lunes, 12 de marzo de 2012

Historia de la Psicología - Unidad Tematica 1


UNIDAD TEMÁTICA I
Principios Organizadores:
            Orígenes de la Psicología Científica
Raíces Filosóficas y Científicas de la Psicología

            I.A – HABÍA UNA VEZ...

Bien venidos a la Cátedra de Historia de la Psicología que, como todas las historias, debe empezar con...”había una vez”....
Así empezamos...había una vez ...un grupo de filósofos que, aun no siendo contemporáneos entre sí, con sus teorías y postulados y a lo largo de los tiempos, fueron construyendo los fundamentos básicos y teóricos para este saber científico llamado Psicología, una de las “hijas” más jóvenes de la Filosofía. Los fundadores de la Psicología fueron filósofos, además de psicólogos, e incluso, en la actualidad, algunas ramas de la Psicología conservan estrechos lazos con la filosofía.
La Psicología permaneció en el redil de la Filosofía hasta el siglo XIX (1879); los principales problemas de carácter psicológico fueron, inicialmente, filosóficos y, por ello, se torna imposible entender históricamente a la Psicología como Ciencia sin un conocimiento previo de la Filosofía porque, durante siglos, la historia de la psicología fue la historia de gran parte de la filosofía, especialmente de la filosofía de la mente, la epistemología y la ética.
Desde la época de los griegos, los filósofos se han preguntado cómo conocen el mundo los seres humanos. A esta empresa se la denomina epistemología y proviene de las palabras griegas episteme (conocimiento) y logos (discurso). Interrogarse acerca de cómo los seres humanos conocen al mundo, supone preguntas sobre la sensación, la percepción, la memoria y el pensamiento. Así, aunque los fundamentos conceptuales de la psicología se encuentren en la filosofía, la inspiración para la creación de una ciencia independiente vino de la biología y de la fisiología; las ideas y las funciones que los filósofos atribuyeron a la mente dependían de los procesos subyacentes del cerebro. Una de las ramas más jóvenes de la biología – el evolucionismo – también dio forma a la fundación de la psicología científica. Por lo tanto, nos interesa conocer, además de los fundamentos filosóficos abstractos, los fundamentos biológicos sobre el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, entre otros, porque ya algunos de los filósofos de la antigüedad clásica sabían que los procesos psicológicos estaban estrechamente ligados a los fisiológicos (Wright, 1994).
Sin embargo, nos apartaremos de un excesivo “historicismo”; la propuesta es extraer de la historia de la filosofía los hechos que, directa o indirectamente, contribuyeron para la formación de la Psicología Científica.
Empecemos este recurrido..........
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I.B - ANTES DE LA FILOSOFÍA, LA “PSICOLOGÍA”

Por “filosofía” entendemos  una manera de pensar totalmente nueva que surgió en Grecia alrededor del año 600 a.C.. Hasta entonces, habían sido las distintas religiones las que habían dado respuestas a las preguntas ¿cómo se creó el mundo? ¿ qué es la vida? ¿qué es el alma?, etc..Estas explicaciones religiosas se transmitieron de generación en generación a través de los mitos. Los filósofos griegos intentaron explicar y enseñar a los humanos que no debían fiarse en tales explicaciones. Gran parte de los mitos griegos fueron plasmados por escrito por Homero y Hesíodo y se genera una nueva etapa porque, atendiendo a que  estaban escritos, podían ser discutidos. 
Así, en la historia de la civilización occidental, nuestro acceso más remoto a la psicología viene determinado por los poemas homéricos La Ilíada y La Odisea. Este célebre par de mitos, que constituyen una colección de relatos orales sintetizados no mucho antes de la Edad del Oro en Atenas, fueron consignados entonces por escrito por el poeta Homero. La Ilíada y La Odisea se interesan propiamente por la acción humana y contienen la psicología del sentido común de Grecia pre-filosófica.
Al incluir historias de amor, de lealtad, de pasiones y de batallas, como explicaciones del comportamiento humano, ambas obras revelan la más antigua psicología popular de la cual tenemos noticia. (Onians, 1951).  Los griegos carecían de una palabra que identificara la “personalidad”, aunque tenían nombres para designar lo que hoy llamaríamos “componentes de la personalidad”. Así, aparece la palabra psuch (transcripta, tradicionalmente, como psyche) que significa aliento de vida, ya que su salida del cuerpo de un guerrero herido significa su muerte. Sin embargo, psuch es algo más que el aliento o soplo de vida; durante el sueño o un desmayo, el psuch puede dejar el cuerpo y vagar a su alrededor; también puede sobrevivir a la muerte corporal. En este caso, iban al Hades, pero no todos; era necesario que el cuerpo recibiera un entierro adecuado, para que pudiera efectuar la transición desde la vida mundana hasta la vida después de la muerte – Hades. Un entierro adecuado, con honores, estaba reservado a los guerreros que morían en las batallas. El phrenes, situado en el diafragma, el responsable de la planificación de la acción racional. El thimos o thumos, situado en el corazón, significaba un principio motivacional, subyacente en la acción, en la emoción  y en el sentimiento. El noos, u órgano psicológico, era el responsable de la percepción precisa y del conocimiento de la realidad del mundo.
Algo que merece destacarse de los héroes homéricos es el escaso control que tenían sobre las diversas partes de sus mentes. En la Ilíada, los dioses con frecuencia nublan el noos del guerrero e instalan la locura en el thimos, haciendo que el guerrero actúe en forma irresponsable. El concepto de responsabilidad personal y la atribución de la conducta humana a causas totalmente internas no aparecen hasta aproximadamente el 300 aC, en las obras de los dramaturgos griegos (Leahey,1986). En consecuencia, debemos interpretar esta locura como el resultado de los caprichos de los dioses del Olimpo.

