Principios
Organizadores:
La Revolución Científica
– la mecanización de la imagen del mundo
La
reconstrucción de la
Filosofía
Filosofía,
Ciencia y Asuntos Humanos
Aportes a la Psicología Científica
III. A - LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
Para el pensador de la Edad Media, el universo
era un lugar misterioso en que cada hecho tenía un significado especial y que
se organizaba en una gran jerarquía que iba de Dios al mundo material, pasando
por los ángeles y los seres humanos. Esta visión de mundo era profundamente
espiritual, ya que la materia y el espíritu no estaban nítidamente separados.
En el siglo XVII, se atacó esta perspectiva y se sustituyó por una visión científica, matemática y mecánica. Los científicos de la naturaleza demostraron el fundamento mecánico de los fenómenos, tanto celestes como terrestres y, más tarde, de los cuerpos de los animales. Con el tiempo, la aproximación mecánica se extendería a la propia humanidad y al estudio de los asuntos humanos, desde la política hasta la psicología, sería sometido al método científico. En 1800, tanto el universo como la humanidad se consideraban máquinas sujetas a leyes naturales. En el desarrollo de este proceso, desapareció la antigua visión del mundo y de su relación con el ser humano, en lo que todo se entendía como un conjunto de símbolos de significado místico.
En el siglo XVII, se atacó esta perspectiva y se sustituyó por una visión científica, matemática y mecánica. Los científicos de la naturaleza demostraron el fundamento mecánico de los fenómenos, tanto celestes como terrestres y, más tarde, de los cuerpos de los animales. Con el tiempo, la aproximación mecánica se extendería a la propia humanidad y al estudio de los asuntos humanos, desde la política hasta la psicología, sería sometido al método científico. En 1800, tanto el universo como la humanidad se consideraban máquinas sujetas a leyes naturales. En el desarrollo de este proceso, desapareció la antigua visión del mundo y de su relación con el ser humano, en lo que todo se entendía como un conjunto de símbolos de significado místico.
El resultado de la revolución
científica es incuestionable porque desplazó a la tierra del centro del
universo y hizo de éste una máquina gigantesca, completamente independiente de
los sentimientos y de las necesidades humanas. Derribó a la filosofía académica
escolástica, sustituyéndola por una búsqueda pública de regularidades
matemáticas, precisas y contrastables, a través de la experimentación. De la
revolución científica también surgió la idea de que los hombres podían mejorar
su destino a través de la razón y del experimento, en lugar de recurrir a la
oración y a la devoción (Rossi, 1975)
La revolución científica
transcurrió durante un largo periodo y se alimentó de muchas fuentes; fue una
revolución que produjo un cambio profundo y permanente en la vida humana y en
la forma de entender al hombre. Se puede afirmar que comenzó en 1543 con la
publicación del libro de Nicolás Copérnico La Revolución de
las Órbitas Celestes, libro en el que proponía ser el sol y no la tierra el
que ocupaba el centro del sistema solar. Sigmund Freud definiría con posteridad
la hipótesis de Copérnico como el primer gran golpe al ego humano. A
partir de entonces, los seres humanos tuvieron que dejar de enorgullecerse de
vivir en el centro del universo y de ser aquellos alrededor de los que giraba
todo.
Las leyes del movimiento de
Isaac Newton, publicadas en 1687, supusieron el argumento definitivo para
demostrar que el universo era una máquina, pero una máquina celestial, creada
por Dios, como Maestro y Artesano, que había construido una máquina perfecta y
la había puesto en funcionamiento. Así, el cristianismo y la ciencia, la fe y
la razón, parecían perfectamente armonizadas en esta cosmovisión.
Durante la revolución
científica se propuso una importante distinción epistemológica que, en cierta
manera, contribuyó a la creación de la psicología. Esta distinción está
relacionada con la correspondencia entre el mundo tal y como se nos aparece en
nuestra experiencia y el mundo tal y como es en sí mismo. Siguiendo a
Aristóteles, los pensadores medievales habían creído que cada sensación
consciente correspondía a algo que existía realmente en la naturaleza. A partir
de Galileo Galilei (1564-1642), los científicos argumentaron que algunas
cualidades sensoriales, las cualidades primarias, son objetivas,
mientras que otras, las propiedades secundarias, son de carácter
subjetivo. Las propiedades subjetivas son aquellas que dependen del estado del
que las percibe. Por ejemplo, el color es percibido tan sólo por aquellos que
poseen la totalidad de los conos de la retina. Aquellos que no cuentan con una
dotación completa de conos en la retina, sufren de ceguera parcial o total del
color. El color, por lo tanto, no existiría si todos los humanos no contáramos
con las condiciones biológicas de la retina adecuadas para percibirlo.
Por otra parte, algunas de las
propiedades que experimentamos pueden ser medidas en forma cuantitativa,
independientemente de la conciencia individual; por ejemplo, podemos contar
objetivamente cuántas clases de objetos existen en un determinado lugar, cuánto
pesa cada uno, cuánto espacio ocupa cada uno, y así sucesivamente. Los
científicos trazaron la distinción entre propiedades primarias y secundarias
como una forma de garantizar que la ciencia – el estudio de la máquina del
mundo – sería objetiva e independiente de los errores humanos. En gran medida,
esta distinción entre propiedades, determinó la creación de la psicología o, al
menos, de la psicología de la conciencia, ya que, desde este momento, los
científicos se vieron obligados a preguntarse cómo y porqué se originan las
propiedades secundarias.
Si la experiencia simplemente
refleja el mundo como es, el problema de cómo lo hace es una cuestión legítima,
pero carente de interés. Pero, si por el contrario, el mundo de la experiencia
es radicalmente diferente del mundo real, la creación de este mundo subjetivo –
nuestro mundo, como seres humanos – se convierte en un tema mucho más
interesante e importante. Con el tiempo, el mundo subjetivo de la experiencia
se manifestaría como un problema insoluble y la psicología de la conciencia
daría paso a la psicología objetiva del comportamiento.
III.B
- LA RECONSTRUCCIÓN
DE LA
FILOSOFÍA
Le revolución científica
parecía requerir que las concepciones en torno a la naturaleza humana y la
mente humana fueran reconsideradas. La antigua ciencia fue desacreditada y, de
la misma forma, se desacreditó a la filosofía anterior. Era el momento de
desechar las viejas psicologías para buscar nuevas orientaciones. Los dos
filósofos más importantes que se empeñaron en esta búsqueda fueron el francés
René Descartes y el inglés John Locke.
