lunes, 12 de marzo de 2012

Historia de la Psicologia - Unidad Tematica 3


Principios Organizadores:
                                   La Revolución Científica – la mecanización de la imagen del mundo
                                   La reconstrucción de la Filosofía
                                   Filosofía, Ciencia y Asuntos Humanos
                                   Aportes a la Psicología Científica

III. A - LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA

Para el pensador de la Edad Media, el universo era un lugar misterioso en que cada hecho tenía un significado especial y que se organizaba en una gran jerarquía que iba de Dios al mundo material, pasando por los ángeles y los seres humanos. Esta visión de mundo era profundamente espiritual, ya que la materia y el espíritu no estaban nítidamente separados.
En el siglo XVII, se atacó esta perspectiva y se sustituyó por una visión científica, matemática y mecánica. Los científicos de la naturaleza demostraron el fundamento mecánico de los fenómenos, tanto celestes como terrestres y, más tarde, de los cuerpos de los animales. Con el tiempo, la aproximación mecánica se extendería a la propia humanidad y al estudio de los asuntos humanos, desde la política hasta la psicología, sería sometido al método científico. En 1800, tanto el universo como la humanidad se consideraban máquinas sujetas a leyes naturales. En el desarrollo de este proceso, desapareció la antigua visión del mundo y de su relación con el ser humano, en lo que todo se entendía como un conjunto de símbolos de significado místico.  
El resultado de la revolución científica es incuestionable porque desplazó a la tierra del centro del universo y hizo de éste una máquina gigantesca, completamente independiente de los sentimientos y de las necesidades humanas. Derribó a la filosofía académica escolástica, sustituyéndola por una búsqueda pública de regularidades matemáticas, precisas y contrastables, a través de la experimentación. De la revolución científica también surgió la idea de que los hombres podían mejorar su destino a través de la razón y del experimento, en lugar de recurrir a la oración y a la devoción (Rossi, 1975)    
La revolución científica transcurrió durante un largo periodo y se alimentó de muchas fuentes; fue una revolución que produjo un cambio profundo y permanente en la vida humana y en la forma de entender al hombre. Se puede afirmar que comenzó en 1543 con la publicación del libro de Nicolás Copérnico La Revolución de las Órbitas Celestes, libro en el que proponía ser el sol y no la tierra el que ocupaba el centro del sistema solar. Sigmund Freud definiría con posteridad la hipótesis de Copérnico como el primer gran golpe al ego humano. A partir de entonces, los seres humanos tuvieron que dejar de enorgullecerse de vivir en el centro del universo y de ser aquellos alrededor de los que giraba todo.   
Las leyes del movimiento de Isaac Newton, publicadas en 1687, supusieron el argumento definitivo para demostrar que el universo era una máquina, pero una máquina celestial, creada por Dios, como Maestro y Artesano, que había construido una máquina perfecta y la había puesto en funcionamiento. Así, el cristianismo y la ciencia, la fe y la razón, parecían perfectamente armonizadas en esta cosmovisión.   
Durante la revolución científica se propuso una importante distinción epistemológica que, en cierta manera, contribuyó a la creación de la psicología. Esta distinción está relacionada con la correspondencia entre el mundo tal y como se nos aparece en nuestra experiencia y el mundo tal y como es en sí mismo. Siguiendo a Aristóteles, los pensadores medievales habían creído que cada sensación consciente correspondía a algo que existía realmente en la naturaleza. A partir de Galileo Galilei (1564-1642), los científicos argumentaron que algunas cualidades sensoriales, las cualidades primarias, son objetivas, mientras que otras, las propiedades secundarias, son de carácter subjetivo. Las propiedades subjetivas son aquellas que dependen del estado del que las percibe. Por ejemplo, el color es percibido tan sólo por aquellos que poseen la totalidad de los conos de la retina. Aquellos que no cuentan con una dotación completa de conos en la retina, sufren de ceguera parcial o total del color. El color, por lo tanto, no existiría si todos los humanos no contáramos con las condiciones biológicas de la retina adecuadas para percibirlo.   
Por otra parte, algunas de las propiedades que experimentamos pueden ser medidas en forma cuantitativa, independientemente de la conciencia individual; por ejemplo, podemos contar objetivamente cuántas clases de objetos existen en un determinado lugar, cuánto pesa cada uno, cuánto espacio ocupa cada uno, y así sucesivamente. Los científicos trazaron la distinción entre propiedades primarias y secundarias como una forma de garantizar que la ciencia – el estudio de la máquina del mundo – sería objetiva e independiente de los errores humanos. En gran medida, esta distinción entre propiedades, determinó la creación de la psicología o, al menos, de la psicología de la conciencia, ya que, desde este momento, los científicos se vieron obligados a preguntarse cómo y porqué se originan las propiedades secundarias.
Si la experiencia simplemente refleja el mundo como es, el problema de cómo lo hace es una cuestión legítima, pero carente de interés. Pero, si por el contrario, el mundo de la experiencia es radicalmente diferente del mundo real, la creación de este mundo subjetivo – nuestro mundo, como seres humanos – se convierte en un tema mucho más interesante e importante. Con el tiempo, el mundo subjetivo de la experiencia se manifestaría como un problema insoluble y la psicología de la conciencia daría paso a la psicología objetiva del comportamiento.

III.B - LA RECONSTRUCCIÓN DE LA FILOSOFÍA  

Le revolución científica parecía requerir que las concepciones en torno a la naturaleza humana y la mente humana fueran reconsideradas. La antigua ciencia fue desacreditada y, de la misma forma, se desacreditó a la filosofía anterior. Era el momento de desechar las viejas psicologías para buscar nuevas orientaciones. Los dos filósofos más importantes que se empeñaron en esta búsqueda fueron el francés René Descartes y el inglés John Locke.