I.C - LOS COMIENZOS DE LA FILOSOFÍA

Escuela de Mileto - Mileto es la patria de la Filosofía y de la Ciencia. La situación privilegiada de la poderosa ciudad dio lugar a una civilización universalista, en la que los patrones culturales de la metrópoli griega quedan modificados por la influencia de culturas más lejanas que transmiten los mitos y los saberes positivos de los hombres de entonces que proceden de Babilonia, de la lejana Iberia, de Escitia, de las factorías y colonias del Ponto Euxino y de Egipto. Decimos que tuvo lugar una evolución en la manera de pensar, pasando de una forma mítica a un razonamiento basado en la experiencia y en la razón. El objetivo de los primeros filósofos era buscar explicaciones naturales a los fenómenos de la naturaleza por eso su designación de “filósofos de la naturaleza” 
La actividad de la denominada Escuela de Mileto dura aproximadamente cien años (600-494 a.C.). Tales, Anaximandro, y Anaxímenes son los pensadores tradicionalmente ligados a Mileto. Además de los anteriores, la tradición menciona también a un tal Hecateo de Mileto, conocido como historiador y geógrafo. No obstante, la Escuela hubo de tener más miembros que se dispersarían a comienzos del siglo V, tras la destrucción de Mileto por los Persas. Aunque cada uno de estos filósofos desarrolló un pensamiento propio, sin embargo compartían algunas características comunes que nos permiten agruparlos en una escuela filosófica – La Escuela de Mileto.

I.D - LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS

D.1 - TALES DE MILETO ( 585 a.C.) – La tradición crítica


Tales de Mileto
 
La historia de la Filosofía y, consecuentemente, de la Psicología, comienza, como vimos, en Grecia. Sin embargo, los griegos no fueron los primeros en formularse preguntas filosóficas, sino que fueron los que iniciaron una consideración racional a las preguntas, y con ello, los que dieron nacimiento a la Filosofía. Los antiguos filósofos griegos fueron los primeros pensadores que progresaron gracias al empleo de la crítica. Con Tales de Mileto ( 585 a.C.), vio la luz la tradición crítica sistemática, cuyo objetivo era el perfeccionamiento de las ideas. Tales fue el primer maestro que dijo a sus discípulos: “Así es como yo veo las cosas, como yo creo que las cosas son. Intentad mejorar lo que os enseño” (Popper 1965). No enseñó sus ideas como una verdad heredada que había que conservar, sino como un conjunto de hipótesis que debían perfeccionarse. Tales, y quienes lo siguieron, deseaban el cambio; eran conscientes de que las ideas pueden no ser correctas y que únicamente cometiendo errores y corrigiéndolos podemos progresar.
            La actitud crítica es fundamental, tanto para la filosofía como para la ciencia en general; requiere superar la pereza intelectual y el lógico sentimiento de hostilidad hacia los cambios. El establecimiento de una tradición crítica constituyó una de las más importantes realizaciones atribuida a los griegos.
            Además de inaugurar la tradición crítica, Tales inició también una línea de investigación física. El problema específico al que se dedicó fue el de la naturaleza de la realidad. Propuso que, aunque el mundo parezca estar constituido por muchas sustancias diferentes (madera, piedra, aire, etc.), hay en realidad un único elemento – el agua – que adopta numerosas formas. Según Tales, el agua era el componente esencial y presente en todas las cosas. Este elemento se lo denominó physis  y, por eso, todos los que siguieron a Tales en la búsqueda del citado elemento universal fueron llamados de físicos.
            Decíamos que Tales inició una línea de investigación física; al hacerlo, se distanció de las interpretaciones religiosas y/o espirituales del universo, en favor de explicaciones naturalistas acerca de cómo están constituidas las cosas y cómo operan. Así, según Tales, el mundo puede ser comprendido por los hombres, ya que se compone de materia común y no refleja las fantasías caprichosas de los dioses. Críticamente, reconoció que su hipótesis era una opinión humana falible, aunque confiaba en que el conocimiento divino podía llegar a convertirse en conocimiento humano ( Lehaey 1998).

D.2 – ANAXIMANDRO DE MILETO (560 a.C.) – Inicio de la Teoría Evolucionista


Anaximandro
 
La tradición de Tales prosiguió con su discípulo Anaximandro de Mileto (560 a.C.) ; su aporte a la psicología como futura ciencia fue su sistemático estudio de los fósiles, siendo considerado uno de los precursores de la teoría evolucionista. Según Anaximandro, atendiendo a que los bebés humanos son tan frágiles y requieren una crianza tan prolongada, la forma primitiva y original de los seres humanos debió haber sido diferente, más robusta y                      capaz de independizarse más temprano de la madre. Apeló a los fósiles de criaturas desconocidas para apoyar su noción de evolución. Es éste uno de los raros ejemplos de un filósofo griego que recurre a los datos empíricos para reforzar una opinión. La mayoría de los filósofos griegos prefirieron la argumentación abstracta a la investigación empírica.
            Pensaba que nuestro mundo simplemente es uno de los muchos “mundos” existentes en lo que él denominó “lo indefinido”. Es el precursor de la teoría de la evolución (Psicología de la Adaptación)