B.1 – RENÉ
DESCARTES (1596-1650) – La creación de la conciencia
La
psicología, tal como la conocemos en la actualidad, comenzó con Descartes
(Leahey, 1986). Creó un marco de pensamiento en torno a la mente y al cuerpo,
en cuyo contexto han trabajado desde entonces todos los filósofos y los
psicólogos, aún cuando se dedican a atacar las ideas cartesianas. Descartes
realizó una aproximación radicalmente nueva a la psicología, en el seno de una
visión de mundo cristiana, que había sido profundamente modificada por la Reforma y que había
sufrido una importante reorganización, tras la revolución científica.
Descartes
estuvo estrechamente relacionado con un círculo de católicos reformistas
liderado por el científico Marin Merssene (1588-1648). Estos pensadores se
mostraban particularmente preocupados por las ideas del naturalismo
renacentista, ideas científicamente atractivas pero que, desde el punto de
vista religioso, eran peligrosas porque parecería dar a entender que la propia
materia tendría poderes sobrenaturales. Si el imán tiene poderes naturales para
atraer los metales, parece que tan sólo
basta dar un paso para afirmar que el cerebro tiene en sí mismo el poder de
pensar. Los médicos medievales y renacentistas ya habían atribuido al
cerebro la sensación, la percepción, el sentido común, la memoria y otras
facultades, por tanto, ¿porqué no atribuirle también al cerebro el
pensamiento y el conocimiento? Sin embargo, si todas las funciones mentales
eran corporales, tales como Aristóteles había creído, la existencia del alma
cristiana se ponía inmediatamente en duda.
Para
contrarrestar a la filosofía de la naturaleza renacentista, Descartes y su
grupo de seguidores inauguraron y defendieron una visión mecánica del universo,
afirmando que la materia era absolutamente inerte, no poseía magnetismo, ni
gravedad, ni cualquier otro poder activo de ninguna clase. Este poder activo
estaba reservado a Dios. La materia cambiaba o se desplazaba tan sólo cuando
era impulsada físicamente por otro elemento material.
La
concepción cartesiana en torno a la mente y al cuerpo fue cuidadosamente
planeada dentro de este marco religioso-científico y sería decisiva en la forma
que adoptaría la psicología científica todavía en embrión.
Conozcamos, a continuación,
quien fue René Descartes, en un resumen biográfico.
Antecedentes personales
e intelectuales - Nació en Touraine
en 1596, en el seno de una noble familia francesa. Estudió con los jesuitas en
el colegio de La Flèche,
ganando una gran afición a las matemáticas y un cierto escepticismo con
respecto a las demás ciencias. Después de participar durante una breve
temporada en la vida social de París, se encerró por dos años en una vivienda
de esta ciudad, oculto incluso a sus amigos, para entregarse por completo al
estudio de las matemáticas. Tras este retiro, se alistó como soldado y
participó en la Guerra
de los Treinta Años, no porque se sintiera movido a ello por sentimientos
patrióticos, sino porque quería conocer a fondo el mundo y la naturaleza
humana. A esta etapa militar siguieron varios viajes por Europa, tras las
cuales decidió establecerse en los Países Bajos, donde pasó un largo período de
casi veinte años, dedicado al retiro y a la investigación científica. Llamado
por la reina Elizabeth de Suecia, que quería que el propio Descartes le
explicara algunos puntos de su pensamiento, se trasladó a Estocolmo en el año
1649, pero su salud no soportó el clima de esas latitudes y murió en esa ciudad
el año siguiente - 1650.
Aportes a la
psicología - Por su intento de construir todo el edificio del pensamiento
humano a partir de bases firmes e inconmovibles, puede decirse que Descartes es
el primer filósofo moderno en sentido estricto. Para no partir de bases poco
sólidas, Descartes se propuso dudar de todos los conocimientos y creencias
vigentes entonces, hasta que pudiera encontrar alguna verdad de la que fuera
imposible dudar. Tal verdad creyó hallarla en la constatación de que, aunque
dudara de todo, no podía dudar del hecho de que estaba dudando, verdad que
expresó en la célebre frase: «Pienso, luego existo». A partir de esta
verdad, fue construyendo toda su filosofía, en la que demuestra la inmortalidad
del alma, la existencia de Dios y la existencia del mundo externo.
Descartes es el fundador del racionalismo moderno, que defiende la
teoría de que el entendimiento posee ideas que no proceden de los sentidos, a
partir de la cuales podemos llegar a conocer las verdades fundamentales sin
necesidad de recurrir a la información que nos proporciona la percepción
sensible. Descartes fue, además, un notable matemático, creador de la geometría
analítica y de las coordenadas, logro que le asegura un puesto entre los
grandes matemáticos de todos los tiempos.
Los dos períodos del trabajo de R. Descartes - El
trabajo desarrollado por Descartes puede dividirse en dos periodos. En el primero,
se centró en proyectos científicos y matemáticos, destacando su interés por la
física, pero con una creciente atención por la fisiología. Su principal
proyecto filosófico en este periodo fue descubrir las reglas metodológicas por
las que la mente debía regirse en la búsqueda de la verdad. En noviembre de
1633, en vísperas de la publicación de su obra Le Monde, Descartes tomó
conocimiento de la condena que la Inquisición había impuesto a Galileo por su
defensa de la hipótesis de Copérnico. En un primer momento, Descartes pensó en
quemar todos sus escritos, temeroso de sufrir la misma suerte de Galileo,
atendiendo a que su propio sistema se basaba, en gran parte, en las teorías de
Galileo.
Así
comenzó el segundo periodo en la obra de Descartes, fundamentalmente
filosófico, Decidió que, para que sus puntos de vista científicos consiguieran
aceptación, se necesitaba una justificación filosófica cuidadosa y convincente.
A partir de ese momento comenzó a desarrollar la filosofía que lo haría famoso
e influyente.