B.1 – RENÉ DESCARTES (1596-1650) – La creación de la conciencia

            La psicología, tal como la conocemos en la actualidad, comenzó con Descartes (Leahey, 1986). Creó un marco de pensamiento en torno a la mente y al cuerpo, en cuyo contexto han trabajado desde entonces todos los filósofos y los psicólogos, aún cuando se dedican a atacar las ideas cartesianas. Descartes realizó una aproximación radicalmente nueva a la psicología, en el seno de una visión de mundo cristiana, que había sido profundamente modificada por la Reforma y que había sufrido una importante reorganización, tras la revolución científica.
            Descartes estuvo estrechamente relacionado con un círculo de católicos reformistas liderado por el científico Marin Merssene (1588-1648). Estos pensadores se mostraban particularmente preocupados por las ideas del naturalismo renacentista, ideas científicamente atractivas pero que, desde el punto de vista religioso, eran peligrosas porque parecería dar a entender que la propia materia tendría poderes sobrenaturales. Si el imán tiene poderes naturales para atraer los metales,  parece que tan sólo basta dar un paso para afirmar que el cerebro tiene en sí mismo el poder de pensar. Los médicos medievales y renacentistas ya habían atribuido al cerebro la sensación, la percepción, el sentido común, la memoria y otras facultades, por tanto, ¿porqué no atribuirle también al cerebro el pensamiento y el conocimiento? Sin embargo, si todas las funciones mentales eran corporales, tales como Aristóteles había creído, la existencia del alma cristiana se ponía inmediatamente en duda.
            Para contrarrestar a la filosofía de la naturaleza renacentista, Descartes y su grupo de seguidores inauguraron y defendieron una visión mecánica del universo, afirmando que la materia era absolutamente inerte, no poseía magnetismo, ni gravedad, ni cualquier otro poder activo de ninguna clase. Este poder activo estaba reservado a Dios. La materia cambiaba o se desplazaba tan sólo cuando era impulsada físicamente por otro elemento material.
            La concepción cartesiana en torno a la mente y al cuerpo fue cuidadosamente planeada dentro de este marco religioso-científico y sería decisiva en la forma que adoptaría la psicología científica todavía en embrión.
Conozcamos, a continuación, quien fue René Descartes, en un resumen biográfico.
Antecedentes personales e intelectuales -  Nació en Touraine en 1596, en el seno de una noble familia francesa. Estudió con los jesuitas en el colegio de La Flèche, ganando una gran afición a las matemáticas y un cierto escepticismo con respecto a las demás ciencias. Después de participar durante una breve temporada en la vida social de París, se encerró por dos años en una vivienda de esta ciudad, oculto incluso a sus amigos, para entregarse por completo al estudio de las matemáticas. Tras este retiro, se alistó como soldado y participó en la Guerra de los Treinta Años, no porque se sintiera movido a ello por sentimientos patrióticos, sino porque quería conocer a fondo el mundo y la naturaleza humana. A esta etapa militar siguieron varios viajes por Europa, tras las cuales decidió establecerse en los Países Bajos, donde pasó un largo período de casi veinte años, dedicado al retiro y a la investigación científica. Llamado por la reina Elizabeth de Suecia, que quería que el propio Descartes le explicara algunos puntos de su pensamiento, se trasladó a Estocolmo en el año 1649, pero su salud no soportó el clima de esas latitudes y murió en esa ciudad el año siguiente - 1650.
Aportes a la psicología - Por su intento de construir todo el edificio del pensamiento humano a partir de bases firmes e inconmovibles, puede decirse que Descartes es el primer filósofo moderno en sentido estricto. Para no partir de bases poco sólidas, Descartes se propuso dudar de todos los conocimientos y creencias vigentes entonces, hasta que pudiera encontrar alguna verdad de la que fuera imposible dudar. Tal verdad creyó hallarla en la constatación de que, aunque dudara de todo, no podía dudar del hecho de que estaba dudando, verdad que expresó en la célebre frase: «Pienso, luego existo». A partir de esta verdad, fue construyendo toda su filosofía, en la que demuestra la inmortalidad del alma, la existencia de Dios y la existencia del mundo externo.
Descartes es el fundador del racionalismo moderno, que defiende la teoría de que el entendimiento posee ideas que no proceden de los sentidos, a partir de la cuales podemos llegar a conocer las verdades fundamentales sin necesidad de recurrir a la información que nos proporciona la percepción sensible. Descartes fue, además, un notable matemático, creador de la geometría analítica y de las coordenadas, logro que le asegura un puesto entre los grandes matemáticos de todos los tiempos.
Los dos períodos del trabajo de R. Descartes - El trabajo desarrollado por Descartes puede dividirse en dos periodos. En el primero, se centró en proyectos científicos y matemáticos, destacando su interés por la física, pero con una creciente atención por la fisiología. Su principal proyecto filosófico en este periodo fue descubrir las reglas metodológicas por las que la mente debía regirse en la búsqueda de la verdad. En noviembre de 1633, en vísperas de la publicación de su obra Le Monde, Descartes tomó conocimiento de la condena que la Inquisición había impuesto a Galileo por su defensa de la hipótesis de Copérnico. En un primer momento, Descartes pensó en quemar todos sus escritos, temeroso de sufrir la misma suerte de Galileo, atendiendo a que su propio sistema se basaba, en gran parte, en las teorías de Galileo.
            Así comenzó el segundo periodo en la obra de Descartes, fundamentalmente filosófico, Decidió que, para que sus puntos de vista científicos consiguieran aceptación, se necesitaba una justificación filosófica cuidadosa y convincente. A partir de ese momento comenzó a desarrollar la filosofía que lo haría famoso e influyente.
            Es importante entender el objetivo que Descartes se planteó al comprometerse a explicar fisiológicamente los procesos mentales, ya que será fundamental para entender los problemas que, posteriormente, encontraría en su propia teoría sobre la conciencia humana, así como para comprender su complejo, problemático e incluso contradictorio legado a la psicología. Dentro del renovado marco cristiano propuesto por Descartes, los antiguos tratamientos de las facultades eran inaceptables, precisamente porque habían dotado a la materia de poderes similares a los del espíritu. El objetivo de Descartes fue mostrar que un número de funciones psicofisiológicas, que siempre habían sido conocidas como corpóreas, podrían ser explicadas de forma que no hubiera que concederle sensibilidad a la materia (Gaukroger,p.278, cit Leahey, 1986). Descartes describe un universo mecánico que se comporta exactamente igual que el nuestro, invitándonos, de esta forma, a creer que es el nuestro. Nos pide que imaginemos “estatuas o máquinas de barro” (sin duda, un hombre máquina), cuyas operaciones externas describe en detalle, invitándonos a creer que estos hombres-máquina somos nosotros, excepto por el hecho de que carecen de alma. El optimismo cartesiano al considerar que se podía explicar el comportamiento de los animales y, en gran parte, del comportamiento humano, con el producto de una maquinaria interna, había sido alentada por las capacidades altamente desarrolladas de los artesanos contemporáneos a Descartes, quienes construían estatuas de animales y de personas que se comportaban como seres vivos. Al ver estas estatuas mecánicas moviéndose y respondiendo ante diversos estímulos, favoreció la creencia cartesiana de que los animales eran también máquinas sofisticadas.