  D. 3 – ANAXÍMENES DE MILETO (540 a. C.) – Origen de la vida: el aire

            El último “filósofo de la naturaleza” de la Escuela de Mileto, creía que el elemento primitivo de la vida en la tierra era el aire.
D.4 – PITÁGORAS DE SAMOS (530 a.C.) – El dualismo mente-cuerpo

De influencia más directa en los filósofos posteriores, aparece Pitágoras de Samos (530 a.C.), figura enigmática, gran matemático y líder religioso. Tras varios años dedicados a viajar por distintas partes del mundo antiguo (parece que visitó Egipto y otros países de Oriente), emigró a la Magna Grecia (sur de Italia), estableciéndose en Crotona, donde desplegó su actividad como maestro y fundador de una escuela o, más bien, una especie de comunidad filosófico-religiosa. Esta comunidad tenía sus propias ideas e intereses políticos, que finalmente terminaron ocasionando una rebelión en su contra, por lo que Pitágoras se vio obligado a huir de Crotona.
Su aporte a la formación de la psicología fue haber trazado una línea divisoria y tajante entre el alma y el cuerpo. Pitágoras afirmaba que las matemáticas podían ser aplicadas al cuerpo (talla, peso, etc.) pero no al alma. A pesar de afirmar que no sólo podía el alma existir sin el cuerpo, sino que consideraba que el cuerpo era una prisión corruptora en la que el alma se encontraba atrapada, su teoría del dualismo fue tema de especulaciones filosóficas hasta el siglo XIX.. Una parte importante de la posición religiosa de Pitágoras estaba dirigida a la purificación del cuerpo para que el alma pudiera encontrar más fácilmente la verdad (Freeman 1971). Según algunos escritores antiguos, como Jámblico y Heráclides de Ponto, Pitágoras fue el primero en usar el nombre de «filosofía», y se llamó a sí mismo filósofo o amante de la sabiduría, pues ningún hombre era sabio, sino los dioses.
Pitágoras no dejó nada escrito, por lo cual es muy difícil separar sus ideas personales de las de su escuela o comunidad. La Escuela Pitagórica fue una comunidad singular de carácter científico, religioso y político. En lo científico, cultivaron especialmente la matemática, la música y la astronomía. En lo religioso, afirmaban la inmortalidad y trasmigración de las almas, concediendo importancia fundamental a su purificación a través del conocimiento y de un sistema de vida rígidamente regulado por prohibiciones. En lo político, apoyaban al partido dórico y ejercieron el poder prolongadamente hasta que a finales del siglo V a.C. se produjo una rebelión en que perecieron la mayoría de los miembros de la escuela.
D.5 – ALCMEÓN DE CROTONA ( 500 a.C.) – El primer protopsicólogo

Mucho tiempo antes de que la psicología se convirtiera en ciencia, en la ruta de la filosofía existieron médicos-filósofos que se denominan protopsicólogos (Leahey, 1998) porque se aproximaron a los problemas de la mente desde la fisiología. El primer de ellos parece haber sido Alcmeón de Crotona y, el segundo, fue Empedócles de Agrigento, en Sicilia (450 a.C.). Conozcamos los importantes aportes a la psicología científica de Alcmeón de Crotona. Era médico y practicó las primeras disecaciones de que hay noticia; disecó un ojo y siguió el rastro del nervio óptico, descubriendo que éste terminaba en el cerebro. Concibe el cristalino del ojo humano como una especie de espejo que refleja las cosas exteriores y cuyas imágenes son transmitidas al cerebro por “los caminos luminosos – los nervios ópticos” (Cepedal, 1999)
            Fundándose en sus disecciones, Alcmeón hizo un descubrimiento científico más, que sólo fue aceptado en parte por sus colegas: observó que, de todos los órganos sensoriales, salían cordones nerviosos que desembocaban en determinados lugares del cerebro. De esta forma, descubrió que era el cerebro el órgano central de las sensaciones. Opinó que la sensación y el pensamiento se producían en el cerebro, utilizando métodos científicos tomados de la fisiología para dar respuesta a cuestiones filosóficas. Un médico convertido en filósofo empírico. Basándose en este descubrimiento, intentó proyectar una filosofía general de los sentidos, que es el más antiguo intento de esta especie de que tenemos noticia. Todas las percepciones, según Alcmeón, surgen por influjo de los estímulos.
            Otro aporte de Alcmeón a la psicología  fue establecer la distinción fundamental entre el hombre y el animal. Sólo el hombre “piensa”, mientras que los restantes seres vivos poseen únicamente percepción sensorial (aistesis) sin facultades intelectivas (xiniesis) Aquí encontramos, por primera vez, la distinción entre “percibir” y “pensar” (Cepedal, 1999).  