Es
importante entender el objetivo que Descartes se planteó al comprometerse a
explicar fisiológicamente los procesos mentales, ya que será fundamental para
entender los problemas que, posteriormente, encontraría en su propia teoría
sobre la conciencia humana, así como para comprender su complejo, problemático
e incluso contradictorio legado a la psicología. Dentro del renovado marco
cristiano propuesto por Descartes, los antiguos tratamientos de las facultades
eran inaceptables, precisamente porque habían dotado a la materia de poderes
similares a los del espíritu. El objetivo de Descartes fue mostrar que un
número de funciones psicofisiológicas, que siempre habían sido conocidas como
corpóreas, podrían ser explicadas de forma que no hubiera que concederle
sensibilidad a la materia (Gaukroger,p.278, cit Leahey, 1986). Descartes
describe un universo mecánico que se comporta exactamente igual que el nuestro,
invitándonos, de esta forma, a creer que es el nuestro. Nos pide que
imaginemos “estatuas o máquinas de barro” (sin duda, un hombre máquina),
cuyas operaciones externas describe en detalle, invitándonos a creer que estos
hombres-máquina somos nosotros, excepto por el hecho de que carecen de
alma. El optimismo cartesiano al considerar que se podía explicar el
comportamiento de los animales y, en gran parte, del comportamiento humano, con
el producto de una maquinaria interna, había sido alentada por las capacidades
altamente desarrolladas de los artesanos contemporáneos a Descartes, quienes
construían estatuas de animales y de personas que se comportaban como seres
vivos. Al ver estas estatuas mecánicas moviéndose y respondiendo ante diversos
estímulos, favoreció la creencia cartesiana de que los animales eran también
máquinas sofisticadas.
En la
lucha por expulsar a las creencias de los poderes mágicos y ocultos de la
materia, Descartes inició esta tendencia consistente en la reducción de las
funciones mentales a procesos mecánicos. La novedad y la originalidad de la
empresa iniciada por Descartes es, probablemente, difícil de apreciar en la
actualidad.
Los
problemas para la psicología cartesiana, al igual que para todos los psicólogos
posteriores, comienzan cuando volvemos a encontrarnos con el alma humana que
Descartes, como buen cristiano, había tenido que excluir de la explicación
mecanicista del hombre. Así, para Descartes, el alma humana se distingue de las
funciones del cuerpo animal porque posee el poder de pensar, poder que
se caracteriza, según él, por incluir tres importantes facetas : la experiencia,
el comportamiento y la posesión del lenguaje. Esto es lo novedoso en la
obra de Descartes: estas tres facetas permiten establecer la diferencia entre humanos
y animales. A los animales, aún conscientes de su entorno, les falta
pensamiento consciente y reflexivo sobre sí mismos. Trazó, así, una línea
divisoria entre conciencia simple y autoconciencia. Los animales
son máquinas que siempre responden a los estímulos en forma refleja; los seres
humanos pueden responder a situaciones completamente nuevas, aplicando sobre
ellas el pensamiento (Leahey, 1998). Por otro lado, el lenguaje, en la
opinión de Descartes, era exclusiva de los humanos. Esta capacidad exclusiva de
los seres humanos para formular proposiciones era innata en la
mente.
Descartes
buscaba encontrar un fundamento filosófico firme para la ciencia, aparentemente
peligrosa, que estaba desarrollando; para encontrar este fundamento, adoptó el método
de la duda radical. Decidió dudar sistemáticamente de cada una de las
creencias hasta que encontró una verdad tan evidente que no podía ser objeto de
duda. En realidad, su propósito no era poner en duda las verdades de sentido
común, sino obligarse a encontrar razones sólidas para creer en ellas. Buscaba
razones explícitas para sostener las creencias intuitivamente obvias y
proporcionar, de esta forma, un fundamento para sus investigaciones
científicas. Concluyó que podía dudar de todo, menos de su propia existencia,
como un ser autoconsciente y pensante. No se puede dudar de que se está dudando
porque, al hacerlo, se convierte en real la acción que está supuestamente en
duda. Dudar es, así, un acto de pensamiento y Descartes expresó su primera
verdad indudable a través de la conocida sentencia “Cogito ergo sum” – pienso
luego existo. El alma, de carácter pensante, es una sustancia
espiritual sin ningún tipo de componente material, que no ocupa espacio y que
es completamente independiente del cuerpo. Propuso, de esta forma, un nuevo dualismo
radical en el que el alma y el cuerpo eran totalmente diferentes y no
compartían ni materia ni forma. El alma residiría dentro del cuerpo mecánico,
recibiendo las sensaciones del mismo y dirigiéndolo a través de las acciones de
la voluntad. No fue Descartes el primero a demostrar su propia existencia a
través de la actividad mental. Parménides dijo “Es lo mismo pensar y ser”
y San Agustín había escrito “Si me engaño, existo”.
El
dualismo mente-cuerpo cartesiano se transformó en una manera de explicar el
dualismo de las propiedades sensoriales primarias y secundarias. De acuerdo a
Descartes, el mundo material estaba formado por corpúsculos o átomos
que poseen tan sólo las propiedades de extensión en el espacio y de la
localización física. Además de este mundo material, que incluye el cuerpo,
existe un mundo subjetivo, el de la conciencia y de la mente.
Así, para Descartes, existen dos mundos: uno material, mecánico, objetivo,
científicamente cognoscible, tal como es en la realidad y otro mundo subjetivo
de la conciencia humana, que puede ser conocido a través de la introspección –
el mundo del individuo, como ser pensante. Así, el argumento cartesiano del cogito
desembocó en una concepción en la que la conciencia se convirtió en algo
que podía ser investigado, separando radicalmente al yo de la experiencia
consciente. Esta división entre las propiedades sensoriales primarias y
secundarias destruyó la creencia tradicional en la validez de la experiencia.
Los humanos podemos analizar nuestra experiencia con objetividad y examinarla
como un conjunto de objetos-sensaciones que no forman parte del yo.
La psicología de la conciencia
(W.Wundt) nació como un producto de la posición filosófica de Descartes porque
se dio por sentado, científicamente, que la conciencia es un conjunto de
sensaciones proyectadas en la mente que el yo puede examinar reflexivamente. La
ciencia psicológica se definió como el estudio reflexivo e introspectivo de
las sensaciones en cuanto tal (Leahey, 1986). Al someter la
experiencia al control experimental, las sensaciones se pudieron observar en
detalle y, a partir de esta observación, se hizo posible plantear y evaluar
teorías acerca de las mismas. La conciencia pasa a ser algo
necesariamente subjetivo, una representación de como es el mundo para cada uno
de los humanos; por eso, se convirtió en un imperativo estudiarnos a nosotros
mismos, - por medio de la psicología -
de tal forma que las aportaciones subjetivas a la experiencia pudieran
ser eliminadas, dejando tan sólo la verdad objetiva (Gaukroger,p.184, cit
Leahey, 1986). En el siglo posterior, durante la Ilustración, la
psicología se convertiría en algo todavía más importante, a medida en que los
filósofos comenzaron a basar la ética, la política y la definición de una
“buena sociedad” en el estudio de la naturaleza humana.