            En la lucha por expulsar a las creencias de los poderes mágicos y ocultos de la materia, Descartes inició esta tendencia consistente en la reducción de las funciones mentales a procesos mecánicos. La novedad y la originalidad de la empresa iniciada por Descartes es, probablemente, difícil de apreciar en la actualidad.
            Los problemas para la psicología cartesiana, al igual que para todos los psicólogos posteriores, comienzan cuando volvemos a encontrarnos con el alma humana que Descartes, como buen cristiano, había tenido que excluir de la explicación mecanicista del hombre. Así, para Descartes, el alma humana se distingue de las funciones del cuerpo animal porque posee el poder de pensar, poder que se caracteriza, según él, por incluir tres importantes facetas : la experiencia, el comportamiento y la posesión del lenguaje. Esto es lo novedoso en la obra de Descartes: estas tres facetas permiten establecer la diferencia entre humanos y animales. A los animales, aún conscientes de su entorno, les falta pensamiento consciente y reflexivo sobre sí mismos. Trazó, así, una línea divisoria entre conciencia simple y autoconciencia. Los animales son máquinas que siempre responden a los estímulos en forma refleja; los seres humanos pueden responder a situaciones completamente nuevas, aplicando sobre ellas el pensamiento (Leahey, 1998). Por otro lado, el lenguaje, en la opinión de Descartes, era exclusiva de los humanos. Esta capacidad exclusiva de los seres humanos para formular proposiciones era innata en la mente.     
            Descartes buscaba encontrar un fundamento filosófico firme para la ciencia, aparentemente peligrosa, que estaba desarrollando; para encontrar este fundamento, adoptó el método de la duda radical. Decidió dudar sistemáticamente de cada una de las creencias hasta que encontró una verdad tan evidente que no podía ser objeto de duda. En realidad, su propósito no era poner en duda las verdades de sentido común, sino obligarse a encontrar razones sólidas para creer en ellas. Buscaba razones explícitas para sostener las creencias intuitivamente obvias y proporcionar, de esta forma, un fundamento para sus investigaciones científicas. Concluyó que podía dudar de todo, menos de su propia existencia, como un ser autoconsciente y pensante. No se puede dudar de que se está dudando porque, al hacerlo, se convierte en real la acción que está supuestamente en duda. Dudar es, así, un acto de pensamiento y Descartes expresó su primera verdad indudable a través de la conocida sentencia “Cogito ergo sum” – pienso luego existo. El alma, de carácter pensante, es una sustancia espiritual sin ningún tipo de componente material, que no ocupa espacio y que es completamente independiente del cuerpo. Propuso, de esta forma, un nuevo dualismo radical en el que el alma y el cuerpo eran totalmente diferentes y no compartían ni materia ni forma. El alma residiría dentro del cuerpo mecánico, recibiendo las sensaciones del mismo y dirigiéndolo a través de las acciones de la voluntad. No fue Descartes el primero a demostrar su propia existencia a través de la actividad mental. Parménides dijo “Es lo mismo pensar y ser” y San Agustín había escrito “Si me engaño, existo”.
            El dualismo mente-cuerpo cartesiano se transformó en una manera de explicar el dualismo de las propiedades sensoriales primarias y secundarias. De acuerdo a Descartes, el mundo material estaba formado por corpúsculos o átomos que poseen tan sólo las propiedades de extensión en el espacio y de la localización física. Además de este mundo material, que incluye el cuerpo, existe un mundo subjetivo, el de la conciencia y de la mente. Así, para Descartes, existen dos mundos: uno material, mecánico, objetivo, científicamente cognoscible, tal como es en la realidad y otro mundo subjetivo de la conciencia humana, que puede ser conocido a través de la introspección – el mundo del individuo, como ser pensante. Así, el argumento cartesiano del cogito desembocó en una concepción en la que la conciencia se convirtió en algo que podía ser investigado, separando radicalmente al yo de la experiencia consciente. Esta división entre las propiedades sensoriales primarias y secundarias destruyó la creencia tradicional en la validez de la experiencia. Los humanos podemos analizar nuestra experiencia con objetividad y examinarla como un conjunto de objetos-sensaciones que no forman parte del yo.
            La psicología de la conciencia (W.Wundt) nació como un producto de la posición filosófica de Descartes porque se dio por sentado, científicamente, que la conciencia es un conjunto de sensaciones proyectadas en la mente que el yo puede examinar reflexivamente. La ciencia psicológica se definió como el estudio reflexivo e introspectivo de las sensaciones en cuanto tal (Leahey, 1986). Al someter la experiencia al control experimental, las sensaciones se pudieron observar en detalle y, a partir de esta observación, se hizo posible plantear y evaluar teorías acerca de las mismas. La conciencia pasa a ser algo necesariamente subjetivo, una representación de como es el mundo para cada uno de los humanos; por eso, se convirtió en un imperativo estudiarnos a nosotros mismos, - por medio de la psicología -  de tal forma que las aportaciones subjetivas a la experiencia pudieran ser eliminadas, dejando tan sólo la verdad objetiva (Gaukroger,p.184, cit Leahey, 1986). En el siglo posterior, durante la Ilustración, la psicología se convertiría en algo todavía más importante, a medida en que los filósofos comenzaron a basar la ética, la política y la definición de una “buena sociedad” en el estudio de la naturaleza humana.
            La concepción radicalmente novedosa que propuso Descartes sobre el alma y el cuerpo, estaba en sintonía con la revolución científica, que había comenzado a cuestionar la validez de la percepción y a considerar al mundo como una máquina. La psicología cartesiana y las variantes desarrolladas por algunos de sus seguidores se extendieron rápidamente al mundo intelectual europeo, convirtiéndose en el punto de partida para prácticamente todos los estudiosos de la psicología.        
            B.2 – JOHN LOCKE (1632 – 1704) – El entendimiento humano