D. 6 - PARMÉNIDES (474 a.C.) y  HERÁCLITO (500 a.C.) - Ser contrapuesto al Devenir  

            Una polaridad intelectual importante del pensamiento occidental fue, y lo sigue siendo, la tensión entre las filosofías del ser y del devenir. Los defensores del ser mantiene la posición filosófica de que, más allá del flujo del mundo cambiante, hay verdades eternas y valores que existen con independencia de la humanidad; verdades que debemos buscar y utilizar como guías de nuestra vida. Estas verdades existen en el reino del ser puro; llevan una existencia inmutable e inaccesible a los cambios del mundo físico.
La filosofía del ser de Parménides de Elea (475 a.C.) dominó el pensamiento por varios siglos, gracias al apoyo posterior de las ideas de Platón. Parménides distinguía tajantemente entre la Vía del Parecer (apariencias) y la Vía de la Verdad (realidad). Para él, el cambio es una ilusión basada en la imperfección de nuestros sentidos; en la realidad no hay cambios. Esta realidad inmutable había de ser aprehendida por la razón y la lógica. Fue el primero filósofo a presentar sus razonamientos como  deducciones lógicas a partir de premisas plausibles. Es considerado el fundador del racionalismo (Leahey, 1986).  
            La importancia filosófica de Parménides es considerable: el descubrimiento del ser como objeto fundamental del pensamiento marca un hito en la historia, inaugura una nueva manera de filosofar. Según Ferrater Mora (2000), la filosofía de Parménides representa “una de las pocas posiciones metafísicas radicales que se han dado en la historia del pensamiento filosófico de Occidente”. Por otra parte, la obra de Parménides divide la filosofía de la naturaleza presocrática en dos períodos bien definidos: el de los sistemas monistas anteriores a él, y el de los sistemas pluralistas posteriores a él (Freeman, 1971)
Por su lado, los defensores del devenir afirman que no existen verdades inmutables. Al contrario, lo único constante en el universo es el cambio; las cosas no son siempre, sino que están constantemente deviniendo en otra cosa. Para estos pensadores, incluso los valores morales pueden cambiar en la medida en que cambia el mundo.
El principal portavoz de la filosofía del devenir fue Heráclito de Efeso (500 a.C.) que desarrolló su filosofía a través de aforismos metafóricos que le hicieron ganar el sobrenombre de “el oscuro”. Su aforismo más famoso es “nadie se baña dos veces en el mismo río”. Esta frase resume con acierto su filosofía, para la cual nada en el universo es dos veces lo mismo. No obstante, Heráclito también defendió que el cambio se producía en función de una serie de leyes que estarían reguladas por una dinámica universal que mantiene a todos los objetos en un equilibrio de fuerzas balanceadas. Por ello, la verdad que le es dado alcanzar a la filosofía, es una verdad acerca del cambio, más que un conocimiento sobre cosas estáticas.
            Según se dice, en su vejez Heráclito se retiró por completo de la vida en sociedad y llevó una vida de ermitaño en las montañas, alimentándose de hierbas y plantas. Desdeñó siempre del papel de los médicos y, cuando se enfermó gravemente, no hubo un médico que lo quisiera atender.

D.7 – EMPEDÓCLES DE AGRIGENTO (450 a.C.) – El segundo protopsicólogo

El segundo protopsicólogo es Empedócles de Agrigento, en Sicilia (450 a.C.), quien puede ser considerado como el fundador del empirismo (Leahey 1986). Con la Vía de la Opinión Verdadera propuesta por el médico-filósofo Empedócles. (basándose en las ideas de Alcmeón), intentó desarrollar una teoría de la percepción que justificara la confianza en el sentido común. Según él, los objetos emiten fluidos que son propias de cada modalidad sensorial y creía que estos fluidos penetraban en la circulación sanguínea, mezclándose en el corazón. La agitación de los fluidos constituía los latidos del corazón que significaban el curso del pensamiento. Así, aceptaba la típica creencia griega según la cual la mente residía en el corazón o en el pecho. Su teoría, aunque absurda hoy en día, supuso un paso importante hacia el naturalismo, dado que propone una base puramente física para la actividad mental, que habitualmente solía atribuirse al alma. Sus concepciones son típicamente empiristas, al postular que conocemos la realidad gracias a la observación y, más en concreto, gracias a la internalización de las copias de los objetos. Así, el pensamiento no puede crear nada nuevo, siendo tan sólo capaz de reordenar los datos de la experiencia. Las conclusiones de Empedócles ponen de relieve por qué los empiristas han contribuido, en general, más a la psicología que los racionalistas (Leahey, 1986). El empirista debe mostrar cómo operan los sentidos para justificar el hecho de que los usemos en nuestra búsqueda de la verdad. Ello exige necesariamente elaborar teorías psicológicas sobre el funcionamiento sensorial. El racionalista, por su parte, niega pura y simplemente la validez de la información sensorial y, en consecuencia, puede ignorar los problemas de la psicología empírica por ser filosóficamente irrelevantes. 
En la explicación de la naturaleza, Empédocles considera dos clases de elementos o principios: uno material y otro espiritual. Según él, todos los fenómenos de la naturaleza están formados por cuatro elementos primigenios, el agua, la tierra, el aire y el fuego, combinados de distintas maneras para formar los diferentes seres del universo. Todo lo que existe no es sino resultado de mezcla y separación de esos elementos, que siempre permanecen por mucho que las cosas se muden.
De estos principios, eternos e indestructibles, de sus uniones y separaciones, nacen y perecen todas las cosas. Los seres se diferencian unos de otros en su naturaleza y en sus cualidades por las distintas proporciones en cada uno de los cuatro elementos entra en su composición. Junto a estos elementos materiales, Empédocles postula dos fuerzas exteriores, de carácter espiritual.  La existencia de varios elementos que deben mezclarse y separarse exige un principio que regule las normas de combinación entre ellos para dar lugar a las cosas. Para Empédocles, lo que hace que unas partes se combinen con otras o se separen de ellas es algo espiritual, que se concreta en dos fuerzas o poderes: el amor (equivalente al bien, al orden, a la construcción) y el odio (mal, desorden, destrucción). Los elementos se unen por amor y se separan por odio (Tejerina, 2000).
El desarrollo del cosmos es circular, en un proceso de eterno retorno. En el principio de los tiempos dominaba el amor de forma absoluta, haciendo que los cuatro elementos estuviesen completamente mezclados en una armonía perfecta. Pero después, la intervención del odio rompió esa armonía, dio origen a los seres individuales e hizo que éstos se fueran separando y diversificando cada vez más, hasta el dominio absoluto del mal y el desorden.
La culminación del imperio del odio y el mal es, sin embargo, el principio de una nueva fase expansiva del amor, que vuelve a juntarlo y confundirlo todo hasta llegar al único ser perfecto y armónico del principio. Pero ese triunfo tampoco será duradero: el odio volverá a disgregarlo todo, y así se van alternando los periodos de dominio del bien y del mal, en un interminable proceso de eterno retorno (Tejerina, 2000).
I. E - EL SIGLO  V  a.C.