La
concepción radicalmente novedosa que propuso Descartes sobre el alma y el
cuerpo, estaba en sintonía con la revolución científica, que había comenzado a
cuestionar la validez de la percepción y a considerar al mundo como una
máquina. La psicología cartesiana y las variantes desarrolladas por algunos de
sus seguidores se extendieron rápidamente al mundo intelectual europeo,
convirtiéndose en el punto de partida para prácticamente todos los estudiosos
de la psicología.
B.2 – JOHN LOCKE (1632 – 1704) –
El entendimiento humano
Antecedentes
personales e intelectuales - John Locke nació en Wrington, condado de
Somerset, Inglaterra, en 1632, hijo de un jurista de ideas puritanas. Estudió
en Oxford ciencias naturales, medicina y teoría del Estado. Lord Shaftebury lo
tomó bajo su protección como preceptor, consejero y médico de la familia, y
Locke participó en la vida política de su país, ocupando diversos cargos de
responsabilidad, que se vieron interrumpidos por sus estancias en Francia
(1675-1679) y Holanda (1683-1688). Con el ascenso de Guillermo de Orange al
trono de Inglaterra, en el año 1689, Locke regresó a su país y durante once
años ocupó un puesto oficial como responsable de comercio y agricultura. En
1700 se retiró de la vida política y murió cuatro años más tarde, en la casa de
campo de un noble amigo suyo.
Aportes a la
psicología - Su interés por la filosofía se despertó leyendo a Descartes,
aunque su pensamiento se aparta del racionalismo cartesiano para dar lugar a
una nueva corriente filosófica, el empirismo, según la cual todas las
ideas del entendimiento provienen del conocimiento sensible. De las
sensaciones, llamadas por Locke ideas simples, proceden las demás ideas
( las complejas) por un proceso de asociación y combinación.
En cuanto a las ideas políticas, J.Locke se adelanta
en cierta medida a Montesquieu, al defender la separación de los poderes
legislativo y judicial, con la supremacía del primero. Su convencida defensa de
la tolerancia y su confianza en los derechos naturales de los hombres libres,
influyeron de forma decisiva en el posterior desarrollo de las democracias
occidentales.
La obra principal de J.Locke es Ensayo Sobre el Entendimiento Humano,
publicada como esbozo en 1670, y en su versión completa veinte años más
tarde. El objetivo de este libro, como dice el mismo J.Locke en el capítulo de
introducción, es investigar el origen, la certeza y el alcance del conocimiento
humano. Este programa lo lleva a cabo en los cuatro libros de que consta la
obra. En el primero de ellos, J.Locke refuta la teoría del innatismo sobre el
origen de las ideas; en el segundo se estudian las distintas clases de ideas y
su origen; el tercer libro trata del lenguaje y el cuarto libro trata de la
distinción entre conocimiento y opinión.
Al igual
que Descartes, J Locke quería entender de qué forma funciona la mente humana,
cuáles son las fuentes de sus ideas y los límites del conocimiento. Sin
embargo, como corresponde a un médico y a un político, estuvo menos controlado
por un sistema metafísico comprensivo de lo que había estado Descartes. Su
imagen de la mente fue simple y, según los angloparlantes que le siguieron, de
sentido común. Así, J.Locke se pregunta qué es lo que la mente humana puede
llegar a conocer, sugiriendo que, desde el momento en que la mente, en todos
sus pensamientos y razonamientos, no tiene otro objeto inmediato sino sus
propias ideas, es evidente que nuestro conocimiento está tan sólo
relacionado con ellas (Leahey, 1998). Recuperó la teoría cognitiva de la copia,
al considerar que las ideas son representaciones mentales de los objetos. La
mente no conoce formas o esencias y ni siquiera a los objetos en sí mismos,
sino que tan sólo conoce sus propias ideas. ¿De dónde vienen nuestras ideas? La
respuesta, según J.Locke, es de la experiencia – en ella se fundamenta y
de ella se deriva todo nuestro conocimiento.
Existen
dos fuentes de conocimiento: la primera corresponde al primer tipo de
experiencia y es la sensación, que produce las ideas de los objetos que
provocan la sensación, incluyendo el placer y el dolor. La segunda fuente de la
experiencia es la reflexión, o sea, la observación de nuestros propios
procesos mentales. Al plantear el proceso de la reflexión, J.Locke abordó un tema muy importante relacionado con
la mente porque Descartes estaba seguro que pensaba, pero no dijo que
supiera cómo pensaba; J.Locke propuso que, además de observar su propia
experiencia del mundo exterior (la sensación), el yo puede observar sus
propios procesos mentales por medio de la reflexión.
J.Locke
suele ser considerado el padre del empirismo, puesto que planteó el
principio empírico según el cual el conocimiento deriva solamente de la
experiencia. Fue el primero que propuso la famosa comparación entre la mente y
una tabula rasa o trozo de papel en blanco, sobre el que la experiencia escribe
las ideas. Con esta propuesta, J.Locke consideró que la idea de la moral innata
y las verdades metafísicas eran el sustento del dogmatismo (fue acusado, por
varios autores de la época, de ser un peligroso ateo por negar la existencia de
las verdades morales innatas). Sin embargo, no niega en totalidad la existencia
de las ideas innatas; consideró que una gran parte de la personalidad y de las
capacidades de un niño son innatas o heredadas.
Las escuelas de su época usaban
máximas filosóficas como base de la enseñanza, y se obligaba a los estudiantes
a aceptarlas primero para, después, proceder a su demostración. En sus trabajos
sobre educación, J.Locke abogó por el principio del descubrimiento,
según el cual los estudiantes deberían mantener sus mentes abiertas,
descubriendo la verdad a través de la experiencia y siguiendo sus propios dotes
intelectuales, en vez de ser sometidos a la “camisa de fuerza” que
representaban las máximas escolásticas. Para J.Locke, la mente no era solamente
una instancia vacía, lista para ser llenada por medio de la experiencia; la
mente era un complejo mecanismo de información-procesamiento, preparado para
convertir el material procedente de la experiencia sensorial en conocimiento
humano organizado. La experiencia directa nos proporciona ideas simples
que son posteriormente elaboradas y combinadas entre ellas, por la maquinaria
mental, para formar ideas complejas. Creyó que, de esta forma, todo el
conocimiento humano, incluyendo la ética y la estética, podría ser
sistematizado.