Antecedentes personales e intelectuales - John Locke nació en Wrington, condado de Somerset, Inglaterra, en 1632, hijo de un jurista de ideas puritanas. Estudió en Oxford ciencias naturales, medicina y teoría del Estado. Lord Shaftebury lo tomó bajo su protección como preceptor, consejero y médico de la familia, y Locke participó en la vida política de su país, ocupando diversos cargos de responsabilidad, que se vieron interrumpidos por sus estancias en Francia (1675-1679) y Holanda (1683-1688). Con el ascenso de Guillermo de Orange al trono de Inglaterra, en el año 1689, Locke regresó a su país y durante once años ocupó un puesto oficial como responsable de comercio y agricultura. En 1700 se retiró de la vida política y murió cuatro años más tarde, en la casa de campo de un noble amigo suyo.
Aportes a la psicología - Su interés por la filosofía se despertó leyendo a Descartes, aunque su pensamiento se aparta del racionalismo cartesiano para dar lugar a una nueva corriente filosófica, el empirismo, según la cual todas las ideas del entendimiento provienen del conocimiento sensible. De las sensaciones, llamadas por Locke ideas simples, proceden las demás ideas ( las complejas) por un proceso de asociación y combinación.
En cuanto a las ideas políticas, J.Locke se adelanta en cierta medida a Montesquieu, al defender la separación de los poderes legislativo y judicial, con la supremacía del primero. Su convencida defensa de la tolerancia y su confianza en los derechos naturales de los hombres libres, influyeron de forma decisiva en el posterior desarrollo de las democracias occidentales.
La obra principal de J.Locke es Ensayo Sobre el Entendimiento Humano, publicada como esbozo en 1670, y en su versión completa veinte años más tarde. El objetivo de este libro, como dice el mismo J.Locke en el capítulo de introducción, es investigar el origen, la certeza y el alcance del conocimiento humano. Este programa lo lleva a cabo en los cuatro libros de que consta la obra. En el primero de ellos, J.Locke refuta la teoría del innatismo sobre el origen de las ideas; en el segundo se estudian las distintas clases de ideas y su origen; el tercer libro trata del lenguaje y el cuarto libro trata de la distinción entre conocimiento y opinión.
            Al igual que Descartes, J Locke quería entender de qué forma funciona la mente humana, cuáles son las fuentes de sus ideas y los límites del conocimiento. Sin embargo, como corresponde a un médico y a un político, estuvo menos controlado por un sistema metafísico comprensivo de lo que había estado Descartes. Su imagen de la mente fue simple y, según los angloparlantes que le siguieron, de sentido común. Así, J.Locke se pregunta qué es lo que la mente humana puede llegar a conocer, sugiriendo que, desde el momento en que la mente, en todos sus pensamientos y razonamientos, no tiene otro objeto inmediato sino sus propias ideas, es evidente que nuestro conocimiento está tan sólo relacionado con ellas (Leahey, 1998). Recuperó la teoría cognitiva de la copia, al considerar que las ideas son representaciones mentales de los objetos. La mente no conoce formas o esencias y ni siquiera a los objetos en sí mismos, sino que tan sólo conoce sus propias ideas. ¿De dónde vienen nuestras ideas? La respuesta, según J.Locke, es de la experiencia – en ella se fundamenta y de ella se deriva todo nuestro conocimiento.
            Existen dos fuentes de conocimiento: la primera corresponde al primer tipo de experiencia y es la sensación, que produce las ideas de los objetos que provocan la sensación, incluyendo el placer y el dolor. La segunda fuente de la experiencia es la reflexión, o sea, la observación de nuestros propios procesos mentales. Al plantear el proceso de la reflexión, J.Locke  abordó un tema muy importante relacionado con la mente porque Descartes estaba seguro que pensaba, pero no dijo que supiera cómo pensaba; J.Locke propuso que, además de observar su propia experiencia del mundo exterior (la sensación), el yo puede observar sus propios procesos mentales por medio de la reflexión.
            J.Locke suele ser considerado el padre del empirismo, puesto que planteó el principio empírico según el cual el conocimiento deriva solamente de la experiencia. Fue el primero que propuso la famosa comparación entre la mente y una tabula rasa o trozo de papel en blanco, sobre el que la experiencia escribe las ideas. Con esta propuesta, J.Locke consideró que la idea de la moral innata y las verdades metafísicas eran el sustento del dogmatismo (fue acusado, por varios autores de la época, de ser un peligroso ateo por negar la existencia de las verdades morales innatas). Sin embargo, no niega en totalidad la existencia de las ideas innatas; consideró que una gran parte de la personalidad y de las capacidades de un niño son innatas o heredadas.
Las escuelas de su época usaban máximas filosóficas como base de la enseñanza, y se obligaba a los estudiantes a aceptarlas primero para, después, proceder a su demostración. En sus trabajos sobre educación, J.Locke abogó por el principio del descubrimiento, según el cual los estudiantes deberían mantener sus mentes abiertas, descubriendo la verdad a través de la experiencia y siguiendo sus propios dotes intelectuales, en vez de ser sometidos a la “camisa de fuerza” que representaban las máximas escolásticas. Para J.Locke, la mente no era solamente una instancia vacía, lista para ser llenada por medio de la experiencia; la mente era un complejo mecanismo de información-procesamiento, preparado para convertir el material procedente de la experiencia sensorial en conocimiento humano organizado. La experiencia directa nos proporciona ideas simples que son posteriormente elaboradas y combinadas entre ellas, por la maquinaria mental, para formar ideas complejas. Creyó que, de esta forma, todo el conocimiento humano, incluyendo la ética y la estética, podría ser sistematizado.
Para J.Locke, los motivos básicos del hombre eran buscar la felicidad y evitar el dolor, como principios básicos innatos. En esta búsqueda de la felicidad, la libertad de acción es más importante que la libertad de la voluntad y Locke se pregunta: ¿los seres humanos somos libres?  y propuso, en primer lugar, una respuesta que se tornó popular en la época: plantear si la voluntad es libre, es plantear la cuestión de manera equivocada. La pregunta adecuada es ¿nosotros somos libres?. Desde este punto de vista, la respuesta es sencilla: somos libres cuando somos capaces de hacer lo que queremos, aunque no seamos conscientes de nuestros deseos (Leahey, 1998). Tan sólo deseamos lo que realmente queremos y todos queremos la felicidad. Mientras que somos felices, porque conseguimos lo que deseamos, nos sentimos libres y no nos preocupamos con la supuesta “ausencia de libertad de la voluntad”. Sin embargo, el  yo debe controlar el deseo.
La versión de J.Locke del yo racional separado radicalmente de la experiencia, que puede ser críticamente escudriñado de la misma forma que la conciencia, resultó ser  muy influyente tanto en Gran Bretaña, donde los filósofos posteriores construyen sus teorías a partir de ella, como en Francia, donde fue popularizada por Voltaire como una imagen menos metafísica y más simple de la mente.
C - FILOSOFÍA, CIENCIA Y ASUNTOS HUMANOS