            Fue  denominado  el "siglo de Péricles" y constituye el momento de mayor desarrollo de la civilización griega y la época de la hegemonía de Atenas. La Filosofía, que hasta entonces se había desarrollado en Jonia y en la Magna Grecia, es decir, en la periferia del mundo griego, se instala en Atenas y nuevos filósofos plantean una nueva problemática distinta a la que había predominado hasta ese momento. Los nuevos temas son preponderantemente antropológicos. Más que indagar la naturaleza de la realidad, interesa ahora el hombre y el conocimiento.


I.F - LOS CONTEMPORÁNEOS DE SÓCRATES

F.1 - DEMÓCRITO (420 a.C.) - El atomismo

Los últimos filósofos clásicos que se interesaron primordialmente por la naturaleza de la realidad física fueron Leucipo de Mileto ( 430 a.C.) y su discípulo más conocido, Demócrito de Abdera (420 a.C.). Después de ellos, los filósofos se volvieron hacia cuestiones relativas al conocimiento humano, la moralidad y la felicidad. Como el nombre implica, los atomistas propusieron una idea que se mostró inmensamente fructífera en física: todos los objetos están compuestos por partículas infinitesimalmente pequeños denominados átomos.
Los atomistas llevaron sus hipótesis al límite. Defendieron el materialismo, el determinismo y el reduccionismo. El lema favorito de Demócrito era: “sólo los átomos y el vacío existe en la realidad. Nada sabemos con precisión de la realidad, salvo en la medida en que ésta cambia conforme a las condiciones corporales y la constitución de aquellas cosas que inciden en el cuerpo ” (Freeman, 1971).

Demócrito
 
Conozcamos a Demócrito. Nació en Abdera (Tracia) en el año 460 a.C. Es, por tanto, contemporáneo de Sócrates. Fue discípulo de Leucipo y realizó varios viajes por Egipto y Oriente, aunque pasó la mayor parte de su vida en su ciudad natal, dedicado a investigar y escribir. Estuvo también en Atenas, aunque parece que no tuvo relaciones con los filósofos de esa ciudad. Demócrito fue un escritor enciclopédico, con  más de sesenta obras dedicadas a temas éticos, físicos, matemáticos, músicos y técnicos, que reflejan el amplio abanico de sus intereses. De esta inmensa obra han sobrevivido solamente algunos breves fragmentos, muy especialmente escritos por Aristóteles.
Con su maestro Leucipo, Demócrito aparece ligado la creación del atomismo mecanicista, que anticipa, en cierto modo, los hallazgos de la física moderna. El pensamiento de Demócrito parece ser una síntesis de las ideas de Parménides y de las de Heráclito. En vez de postular un ser único e inmutable, como el primero, o una multiplicidad de seres en constante movimiento, como el segundo, Demócrito establece como principios lo lleno y lo vacío, es decir, el ser y el no-ser.
Teniendo en cuenta la concepción del ser de Parménides, inmutable y eterno, Demócrito dice, sin embargo, que ese ser consiste en infinitos átomos, con los que trata de explicar el mundo de la experiencia y el nacimiento, multiplicidad y perecer de las cosas.
Los átomos no están organizados en función de cualidades diferentes —la tierra, el aire, el fuego—, sino que, siendo cualitativamente neutros, se distinguen sólo en la figura, el orden y la situación.
Por la posición y forma en que ocupan ese vacío, los átomos diversifican y organizan sus movimientos. Así se origina y configura el mundo, que es uno de los infinitos mundos posibles. Sin embargo, esa posibilidad no es fortuita. El movimiento no es posible por el azar, sino que todo está regido por la necesidad, de una manera mecánica, sin que haya dioses o causas exteriores a esos átomos que los dirijan. Los átomos no sólo constituyen el ser de las cosas físicas, sino también de las que parecen inmateriales, como el alma, que está compuesta de átomos de fuego impulsados por un movimiento muy rápido.
Pero el pensamiento de Demócrito no se queda en una simple teoría sobre la realidad; es, más bien, una concepción total del mundo, que incluye como algo esencial la ética. En sus máximas, Demócrito dice que la virtud se basa en el equilibrio interno entre el tumulto de las pasiones, equilibrio que se consigue mediante el conocimiento y la prudencia. Así, aprendemos cómo vivir o, en otras palabras, cómo alcanzar la felicidad, que no radica en la posesión o goce de bienes externos, sino en la propia alma, «la parte más noble del hombre».
Demócrito también mantuvo una doctrina ética que desasosegó profundamente a los filósofos moralistas: un materialismo consecuente, que niega a los dioses y al alma, y que sólo puede ofrecer una guía de la conducta para la vida, basada en la persecución del placer y la evitación del dolor. Esta doctrina se denomina hedonismo. Vemos como Demócrito afirma que “lo mejor para el hombre es que pase su vida de forma que alcance tanto placer y tan pocas molestias como pueda” (Copleston, 1962)
Cabe  extrapolar los principios del atomismo a la psicología, donde se ha revelado como el más duradero de los presupuestos psicológicos. El atomismo psicológico afirma que las ideas complejas, como “catedral” o “psicología” pueden ser analizadas como agrupaciones de ideas más simples, o incluso de sensaciones, que fueron asociadas conjuntamente. Este presupuesto formó parte integrante de las teorías empiristas de la mente, y todavía, en alguna forma, subyace en casi todos los sistemas psicológicos, salvo en la psicología de la Gestalt (Leahey, 1986). 
Demócrito proponía la explicación materialista de la percepción y del pensamiento. Para él, todo objeto emite tipos especiales de átomos, llamados eidolas, que son copias de los objetos. Cuando llegan a nuestros sentidos, percibimos el objeto indirectamente a través de su copia. Por ello, nuestros procesos de pensamiento se limitan a reunir o a separar las imágenes-eidola en nuestro cerebro. Demócrito se percataba del inevitable defecto de esta teoría: no tenemos forma de saber si los eidola son copias precisas y rigurosas de los objetos reales que las emiten. Si no son precisas, nuestro “conocimiento” de los objetos es erróneo. Este problema constituyó un verdadero “rompe-cabezas” para los empiristas del siglo XVIII.
Demócrito puso temporalmente fin a la filosofía griega de la “naturaleza

