placer. La tercera, la más importante, fue el
evolucionismo.
A medida que la
biología se volvía naturalista, conforme se hacían intentos por explicar el
origen de las cosas sin un Creador, la teoría de la evolución devino
inevitablemente. Las primeras explicaciones evolucionistas aparecen en el
comienzo del siglo XIX y constituye el trasfondo que desencadena la crisis del
naturalismo.
BIBLIOGRAFÍA
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Trd. - Eudeba - Buenos Aires – 1963
Deleule, D.: La Psicología – Anagrama – Madrid - 1993
García Restrepo,
L.E.: El Desarrollo de los Conceptos Psicológicos: una Introducción a la
Historia de la
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Gardner,H.: La Nueva Ciencia
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Leahey, Thomas
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Psicología – 3ª Ed. – Debate – Madrid – 1986
- 4ª Ed –
Prentice Hall – Madrid – 1998
McReynolds y
Ludwig: La
Psicometría en el Siglo XVII – Trd.
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Navarro, A.: La Psicología
en la Historia
– Ateneu – Caracas - 1989
Wolman, B.: La Obra de
Kant y su Impacto en la
Psicología – Trd. – Agora – México - 1968
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