Tras la estela de la revolución industrial, se hizo evidente que la posición de la humanidad dentro de la naturaleza tenía que ser reevaluada. A medida en que la religión comenzaba a perder autoridad y la ciencia comenzaba a asumir la suya propia, empezaron a demandarse nuevos valores y respuestas a las tradicionales preguntas de la filosofía, de la psicología y de la política.
La tarea de reelaborar la forma en que el ser humano se entendía a sí mismo y a su propia vida, dentro del marco de la ciencia, es una empresa en la que la psicología está estrechamente involucrada y que se sigue llevando a cabo en la actualidad. La ciencia plantea preguntas muy importantes sobre las fuentes de la conducta humana, el papel que juegan los valores, la responsabilidad moral y el lugar de los sentimientos en una visión de mundo fundamentada en la razón y en la investigación científica. 
A lo largo del siglo XVII, los filósofos comenzaron a enfrentarse a estos problemas y a ofrecer algunas soluciones.

C.1 – THOMAS HOBBES (1588- 1679) – Las leyes de la vida social
Antecedentes personales e intelectuales - Thomas Hobbes nació en Inglaterra, Malmesbury, Wiltshire, el 5 de abril de 1588; era hijo de un clérigo de Wesport. En 1603 realiza sus estudios en el Magdalen Hall de la Universidad de Oxford, donde se interesa por la filosofía escolástica y de lógica, graduándose en 1608. Ese mismo año se hace cargo del hijo de William Cavendish (conde de Devonshire), lo que le permitió conocer a la nobleza y a las elites intelectuales. Su primer viaje por el continente Europeo lo realiza en 1610, a raíz del cual Hobbes toma conciencia del poder que todavía ejercía el escolasticismo en la mayoría de los ámbitos de conocimiento. Fue considerado, a lo largo de la historia del pensamiento, una persona oscura; de hecho, en 1666 en Inglaterra, se quemaron sus libros por considerarle ateo. Posteriormente, tras su muerte, se vuelven a quemar públicamente sus obras. En vida, Hobbes tuvo dos grandes enemigos contra los que mantuvo fuertes tensiones: la Iglesia Anglicana y la Universidad de Oxford. No obstante, se le considera como la línea de ruptura con la Edad Media, y las descripciones que hace de la realidad de la época son impresionantes. Estuvo siempre en contacto con la Real Sociedad de Londres, sociedad científica creada por Cavendish, que fue su patrón.
La época de Hobbes se caracteriza por una gran división política la cual confrontaba dos bandos bien definidos:
-          Monárquicos: que defendían la monarquía absoluta aduciendo que la legitimidad de ésta venía directamente de Dios.
-  Parlamentarios: afirmaban que la soberanía debía estar compartida entre el rey y el pueblo.
Hobbes se mantenía en una postura neutra entre ambos bandos ya que, si bien afirmaba que la soberanía está en el rey, su poder no provenía de Dios.
En 1637, participó en la disputa constitucional entre el rey Carlos I y el Parlamento. Redactó entonces un tratado defendiendo las prerrogativas reales. Esta obra circuló en secreto en 1640 bajo el título Elementos del Derecho Natural y Político (1650). Temiendo su arresto, viaja a París, donde permaneció en exilio voluntario durante 11 años. En 1642 termina su obra De Cive (Tratado del Ciudadano), exposición de una teoría sobre el gobierno. Fue profesor de matemáticas del príncipe de Gales, más tarde rey Carlos II, también exiliado en París. Su obra más conocida, Leviatán (1651), expone su doctrina de la soberanía. Despertó las sospechas de las autoridades francesas por su ataque al papado; por temor a ser detenido, regresó a Inglaterra. En 1660, se produjo la restauración monárquica y su antiguo alumno accedió al trono. En 1666 la Cámara de los Comunes aprobó una relación que incluía el Leviatán entre los libros investigados a causa de sus supuestas tendencias ateas. Escribió una autobiografía en verso latino y tradujo al inglés los versos de la Iliada y la Odisea de Homero. Falleció el 4 de diciembre de 1679 en Hardwick, Inglaterra.
Aportes a la psicología – La importancia de T.Hobbes viene determinada por haber sido el primero en comprender y expresar la nueva visión científica de los seres humanos y de su lugar en el universo. Para Hobbes, el hombre es un cuerpo y, como tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los cuerpos-máquinas. El pensamiento o la conciencia no es una sustancia separada del cuerpo: la "entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las cosas, proviene y se reduce a la sensación. En polémica con la teoría aristotélica de la sensación, Hobbes postula que ésta ha de explicarse también a partir de postulados mecanicistas, como producto de los movimientos de los cuerpos (materia). El apetito (deseo) y la aversión (repugnancia) provocan determinados movimientos y acciones en los cuerpos y denominados emociones. Los sueños y la imaginación son explicados, así mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos (corporales), tanto externos como internos. El pensamiento filosófico de Hobbes se define por enmarcarse dentro del materialismo mecanicista, corriente que dice que sólo existe un "cuerpo" y niega la existencia del alma. También dice que el hombre está regido por las leyes del Universo y afirma que el hombre es como una máquina, ya que según Hobbes, el hombre se mueve continuamente para alcanzar sus deseos; este movimiento se clasifica en dos tipos: de acercamiento (el hombre siempre se acerca a las cosas que desea) y de alejamiento (el hombre se aleja de las cosas que ponen en peligro su vida). Así, dice que la sociedad está siempre en movimiento.
            T.Hobbes afirmó también que lo espiritual era una idea absurda; tan solo existe la materia y cualquier acción humana, al igual que las de los animales, está plenamente determinada por causas materiales en vez de espirituales. Creía que todo el conocimiento estaba, en último término, sustentado por la percepción sensorial. Defendió el nominalismo extremo, considerando que los universales no eran más que nombres que servían para agrupar aquellas percepciones sensoriales que recordamos. Descartó los argumentos metafísicos por considerarlos disputas escolásticas referidas a conceptos carentes de sentido. Estableció una separación muy rígida entre la filosofía (que consideraba racional y con significado) y la teología (racional y carente de significado).
            Su doctrina psicológica más interesante es aquella que considera que el lenguaje y el pensamiento están estrechamente relacionados y que, incluso, pone la posibilidad de que sean idénticos; consideraba que los niños no están dotados de capacidades racionales hasta que desarrollan la capacidad para hablar (Leahey, 1986). Así, T.Hobbes fue el primero en una larga línea de filósofos británicos (que todavía persiste) que identificó el pensamiento correcto con el uso adecuado del lenguaje.   
                