F.2 – LOS SOFISTAS – La naturaleza del hombre

El cambio de interés desde la filosofía, desde la naturaleza de la realidad física a la naturaleza del hombre, tuvo su expresión más vigorosa en los sofistas. Su divisa más conocida fue enunciada por Protágoras (aproximadamente 490-420 a.C), el más destacado de los sofistas: “el hombre es la medida de todas las cosas, tanto de las que son como de las que no son lo que son”, denotando un cierto relativismo humanista (Sprague,1972). El centro del interés pasó a ser el hombre y sus necesidades, más que el mundo físico o los dioses.
Los Sofistas (del griego sophi, 'experto', 'maestro artífice', 'hombre de sabiduría'), en su origen, nombre aplicado por los antiguos griegos a los hombres eruditos, tales como los Siete Sabios de Grecia; en el siglo V a.C., nombre que se daba a los maestros itinerantes que proporcionaban instrucción en diversas ramas del conocimiento a cambio de unos honorarios convenidos con antelación.
Personas que compartían puntos de vista filosóficos mucho más amplios que los de una escuela, los sofistas popularizaron las ideas de varios filósofos anteriores; pero, basándose en su interpretación de ese pensamiento filosófico anterior, casi todos ellos concluyeron afirmando que la verdad y la moral eran en esencia materias opinables. Así, en sus propias enseñanzas, tendían a enfatizar formas de expresión persuasivas, como el arte de la retórica, que facilitaba a los discípulos, la mayoría jóvenes ambiciosos de Atenas, técnicas útiles para alcanzar el éxito en la vida, en especial en la vida pública. Su objetivo era, pues, el proceso de los razonamientos eficaces, no de los razonamientos verdaderos.
Los sofistas gozaron de popularidad durante un tiempo, sobre todo en Atenas; sin embargo, su escepticismo de la verdad absoluta y la moral suscitó críticas. Sócrates, Platón y Aristóteles pusieron en tela de juicio los fundamentos filosóficos de las enseñanzas de los sofistas y les censuraron por aceptar dinero. Más tarde, fueron acusados por el Estado de carecer de moral. Como consecuencia, la palabra sofista adquirió un significado despectivo, al igual que el moderno término sofisma, que puede ser definido como astuto y engañoso o como argumentación o razonamiento falsos.
No obstante, diversas corrientes filosóficas han reivindicado el sofismo como un espíritu crítico, desde mediados del siglo XX. Autores tan dispares como el e origen rumano, Emil Michel Cioran, el español Fernando Savater y diversos teóricos del postmodernismo, han elaborado el gran elogio doctrinal del sofismo. En último extremo, los sofistas fueron de importancia menor en el desarrollo histórico del pensamiento filosófico occidental. Fueron, sin embargo, los primeros en sistematizar la educación, a inaugurar el “humanismo” y a marcar las diferencias individuales, afirmando que las sensaciones dependen del estado del observador. También invitaban a sus seguidores al conocimiento de sí mismos (autognosis). Entre los principales sofistas del siglo IV a.C. destacan Protágoras, Giorgias, Hippias de Elide y Prodicus de Ceos.
I.G - SÓCRATES ( 470 – 399 a.C. ) - La Filosofía del Racionalismo