Para J.Locke, los motivos
básicos del hombre eran buscar la felicidad y evitar el dolor, como principios
básicos innatos. En esta búsqueda de la felicidad, la libertad de acción es
más importante que la libertad de la voluntad y Locke se pregunta: ¿los
seres humanos somos libres? y
propuso, en primer lugar, una respuesta que se tornó popular en la época:
plantear si la voluntad es libre, es plantear la cuestión de manera
equivocada. La pregunta adecuada es ¿nosotros somos libres?. Desde este
punto de vista, la respuesta es sencilla: somos libres cuando somos capaces de
hacer lo que queremos, aunque no seamos conscientes de nuestros deseos (Leahey,
1998). Tan sólo deseamos lo que realmente queremos y todos queremos la felicidad.
Mientras que somos felices, porque conseguimos lo que deseamos, nos sentimos
libres y no nos preocupamos con la supuesta “ausencia de libertad de la
voluntad”. Sin embargo, el yo debe
controlar el deseo.
La versión de J.Locke del yo
racional separado radicalmente de la experiencia, que puede ser críticamente
escudriñado de la misma forma que la conciencia, resultó ser muy influyente tanto en Gran Bretaña, donde
los filósofos posteriores construyen sus teorías a partir de ella, como en
Francia, donde fue popularizada por Voltaire como una imagen menos metafísica y
más simple de la mente.
C
- FILOSOFÍA, CIENCIA Y ASUNTOS HUMANOS
Tras la estela de la revolución
industrial, se hizo evidente que la posición de la humanidad dentro de la
naturaleza tenía que ser reevaluada. A medida en que la religión comenzaba a
perder autoridad y la ciencia comenzaba a asumir la suya propia, empezaron a
demandarse nuevos valores y respuestas a las tradicionales preguntas de la
filosofía, de la psicología y de la política.
La tarea de reelaborar la forma
en que el ser humano se entendía a sí mismo y a su propia vida, dentro del
marco de la ciencia, es una empresa en la que la psicología está estrechamente
involucrada y que se sigue llevando a cabo en la actualidad. La ciencia plantea
preguntas muy importantes sobre las fuentes de la conducta humana, el papel que
juegan los valores, la responsabilidad moral y el lugar de los sentimientos en
una visión de mundo fundamentada en la razón y en la investigación científica.
A lo largo del siglo XVII, los
filósofos comenzaron a enfrentarse a estos problemas y a ofrecer algunas
soluciones.
C.1
– THOMAS HOBBES (1588- 1679) – Las leyes de la vida social
Antecedentes personales e intelectuales - Thomas
Hobbes nació en Inglaterra, Malmesbury, Wiltshire, el 5 de abril de 1588; era
hijo de un clérigo de Wesport. En 1603 realiza sus estudios en el Magdalen Hall
de la Universidad
de Oxford, donde se interesa por la filosofía escolástica y de lógica,
graduándose en 1608. Ese mismo año se hace cargo del hijo de William Cavendish
(conde de Devonshire), lo que le permitió conocer a la nobleza y a las elites
intelectuales. Su primer viaje por el continente Europeo lo realiza en 1610, a raíz del cual
Hobbes toma conciencia del poder que todavía ejercía el escolasticismo en la
mayoría de los ámbitos de conocimiento. Fue considerado, a lo largo de la
historia del pensamiento, una persona oscura; de hecho, en 1666 en Inglaterra,
se quemaron sus libros por considerarle ateo. Posteriormente, tras su muerte,
se vuelven a quemar públicamente sus obras. En vida, Hobbes tuvo dos grandes
enemigos contra los que mantuvo fuertes tensiones: la Iglesia Anglicana
y la Universidad
de Oxford. No obstante, se le considera como la línea de ruptura con la Edad Media, y las
descripciones que hace de la realidad de la época son impresionantes. Estuvo
siempre en contacto con la
Real Sociedad de Londres, sociedad científica
creada por Cavendish, que fue su patrón.
La época de Hobbes se
caracteriza por una gran división política la cual confrontaba dos bandos bien
definidos:
-
Monárquicos: que defendían la monarquía absoluta
aduciendo que la legitimidad de ésta venía directamente de Dios.
- Parlamentarios: afirmaban que la
soberanía debía estar compartida entre el rey y el pueblo.
Hobbes se mantenía en una postura neutra entre ambos
bandos ya que, si bien afirmaba que la soberanía está en el rey, su poder no
provenía de Dios.
En 1637,
participó en la disputa constitucional entre el rey Carlos I y el Parlamento.
Redactó entonces un tratado defendiendo las prerrogativas reales. Esta obra
circuló en secreto en 1640 bajo el título Elementos del Derecho Natural y
Político (1650). Temiendo su arresto, viaja a París, donde permaneció en
exilio voluntario durante 11 años. En 1642 termina su obra De Cive (Tratado
del Ciudadano), exposición de una teoría sobre el gobierno. Fue profesor de
matemáticas del príncipe de Gales, más tarde rey Carlos II, también exiliado en
París. Su obra más conocida, Leviatán (1651), expone su doctrina de la
soberanía. Despertó las sospechas de las autoridades francesas por su ataque al
papado; por temor a ser detenido, regresó a Inglaterra. En 1660, se produjo la
restauración monárquica y su antiguo alumno accedió al trono. En 1666 la Cámara de los Comunes
aprobó una relación que incluía el Leviatán entre los libros
investigados a causa de sus supuestas tendencias ateas. Escribió una
autobiografía en verso latino y tradujo al inglés los versos de la Iliada y la Odisea de Homero.
Falleció el 4 de diciembre de 1679 en Hardwick, Inglaterra.
Aportes a la
psicología – La importancia de T.Hobbes viene determinada por haber sido el
primero en comprender y expresar la nueva visión científica de los seres
humanos y de su lugar en el universo. Para Hobbes, el hombre es un cuerpo y,
como tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los
cuerpos-máquinas. El pensamiento o la conciencia no es una sustancia separada
del cuerpo: la "entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las
cosas, proviene y se reduce a la sensación. En polémica con la teoría
aristotélica de la sensación, Hobbes postula que ésta ha de explicarse también
a partir de postulados mecanicistas, como producto de los movimientos de los
cuerpos (materia). El apetito (deseo) y la aversión (repugnancia)
provocan determinados movimientos y acciones en los cuerpos y denominados emociones.
Los sueños y la imaginación son explicados, así mismo, como reacciones a una
gran variedad estímulos (corporales), tanto externos como internos. El
pensamiento filosófico de Hobbes se define por enmarcarse dentro del
materialismo mecanicista, corriente que dice que sólo existe un
"cuerpo" y niega la existencia del alma. También dice que el hombre
está regido por las leyes del Universo y afirma que el hombre es como una
máquina, ya que según Hobbes, el hombre se mueve continuamente para alcanzar
sus deseos; este movimiento se clasifica en dos tipos: de acercamiento (el
hombre siempre se acerca a las cosas que desea) y de alejamiento (el hombre se
aleja de las cosas que ponen en peligro su vida). Así, dice que la sociedad
está siempre en movimiento.