            C.2 – BLAISE PASCAL (1623-1662) – El corazón tiene razones que la razón desconoce

Antecedentes personales e intelectuales - Nació el 19 Junio de 1623 en Clermont, Francia. El padre de Pascal, Étienne Pascal, tenía una educación ortodoxa y decidió educar él mismo a su hijo. Decidió que Pascal no estudiara matemáticas antes de los 15 años y todos los textos de matemática fueron sacados de su hogar. Pascal, sin embargo, sintió curiosidad por todo esto y comenzó a trabajar en geometría a la edad de 12 años. Descubrió que la suma de los ángulos de un triángulo corresponden a dos ángulos rectos y cuando su padre comprobó esto, se enterneció y entregó a Pascal un texto de Euclídes. A la edad de 14 años acudía a las reuniones con Mersenne que pertenecía a una orden religiosa de Minims y su cuarto en París era un lugar frecuente de reuniones. A la edad de 16 años presentó un trozo de papel con escritos a las reuniones con Mersenne. Contenía un número de teoremas de geometría proyectiva, incluyendo incluso el hexágono místico de Pascal. En 1642 construyó una máquina mecánica (calculadora) para realizar adiciones, llamada Pascalina, destinada a ayudar a su padre, alto funcionario de las finanzas nacionales. Su más famoso trabajo en filosofía es Pensées, una colección de pensamientos personales sobre el sufrimiento humano y la fe en Dios. “Si Dios no existe, uno no pierde nada al creer en Él, mientras que si existe uno pierde todo por no creer” (Bohannan, 2003).
Pascal murió el 19 de Agosto de 1662, en París (Francia), a la edad de 39 años, después de sufrir un dolor intenso debido al crecimiento de un tumor maligno en su estómago, que luego se le propagó al cerebro.
Aportes a la psicología – Pascal prefigura al existencialista angustiado de tiempos recientes. Según Descartes, la duda conduce a la certeza triunfante de la razón; según Pascal, la duda conduce a otra duda todavía peor. Aborrecido del racionalismo exacerbado de la época, Pascal tan solo encontró consuelo y certeza en su fe en Dios. Para él, lo verdaderamente esencial en el hombre no era la razón natural sino la voluntad y la capacidad de fe, es decir, el corazón. Es el corazón y no la razón lo que humaniza a las personas. Desde esta perspectiva, Pascal nos recuerda a los primeros escépticos cristianos aunque, en realidad, Pascal es cartesiano si atendemos al valor que le concede a la autoconciencia, como queda claro en esta frase de su obra PensamientosEl hombre sabe que es desdichado. Se siente desdichado porque es desdichado, pero es grande porque lo sabe...el hombre es sólo un junco, lo más frágil de la naturaleza; pero es un junco que posee el pensamiento”(cit.en Leahey, 1998).          
            Pascal dudaba de la capacidad del ser humano para comprender a la naturaleza o para entenderse a sí misma. Pero, la exclusiva autoconciencia del hombre le eleva más allá de la naturaleza animal, pudiendo alcanzar la salvación a través de la fe en el Dios cristiano. La angustia manifestada por Pascal, así como su necesidad de fe, resuenan en todo el existencialismo moderno, incluso en existencialistas ateos como Sartre.
            Pascal fue el primero filósofo que pensó que la mente humana podía concebirse como un procesador de información y susceptible de imitación por parte de una máquina, concepto que se convertiría en central para la psicología cognitiva contemporánea.
A continuación, se presenta algunas frases atribuidas a Blaise Pascal:
-          Una de las principales enfermedades del hombre es su inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber
-          Vale mas saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa
-          Lo último que uno sabe es por donde empezar
-          El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo y en impedir que piense en sí mismo. Porque, por muy rey que sea, es desgraciado si piensa en ello
-          ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?
-          Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo infeliz, sino también injusto.
-          Cuando no se ama demasiado no se ama lo suficiente
-          Dos excesos: admitir la razón y no admitir más que la razón.
-          El corazón tiene sus razones, que la razón desconoce.
-          El espíritu cree naturalmente y la voluntad naturalmente ama.