Antecedentes personales – Nacido en el año 470 a.C., era ateniense, hijo de  un escultor y de una partera. De su madre, decía, había aprendido el oficio del “pensamiento” porque “pensar”, en efecto, consiste en “dar a la luz” las ideas y eso implica cierta dosis de sufrimiento (Barylko, 1997). Su vida fue filosofar y enseñar; su preocupación era la conducta degradada de sus conciudadanos. Por eso, enfocó su actividad intelectual en el ser humano y en su capacidad de conoce  la verdad. Los sofistas y Sócrates fueron contemporáneos (muchos creyeron que Sócrates era un sofista más) y, a la vez, antagonistas. Sócrates concentró su atención en la ética y creía que los sofistas minarían toda la moralidad con sus enseñanzas relativistas. Fue una figura social considerada problemática para sus contemporáneos en el pensamiento occidental.; sus preguntas deliberadamente provocativas, acerca de la virtud, de la belleza y de la justicia lo llevaron a ser considerado como una persona “peligrosa” para la formación moral de los jóvenes atenienses y fue ejecutado. Estaba enamorado de la vida en la ciudad: ...nada me enseñan los árboles y las flores, sino los hombres en la ciudad. Sólo abandonó la ciudad de Atenas para defenderla en la guerra.
Se dedicaba a dialogar con sus conciudadanos; se consideraba a sí mismo un tábano que aguijonea a los demás para que se interroguen así mismos sobre lo que hacen y lo que creen. No escribió nada porque prefería la palabra viva: Pues la escritura, que en esto se parece a la pintura, tiene de grave que sus obras están presentes a ti como si fueran personas; pero si las interrogas, callan majestuosamente. Así sucede con los discursos escritos (Sprague, 1972). Sócrates vivió su vida en constante búsqueda de la verdad, como actitud opositora a las enseñanzas de los sofistas, las cuales él consideraba sin fundamento filosófico.
El hecho de que no escribiera nada hace especialmente difícil establecer exactamente la figura y el pensamiento de Sócrates, que sólo conocemos a través de otras fuentes. Las que más nos interesan son las siguientes:
-Platón, que fue discípulo de Sócrates durante años. Buena parte de los diálogos platónicos tienen a Sócrates como protagonista, y se considera que reflejan fielmente al maestro.
-Aristóteles, que no conoció a Sócrates, pero que supo valorar la aportación de Sócrates a la filosofía.
Sócrates sufrió un proceso judicial por corruptor de la juventud y por impiedad (seguramente, meras excusas para la iniquidad de sus enemigos) en el que fue condenado a muerte. Tomó la cicuta, rehusando la huida que le habían preparado sus amigos. Este episodio fue narrado magistralmente por Platón, dolido para siempre con la democracia ateniense por la muerte de su maestro. Cada época se ha hecho una imagen de Sócrates. La tradición cristiana lo consideró un cristiano antes de Cristo.
En el Renacimiento Erasmo de Rotterdam proclama: Sancte Socrates, ora pro nobis. La visión más negativa es la de Nietzsche, para quien Sócrates representa el resentimiento, la obsesión de la lucidez y de la preocupación moral contra la despreocupación y la espontaneidad (Sprague, 1972 )

                   G.1 – EL MÉTODO FILOSÓFICO SOCRÁTICO:
Ironía, mayéutica y descubrimiento
El método de Sócrates (methodos, en griego, significa camino), según se pone de manifiesto en los primeros diálogos platónicos, se basaba en el diálogo. El diálogo se opone a la elocuencia y a la retórica de los sofistas, que se encerraban en sus discursos, y sitúa a los interlocutores en un mismo plano, lo cual puede interpretarse en el sentido de que la filosofía  (la búsqueda de la verdad) no es un producto del pensador solitario, sino el resultado de una tarea colectiva. Lo que parece diferenciar a Sócrates de los sofistas es el intento de superar el relativismo y de alcanzar una verdad absoluta que sirva de fundamento a la ética personal y a la organización política de la sociedad. A estos objetivos está orientada su enseñanza, que pretende orientar a las personas en la busca del bien y de la justicia, convencido como estaba que la virtud puede enseñarse. Pensar no era adoptar las ideas ajenas, sino hacerlas emerger desde nuestro interior. Sócrates confiaba en su método y en un hombre capaz de “pensar” (Barylko, 1997) 
El método de la conversación de Sócrates tenía tres momentos: la ironía, la mayéutica propiamente dicha (mayéutica significa el arte de la comadrona, de ayudar a dar a luz) y el descubrimiento. Con la ironía se opone a la opinión infundada y a la arrogancia de la conciencia dogmática que cree poseer la verdad. Consistía en hacer preguntas que, bajo la apariencia de tener en alta estima el saber exhibido por el interlocutor, mostraban, en realidad, la inconsistencia del mismo y ponían al interlocutor en la tesitura de tener que reconocer su ignorancia. Con la ironía, Sócrates intentaba minar el obstáculo para la verdad que representa la seguridad con que el hombre común se apoya en las ideas triviales. A esta operación se creía con derecho Sócrates, ya que él mismo partía reconociendo su ignorancia. Es famoso “Sólo sé que no sé nada”.  Según se cuenta en la Apología de Platón, cuando, preguntado el oráculo sobre quién era el más sabio de los griegos, respondió que “Sócrates”, y él lo interpretó en este sentido: que él no era arrogante, que él era el único que reconocía su ignorancia.
La ironía es lo contrario de lo que hacían los sofistas: éstos cobraban un dinero a cambio del saber que ofrecían; Sócrates no cobraba nada y empezaba por quitar el saber que su interlocutor creía tener. Sócrates comparaba la sofística con el arte culinario, que busca satisfacer el paladar, pero no se preocupa de las digestiones; mientras que su propio método, en cambio, es como la medicina, que no se cuida de si causa dolores al paciente, con tal de restablecer su salud. (Leahey, 2004)
El segundo momento del método es la mayéutica, es decir, el arte de ayudar a dar a luz la verdad. Consiste en conducir la conversación de modo que pueda aflorar la verdad del interior de cada uno, donde estaba latente. El hecho de que la verdad procede de nuestro interior significa que no llegamos a poseer de verdad sino aquellas verdades que producimos en nosotros mismos.  Esta verdad que se encuentra en el interior de cada hombre no es relativa a cada uno (Sócrates se opone al relativismo sofístico), sino que es común, es verdad en sí.
En la mayéutica se trata precisamente de pasar del para mí inicial al en sí. Se trata de buscar la definición (la esencia) de lo que se está considerando. Sócrates preguntaba incansablemente “¿qué es?...la justicia, la felicidad, el bien, etc.”, para alcanzar, por encima de la pluralidad de casos en que se predica el concepto, con sus interminables diferencias, a la unidad de la definición (este procedimiento del diálogo socrático consiste en buscar la definición por medio del razonamiento inductivo).
El razonamiento inductivo y la definición son, según Aristóteles, las aportaciones de Sócrates a la filosofía. Finalmente, el interlocutor descubría la verdad.