T.Hobbes afirmó también que lo
espiritual era una idea absurda; tan solo existe la materia y cualquier acción
humana, al igual que las de los animales, está plenamente determinada por
causas materiales en vez de espirituales. Creía que todo el conocimiento
estaba, en último término, sustentado por la percepción sensorial. Defendió el
nominalismo extremo, considerando que los universales no eran más que nombres
que servían para agrupar aquellas percepciones sensoriales que recordamos.
Descartó los argumentos metafísicos por considerarlos disputas escolásticas
referidas a conceptos carentes de sentido. Estableció una separación muy rígida
entre la filosofía (que consideraba racional y con significado) y la teología
(racional y carente de significado).
Su doctrina psicológica más
interesante es aquella que considera que el lenguaje y el pensamiento están
estrechamente relacionados y que, incluso, pone la posibilidad de que sean
idénticos; consideraba que los niños no están dotados de capacidades racionales
hasta que desarrollan la capacidad para hablar (Leahey, 1986). Así, T.Hobbes
fue el primero en una larga línea de filósofos británicos (que todavía
persiste) que identificó el pensamiento correcto con el uso adecuado del
lenguaje.
C.2
– BLAISE PASCAL (1623-1662) – El corazón tiene razones que la razón desconoce
Antecedentes
personales e intelectuales - Nació el 19 Junio de 1623 en Clermont,
Francia. El padre de Pascal, Étienne Pascal, tenía una educación ortodoxa y
decidió educar él mismo a su hijo. Decidió que Pascal no estudiara matemáticas
antes de los 15 años y todos los textos de matemática fueron sacados de su
hogar. Pascal, sin embargo, sintió curiosidad por todo esto y comenzó a
trabajar en geometría a la edad de 12 años. Descubrió que la suma de los
ángulos de un triángulo corresponden a dos ángulos rectos y cuando su padre
comprobó esto, se enterneció y entregó a Pascal un texto de Euclídes. A la edad
de 14 años acudía a las reuniones con Mersenne que pertenecía a una orden
religiosa de Minims y su cuarto en París era un lugar frecuente de reuniones. A
la edad de 16 años presentó un trozo de papel con escritos a las reuniones con
Mersenne. Contenía un número de teoremas de geometría proyectiva, incluyendo
incluso el hexágono místico de Pascal. En 1642 construyó una máquina
mecánica (calculadora) para realizar adiciones, llamada Pascalina,
destinada a ayudar a su padre, alto funcionario de las finanzas nacionales. Su
más famoso trabajo en filosofía es Pensées, una colección de
pensamientos personales sobre el sufrimiento humano y la fe en Dios. “Si
Dios no existe, uno no pierde nada al creer en Él, mientras que si existe uno
pierde todo por no creer” (Bohannan,
2003).
Pascal murió el 19 de Agosto de 1662, en París (Francia), a la edad de 39
años, después de sufrir un dolor intenso debido al crecimiento de un tumor
maligno en su estómago, que luego se le propagó al cerebro.
Aportes a la psicología – Pascal prefigura al
existencialista angustiado de tiempos recientes. Según Descartes, la duda
conduce a la certeza triunfante de la razón; según Pascal, la duda
conduce a otra duda todavía peor. Aborrecido del racionalismo exacerbado de la
época, Pascal tan solo encontró consuelo y certeza en su fe en Dios. Para él,
lo verdaderamente esencial en el hombre no era la razón natural sino la
voluntad y la capacidad de fe, es decir, el corazón. Es el corazón y no
la razón lo que humaniza a las personas. Desde esta perspectiva, Pascal nos
recuerda a los primeros escépticos cristianos aunque, en realidad, Pascal es
cartesiano si atendemos al valor que le concede a la autoconciencia, como queda
claro en esta frase de su obra Pensamientos: El hombre sabe que es desdichado. Se
siente desdichado porque es desdichado, pero es grande porque lo sabe...el
hombre es sólo un junco, lo más frágil de la naturaleza; pero es un junco que
posee el pensamiento”(cit.en Leahey, 1998).
Pascal
dudaba de la capacidad del ser humano para comprender a la naturaleza o para
entenderse a sí misma. Pero, la exclusiva autoconciencia del hombre le eleva
más allá de la naturaleza animal, pudiendo alcanzar la salvación a través de la
fe en el Dios cristiano. La angustia manifestada por Pascal, así como su
necesidad de fe, resuenan en todo el existencialismo moderno, incluso en
existencialistas ateos como Sartre.
Pascal
fue el primero filósofo que pensó que la mente humana podía concebirse como un
procesador de información y susceptible de imitación por parte de una máquina,
concepto que se convertiría en central para la psicología cognitiva
contemporánea.
A continuación, se presenta algunas frases atribuidas a
Blaise Pascal:
-
Una de las principales enfermedades del hombre es su
inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber
-
Lo último que uno sabe es por donde empezar
-
El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo y en
impedir que piense en sí mismo. Porque, por muy rey que sea, es desgraciado si
piensa en ello
-
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?
-
Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo infeliz, sino también
injusto.
-
Cuando no se ama demasiado no se ama lo suficiente
-
Dos excesos: admitir la razón y no admitir más que la razón.
-
El corazón tiene sus razones, que la razón desconoce.
-
El espíritu cree naturalmente y la voluntad naturalmente ama.
C.3 – BARUCH SPINOZA (1632-1677) – La ampliación del determinismo
Antecedentes personales
e intelectuales - Filósofo racionalista y pensador religioso holandés, es hoy
considerado como el exponente moderno más completo del panteísmo. Nacido en
Amsterdam, de padres judíos portugueses, el 24 de noviembre de 1632, Spinoza
recibió una educación que ponía un gran énfasis en el estudio de las fuentes
clásicas judías. Más tarde, sin embargo, se apartó del judaísmo ortodoxo como
consecuencia de sus estudios de ciencias físicas y por el efecto que le
produjeron los escritos del filósofo inglés Thomas Hobbes y del científico y
filósofo francés René Descartes. Se apartó de la Sinagoga y, en 1656, fue
excomulgado por los rabinos, que le desterraron de Amsterdam. Durante cinco años, Spinoza
permaneció en las afueras de la ciudad, puliendo lentes para vivir. Durante ese
periodo escribió su primer trabajo filosófico, Tratado de Dios, del Hombre y
de su Felicidad, donde se prefiguran ya las líneas maestras del que sería
su sistema filosófico.