C.3 – BARUCH SPINOZA (1632-1677) – La ampliación del determinismo


 Antecedentes personales e intelectuales - Filósofo racionalista y pensador religioso holandés, es hoy considerado como el exponente moderno más completo del panteísmo. Nacido en Amsterdam, de padres judíos portugueses, el 24 de noviembre de 1632, Spinoza recibió una educación que ponía un gran énfasis en el estudio de las fuentes clásicas judías. Más tarde, sin embargo, se apartó del judaísmo ortodoxo como consecuencia de sus estudios de ciencias físicas y por el efecto que le produjeron los escritos del filósofo inglés Thomas Hobbes y del científico y filósofo francés René Descartes. Se apartó de la Sinagoga y, en 1656, fue excomulgado por los rabinos, que le desterraron de Amsterdam. Durante cinco años, Spinoza permaneció en las afueras de la ciudad, puliendo lentes para vivir. Durante ese periodo escribió su primer trabajo filosófico, Tratado de Dios, del Hombre y de su Felicidad, donde se prefiguran ya las líneas maestras del que sería su sistema filosófico.
En 1661 se trasladó a Rinjnsburg, ciudad cercana a Leiden, y dos o tres años más tarde a Voorburg, no lejos de La Haya. Poco después, al trasladarse a La Haya, se le ofreció una cátedra de filosofía occidental en la Universidad de Heidelberg. El responsable de ello fue Charles Louis, el elector palatino. Sin embargo, Spinoza rechazó esta responsabilidad, para poder mantenerse libre de cualquier restricción que pudieran aplicar los teólogos sobre sus actividades intelectuales. También rechazó una pensión que le ofreció el rey de Francia, Luis XIV, a cambio de que dedicara al monarca uno de sus trabajos.
Su posición en la historia de la filosofía es única en muchos aspectos. No perteneció a ninguna escuela y no fundó ninguna. Aunque en ciertos puntos su trabajo se basaba en el de algunos de sus predecesores, muestra y afirma un individualismo tan acusado como para que se le pueda considerar un simple continuador o epígono, incluso en el caso del pensamiento de Descartes.
Por la profundidad y la grandeza de sus ideas y su notable capacidad de síntesis, Spinoza se sitúa junto a los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos. Hasta un siglo después de su muerte, ocurrida el 21 febrero de 1677 (a los 45 años de edad), su pensamiento no obtuvo reconocimiento.
Aportes a la psicología – La filosofía de B.Spinoza comienza a partir de la metafísica y concluye con una reconstrucción radical de la naturaleza humana. Argumentó que Dios es esencialmente naturaleza, el Creador que sustenta todas las cosas. Extendió su análisis determinista de la naturaleza del hombre, afirmando que la mente no sería algo separado del cuerpo, sino que estaría generada por procesos cerebrales. Mente y cuerpo son una unidad, pero pueden ser estudiados desde perspectivas diferentes: como procesos cerebrales de naturaleza fisiológica o como hechos mentales (pensamientos). No niega la existencia de la mente, pero la considera como una faceta fundamentalmente material de la naturaleza. De esta forma, para Spinoza, la actividad mental está tan determinada como la actividad corporal.
            Para Spinoza, “sentimos que somos libres, pero este sentimiento no es más que una ilusión. Si entendiéramos correctamente las causas del comportamiento y del pensamiento humanos, nos percataríamos de que no somos libres ” (Leahey, 1986). De esta forma, la explicación de Spinoza avanza sobre el concepto de “responsabilidad” y requiere de una psicología científica que se encargue de desentrañar las causas del comportamiento humano.
            También Spinoza describe la ética basada en el autocontrol que transciende el materialismo determinista y que, en cierta medida, entra en conflicto con el resto de su pensamiento. Argumentó que la acción y el pensamiento correctos, dependen del control que la razón ejerce sobre las emociones corporales. Una persona sabia es la que sigue los dictados de la razón en lugar de los dictados de las pasiones momentáneas y conflictivas que proceden del cuerpo. La razón nos guía para actuar en favor de nuestros propios intereses.
            La ética de B.Spinoza, así como su visión de la humanidad, son de carácter estoico. El universo físico está más allá de nuestro control, pero no lo están nuestras pasiones. Por tanto, la sabiduría es una forma de autocontrol racional en vez de un vano esfuerzo por controlar a la naturaleza o a Dios.
            Como complemento, y a continuación, se transcribe un poema de Jorge Luis Borges dedicado a Baruch Spinosa:

Las traslúcidas manos del judío
labran, en la penumbra, los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío
(Las tarde a las tardes son iguales).
La manos y es espacio de jacinto
Que palidece en el confín del Ghetto
Casi no existe para el hombre quieto
Que está soñando un claro laberinto