En 1661 se trasladó a
Rinjnsburg, ciudad cercana a Leiden, y dos o tres años más tarde a Voorburg, no
lejos de La Haya. Poco
después, al trasladarse a La Haya,
se le ofreció una cátedra de filosofía occidental en la Universidad de
Heidelberg. El responsable de ello fue Charles Louis, el elector palatino. Sin
embargo, Spinoza rechazó esta responsabilidad, para poder mantenerse libre de
cualquier restricción que pudieran aplicar los teólogos sobre sus actividades
intelectuales. También rechazó una pensión que le ofreció el rey de Francia,
Luis XIV, a cambio de que dedicara al monarca uno de sus trabajos.
Su posición en la historia de
la filosofía es única en muchos aspectos. No perteneció a ninguna escuela y no
fundó ninguna. Aunque en ciertos puntos su trabajo se basaba en el de algunos
de sus predecesores, muestra y afirma un individualismo tan acusado como para
que se le pueda considerar un simple continuador o epígono, incluso en el caso
del pensamiento de Descartes.
Por la profundidad y la
grandeza de sus ideas y su notable capacidad de síntesis, Spinoza se sitúa junto
a los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos. Hasta un siglo
después de su muerte, ocurrida el 21 febrero de 1677 (a los 45 años de edad),
su pensamiento no obtuvo reconocimiento.
Aportes a la psicología – La filosofía de B.Spinoza
comienza a partir de la metafísica y concluye con una reconstrucción radical de
la naturaleza humana. Argumentó que Dios es esencialmente naturaleza, el
Creador que sustenta todas las cosas. Extendió su análisis determinista de la
naturaleza del hombre, afirmando que la mente no sería algo separado del
cuerpo, sino que estaría generada por procesos cerebrales. Mente y cuerpo son
una unidad, pero pueden ser estudiados desde perspectivas diferentes: como
procesos cerebrales de naturaleza fisiológica o como hechos mentales
(pensamientos). No niega la existencia de la mente, pero la considera como una
faceta fundamentalmente material de la naturaleza. De esta forma, para Spinoza,
la actividad mental está tan determinada como la actividad corporal.
Para
Spinoza, “sentimos que somos libres, pero este sentimiento no es más que una
ilusión. Si entendiéramos correctamente las causas del comportamiento y del
pensamiento humanos, nos percataríamos de que no somos libres ” (Leahey,
1986). De esta forma, la explicación de Spinoza avanza sobre el concepto de
“responsabilidad” y requiere de una psicología científica que se encargue de
desentrañar las causas del comportamiento humano.
También
Spinoza describe la ética basada en el autocontrol que transciende el
materialismo determinista y que, en cierta medida, entra en conflicto con el
resto de su pensamiento. Argumentó que la acción y el pensamiento correctos,
dependen del control que la razón ejerce sobre las emociones corporales. Una
persona sabia es la que sigue los dictados de la razón en lugar de los dictados
de las pasiones momentáneas y conflictivas que proceden del cuerpo. La razón
nos guía para actuar en favor de nuestros propios intereses.
La ética
de B.Spinoza, así como su visión de la humanidad, son de carácter estoico. El
universo físico está más allá de nuestro control, pero no lo están nuestras
pasiones. Por tanto, la sabiduría es una forma de autocontrol racional en vez
de un vano esfuerzo por controlar a la naturaleza o a Dios.
Como
complemento, y a continuación, se transcribe un poema de Jorge Luis Borges
dedicado a Baruch Spinosa:
Las
traslúcidas manos del judío
labran,
en la penumbra, los cristales
y la
tarde que muere es miedo y frío
(Las
tarde a las tardes son iguales).
La manos
y es espacio de jacinto
Que
palidece en el confín del Ghetto
Casi no
existe para el hombre quieto
Que está
soñando un claro laberinto
Jorge Luis Borges:(1964). pag 930
C.4 – GOTTFRIED
WILHELM LEIBNIZ ( 1646 – 1716) – Los niveles de conciencia
Antecedentes
personales e intelectuales - Gottfried Wilhelm Leibniz nació en Leipzig en
1646, dos años antes de que se firmara la Paz de Westfalia, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años.
El hecho de quedarse huérfano muy pronto no le impidió adquirir una buena
formación, lo que le permitió entrar en la universidad de Leipzig con apenas
quince años, donde se familiarizó con el pensamiento aristotélico, platónico y
escolástico, así como con la filosofía de Descartes. A los veinte años se
doctoró en Derecho en la universidad de Altdorf, tras ver rechazado su examen
de doctorado en Leipzig, a causa de su juventud. Leibniz declinó la oferta de dedicarse a la
enseñanza en la universidad y orientó su vida a la carrera política y
diplomática. Comisionado por el príncipe elector de Maguncia, Von Boineburg,
Leibniz fue a París con el objetivo de convencer al rey Luis XIV de que dejara
de amenazar a los Países Bajos y Alemania, y dirigiera sus afanes
expansionistas hacia el mundo no cristiano, Egipto en concreto. Leibniz no tuvo
éxito en esta misión, pero durante su residencia en Francia conoció los
trabajos matemáticos de Pascal, estudió a Descartes y leyó el manuscrito de la Ética
de Spinoza, a quien conocería más tarde en Holanda.
El año 1676 fue nombrado bibliotecario y consejero de la corte de
Hannover, y en esta ciudad pasó el resto de su vida, con las únicas
interrupciones de sus viajes, que le llevaron a sitios como Berlín, Viena y
Roma, entre otros. Poco antes de su muerte, ocurrida el año 1716, Leibniz
perdió el favor de los príncipes electores; cayó en desgracia y murió sólo y
desencantado, aunque no dejó de escribir hasta el último día de su vida.
Aportes a la psicología – Su metafísica es en
extremo compleja. Brevemente se puede señalar que concibió al universo como
compuesto de una infinidad de entidades similares a puntos geométricos a las
que dominó mónadas, cada una de las cuales poseería vida y un cierto
grado de conciencia. Los humanos y los animales están formados por mónadas
que sirven a otra mónada más consciente y, por ello, dominante.