Jorge Luis Borges:(1964). pag 930


C.4 – GOTTFRIED WILHELM LEIBNIZ ( 1646 – 1716) – Los niveles de conciencia     

Antecedentes personales e intelectuales - Gottfried Wilhelm Leibniz nació en Leipzig en 1646, dos años antes de que se firmara la Paz de Westfalia, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años. El hecho de quedarse huérfano muy pronto no le impidió adquirir una buena formación, lo que le permitió entrar en la universidad de Leipzig con apenas quince años, donde se familiarizó con el pensamiento aristotélico, platónico y escolástico, así como con la filosofía de Descartes. A los veinte años se doctoró en Derecho en la universidad de Altdorf, tras ver rechazado su examen de doctorado en Leipzig, a causa de su juventud.  Leibniz declinó la oferta de dedicarse a la enseñanza en la universidad y orientó su vida a la carrera política y diplomática. Comisionado por el príncipe elector de Maguncia, Von Boineburg, Leibniz fue a París con el objetivo de convencer al rey Luis XIV de que dejara de amenazar a los Países Bajos y Alemania, y dirigiera sus afanes expansionistas hacia el mundo no cristiano, Egipto en concreto. Leibniz no tuvo éxito en esta misión, pero durante su residencia en Francia conoció los trabajos matemáticos de Pascal, estudió a Descartes y leyó el manuscrito de la Ética de Spinoza, a quien conocería más tarde en Holanda.
El año 1676 fue nombrado bibliotecario y consejero de la corte de Hannover, y en esta ciudad pasó el resto de su vida, con las únicas interrupciones de sus viajes, que le llevaron a sitios como Berlín, Viena y Roma, entre otros. Poco antes de su muerte, ocurrida el año 1716, Leibniz perdió el favor de los príncipes electores; cayó en desgracia y murió sólo y desencantado, aunque no dejó de escribir hasta el último día de su vida.
Aportes a la psicología – Su metafísica es en extremo compleja. Brevemente se puede señalar que concibió al universo como compuesto de una infinidad de entidades similares a puntos geométricos a las que dominó mónadas, cada una de las cuales poseería vida y un cierto grado de conciencia. Los humanos y los animales están formados por mónadas que sirven a otra mónada más consciente y, por ello, dominante.
            La teoría de las mónadas condujo a una solución al problema mente-cuerpo, que se convertiría en una teoría cada vez más popular a lo largo de los siglos siguientes. Leibniz propuso una respuesta que, desde entonces, ha sido conocida por paralelismo psicofísico. Según Leibniz, Dios habría creado una infinitud de mónadas que constituyen al universo, de tal forma que existiría una armonía preestablecida entre todas las mónadas  Utiliza, como analogía, el ejemplo de dos relojes  idénticos que han sido puestos en marcha al mismo tiempo. Aunque no estén conectados entre sí, ambos trabajan sincronizados uno con el otro, o sea, cada uno de los relojes marchará siguiendo un curso de desarrollo idéntico y paralelo, sin que exista interacción entre ellos, igual que lo hacen la mente y el cuerpo. La conciencia (mente) refleja exactamente lo que ocurre en el cuerpo, pero tan sólo porque Dios ha preestablecido esta armonía. De hecho, este esquema fue aplicado por Leibniz a todo el universo, considerando que las mónadas nunca interactúan entre ellas, sino que permanecerían coordinadas en su imagen del universo, debido a su perfecta armonía divina.
            Leibniz apoyó la existencia de las ideas innatas; consideraba que muchas ideas, tales como la idea de Dios o las verdades matemáticas, no podían ser creadas a partir de la experiencia por ser demasiadas abstractas, por tanto, serían innatas. Pero lo más importante de las ideas de Leibniz para la psicología están relacionadas con su concepción de la percepción, puesto que, a partir de estas ideas, se preparó el terreno tanto para la psicofísica como para la psicología científica. En primer lugar, Leibniz distinguió entre pequeña percepción y la percepción. La primera de ellas es un suceso estimulante tan débil que no llega a ser percibido. Utilizando la metáfora más típica de Leibniz, podríamos decir que no somos capaces de escuchar el sonido de una gota de agua cuando golpea sobre la playa, ya que lo que oímos es el sonido de la ola que está compuesta por miles de gotas de agua que golpean al mismo tiempo sobre la arena. De esta manera, nuestra percepción del golpe de la ola está compuesta por innumerables pequeñas percepciones, en que cada una de ellas es demasiado débil para que la escuchemos, pero, estas pequeñas percepciones todas juntas, constituyen una experiencia consciente. La explicación de Leibniz también implica la existencia del inconsciente o, tal como lo señala él, “cambios en el alma de los que no somos conscientes”. (cit. en Leahey, 1986). Modificado y adoptado por S. Freud en el siglo XIX, el concepto inconsciente llegaría a ejercer un importante impacto en la psicología.
            También traza Leibniz una distinción entre percepción y sensación. Una percepción sería una idea primaria y confusa, que no es realmente consciente y que puede darse tanto en los animales como en los humanos. Sin embargo, una persona puede refinar y perfilar las percepciones, llegando a conocerlas reflexivamente en su conciencia. En este momento, se transforman en sensaciones (el uso de estos términos es prácticamente opuesto al uso característico de la psicología moderna. En la actualidad, una sensación hace referencia a un proceso de recepción sensorial, mientras que la percepción sería un hecho mental, formado por, además de la sensación, juicios, experiencia vivencial, etc.). A este proceso de refinado de sensaciones, Leibniz lo denominó apercepción que también participa en el proceso de la unión y fusión de las pequeñas percepciones.
            Según Leibniz, el componente principal de la apercepción es la atención, que puede ser diferenciada en dos tipos: atención activa y atención pasiva. Cuando estamos concentrados en la realización de alguna actividad (atención activa), podemos no percatarnos de la presencia de otro estímulo hasta que se torne tan intenso que atrae inevitablemente nuestra atención. En este caso, el cambio que se produce en la atención es de carácter pasivo, ya que es el estímulo nuevo el que capta la atención. Por otro lado, y siguiendo siempre a Leibniz, la atención también puede ser voluntaria y, en algunos trechos de sus obras, la relaciona con los procesos de apercepción; así, la apercepción sería un acto de voluntad.
D - EL SIGLO XVIII – LAS SEMILLAS DEL CAMBIO

            Durante el siglo XVII se sembraron las bases para el desarrollo de la Ilustración a lo largo del Siglo XVIII. En el universo mecánico de Descartes y de Newton, no había lugar para el alma. La ciencia y la razón sustituirían definitivamente a la religión. Los seres humanos serían considerados como máquinas sin alma y las sociedades sería derribadas en nombre de la felicidad material.
            Los viajes marítimos en busca de nuevas civilizaciones se encontraron con culturas primitivas extrañas. Para Hobbes y Locke, estos hombres salvajes representaban a la humanidad en su estado natural de infelicidad y aún por civilizar. Pero ¿eran infelices los nuevos pueblos americanos? Vivían de acuerdo con su instinto natural, cerca de la naturaleza, y sin estar encadenados a lo artificial. Puede ser que la felicidad resida en la renuncia a la razón, con sus formas de actuación abstractas y artificiales, para volver a los instintos de los salvajes que viven felices. Estaba a punto de iniciarse una reacción en contra de la razón. El poeta Chaulieu escribió en el año 1708: “la razón es una inagotable fuente de errores, el veneno que corrompe los sentimientos naturales”(Hazard, 1963, p.396)
            Aquí podemos ver ya sembradas las semillas de la Rebelión Romántica contra la razón y en favor del concepto del noble salvaje. En la medida en que la razón iba exigiendo más de los seres humanos, la tensión entre el individuo y la sociedad – tan intensamente percibida por S.Freud – se iría incrementando.         
BIBLIOGRAFÍA

Bohannan, Paul: (2003) - Lecturas de Antropología. 3ªEd.- McGraw Hill – Barcelona
Borges, Jorge Luis:(1964) - Obras Completas – Emecé – Buenos Aires
Gaukroger, S.: (1995)- Descartes – El Ateneo – Madrid
Hazard, P.: (1963) - El Pensamiento Europeo – 2ªEd. – FCE – México
Leahey, Thomas H. : (1986) - Historia de la Psicología – 3ª Ed. – Debate – Madrid
-          (1998) - 4ª Ed – Prentice Hall – Madrid
Gallardo, A. : (1998) - Historia, Filosofía y Epistemología de la Psicología – Univ.N. de México
Rossi, P.J.: (1975) - Razón  y Misticismo en la Revolución Científica – Ateneu – Barcelona
Silveira, Pablo : (2002) – Historias de Filósofos – Taurus – Buenos Aires
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