La teoría
de las mónadas condujo a una solución al problema mente-cuerpo, que se
convertiría en una teoría cada vez más popular a lo largo de los siglos
siguientes. Leibniz propuso una respuesta que, desde entonces, ha sido conocida
por paralelismo psicofísico. Según Leibniz, Dios habría creado una
infinitud de mónadas que constituyen al universo, de tal forma que
existiría una armonía preestablecida entre todas las mónadas Utiliza, como analogía, el ejemplo de dos
relojes idénticos que han sido puestos
en marcha al mismo tiempo. Aunque no estén conectados entre sí, ambos trabajan
sincronizados uno con el otro, o sea, cada uno de los relojes marchará
siguiendo un curso de desarrollo idéntico y paralelo, sin que exista
interacción entre ellos, igual que lo hacen la mente y el cuerpo. La conciencia
(mente) refleja exactamente lo que ocurre en el cuerpo, pero tan sólo porque
Dios ha preestablecido esta armonía. De hecho, este esquema fue aplicado por
Leibniz a todo el universo, considerando que las mónadas nunca
interactúan entre ellas, sino que permanecerían coordinadas en su imagen del
universo, debido a su perfecta armonía divina.
Leibniz
apoyó la existencia de las ideas innatas; consideraba que muchas ideas, tales
como la idea de Dios o las verdades matemáticas, no podían ser creadas a partir
de la experiencia por ser demasiadas abstractas, por tanto, serían innatas.
Pero lo más importante de las ideas de Leibniz para la psicología están
relacionadas con su concepción de la percepción, puesto que, a partir de
estas ideas, se preparó el terreno tanto para la psicofísica como para la
psicología científica. En primer lugar, Leibniz distinguió entre pequeña
percepción y la percepción. La primera de ellas es un suceso
estimulante tan débil que no llega a ser percibido. Utilizando la metáfora más
típica de Leibniz, podríamos decir que no somos capaces de escuchar el sonido
de una gota de agua cuando golpea sobre la playa, ya que lo que oímos es el
sonido de la ola que está compuesta por miles de gotas de agua que golpean al
mismo tiempo sobre la arena. De esta manera, nuestra percepción del golpe de la
ola está compuesta por innumerables pequeñas percepciones, en que cada
una de ellas es demasiado débil para que la escuchemos, pero, estas pequeñas
percepciones todas juntas, constituyen una experiencia consciente. La
explicación de Leibniz también implica la existencia del inconsciente o,
tal como lo señala él, “cambios en el alma de los que no somos conscientes”.
(cit. en Leahey, 1986). Modificado y adoptado por S. Freud en el siglo XIX, el
concepto inconsciente llegaría a ejercer un importante impacto en la
psicología.
También
traza Leibniz una distinción entre percepción y sensación. Una
percepción sería una idea primaria y confusa, que no es realmente consciente y
que puede darse tanto en los animales como en los humanos. Sin embargo, una
persona puede refinar y perfilar las percepciones, llegando a conocerlas
reflexivamente en su conciencia. En este momento, se transforman en sensaciones
(el uso de estos términos es prácticamente opuesto al uso característico de la
psicología moderna. En la actualidad, una sensación hace referencia a un
proceso de recepción sensorial, mientras que la percepción sería un hecho
mental, formado por, además de la sensación, juicios, experiencia vivencial,
etc.). A este proceso de refinado de sensaciones, Leibniz lo denominó apercepción
que también participa en el proceso de la unión y fusión de las pequeñas
percepciones.
Según
Leibniz, el componente principal de la apercepción es la atención, que
puede ser diferenciada en dos tipos: atención activa y atención
pasiva. Cuando estamos concentrados en la realización de alguna actividad
(atención activa), podemos no percatarnos de la presencia de otro estímulo
hasta que se torne tan intenso que atrae inevitablemente nuestra atención. En
este caso, el cambio que se produce en la atención es de carácter pasivo,
ya que es el estímulo nuevo el que capta la atención. Por otro lado, y
siguiendo siempre a Leibniz, la atención también puede ser voluntaria y,
en algunos trechos de sus obras, la relaciona con los procesos de
apercepción; así, la apercepción sería un acto de voluntad.
D - EL SIGLO
XVIII – LAS SEMILLAS DEL CAMBIO
Durante
el siglo XVII se sembraron las bases para el desarrollo de la Ilustración a lo largo
del Siglo XVIII. En el universo mecánico de Descartes y de Newton, no había
lugar para el alma. La ciencia y la razón sustituirían definitivamente a la
religión. Los seres humanos serían considerados como máquinas sin alma y las
sociedades sería derribadas en nombre de la felicidad material.
Los
viajes marítimos en busca de nuevas civilizaciones se encontraron con culturas
primitivas extrañas. Para Hobbes y Locke, estos hombres salvajes representaban
a la humanidad en su estado natural de infelicidad y aún por civilizar. Pero
¿eran infelices los nuevos pueblos americanos? Vivían de acuerdo con su
instinto natural, cerca de la naturaleza, y sin estar encadenados a lo
artificial. Puede ser que la felicidad resida en la renuncia a la razón,
con sus formas de actuación abstractas y artificiales, para volver a los
instintos de los salvajes que viven felices. Estaba a punto de iniciarse una
reacción en contra de la razón. El poeta Chaulieu escribió en el año 1708: “la
razón es una inagotable fuente de errores, el veneno que corrompe los
sentimientos naturales”(Hazard, 1963, p.396)
Aquí
podemos ver ya sembradas las semillas de la Rebelión Romántica
contra la razón y en favor del concepto del noble salvaje. En la medida
en que la razón iba exigiendo más de los seres humanos, la tensión entre el
individuo y la sociedad – tan intensamente percibida por S.Freud – se iría
incrementando.
BIBLIOGRAFÍA
Bohannan, Paul: (2003) - Lecturas
de Antropología. 3ªEd.-
McGraw Hill – Barcelona
Borges, Jorge Luis:(1964) - Obras Completas
– Emecé – Buenos Aires
Gaukroger, S.:
(1995)- Descartes – El Ateneo – Madrid
Hazard, P.: (1963) - El Pensamiento Europeo
– 2ªEd. – FCE – México
Leahey, Thomas
H. : (1986) - Historia de la Psicología – 3ª Ed. – Debate – Madrid
-
(1998) - 4ª Ed – Prentice Hall – Madrid
Gallardo, A. :
(1998) - Historia, Filosofía y Epistemología de la Psicología –
Univ.N. de México
Rossi, P.J.: (1975) - Razón y Misticismo en la Revolución Científica
– Ateneu – Barcelona
Silveira, Pablo : (2002) – Historias de Filósofos
– Taurus – Buenos Aires
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