G.2 – EL INTELECTUALISMO MORAL SOCRÁTICO

El propósito central de la actividad de Sócrates es moral (sus preguntas se referían siempre a los valores morales): la perfección del individuo.  Esta perfección consiste para Sócrates en la autarquía o autodominio. Aquí se constituye el ideal clásico del sabio moral: el héroe no es aquel que vence sobre los demás, sino el que vence sobre uno mismo. El sabio es el que -ordenándose conforme a su inteligencia- se domina  a sí mismo; lo cual significa que hay algo en uno mismo -las pasiones- que debe ser dominado o sometido, y cuyo desgobierno acarrea la infelicidad, la imperfección o el mal moral. Para este propósito moral se precisa de un conocimiento distinto de las especulaciones sobre el origen de la realidad natural (fracasadas, por otra parte en los físicos). La mirada no ha de dirigirse hacia fuera y a los comienzos, sino hacia dentro (hacia sí mismo) y hacia los fines (de las acciones, de la vida humana).
La filosofía tiene que ser autognosis (conocimiento de sí mismo – término de los Sofistas). Sin el conocimiento moral no hay autodominio.  La virtud no se basa en las costumbres, en las convenciones o en los hábitos aprobados por la sociedad, y tampoco en lo que podríamos llamar la buena disposición natural, el buen corazón. Se basa en el conocimiento, en la aprehensión intelectual de los valores. Sócrates trata de someter la vida humana y sus valores a la razón, al igual que los filósofos del período cosmológico habían intentado someter al dominio de la razón el cosmos. Se trata de racionalizar la conducta humana, ajustándola a normas fijas y universales.
Ahora bien, y en esto consiste el intelectualismo socrático, además de ser condición necesaria para la virtud, el conocimiento moral o autognosis es también condición suficiente. Para ser virtuoso hay que conocer la virtud, pero además quién conoce la virtud no puede por menos de ser virtuoso. Si sabe claramente qué es lo bueno, ¿cómo iba a hacer el mal? Si sabe claramente la relación que hay entre la virtud y la felicidad, ¿cómo iba a no ser virtuoso? ¿Quién que supiera lo que el mal significa lo iba a hacer? Sería, para Sócrates, como  errar el blanco queriendo. Imposible conocer el bien y no hacerlo: la mala conducta moral es en todos los casos error de conocimiento. El mal es inconsciente o involuntario. Sócrates exhorta a sus discípulos a la virtud porque ésta es el bien supremo para el ser humano, sin la cual no podemos ser felices. En definitiva, para Sócrates, no existe felicidad sin virtud; la virtud es la condición necesaria y suficiente para la felicidad (Barylko, 1997).
En el año 399 a.C. pasó por un proceso judicial, acusado de corruptor de la juventud y considerado hombre peligroso para la sociedad. Rehusando la huida que le habían preparado sus amigos, pensando que la misma desacreditaría a la justicia ateniense,  aceptó esperar en la cárcel por su ejecución.  Este episodio fue narrado magistralmente por Platón, dolido por la muerte de su Maestro y indignado con la democracia ateniense.

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I.H - LAS GRANDES FILOSOFÍAS CLÁSICAS

H.1 - PLATÓN ( 428 – 348 a.C. )  La Búsqueda del Conocimiento Perfecto

Antecedentes personales - Arístócles de Atenas, apodado Platón (Plátwn = el de anchas espaldas), nace, probablemente, el año 428-427 (a.C.) en Atenas, o quizás en Aegina. Pertenecía a una familia noble; su padre, Aristón, se proclamaba descendiente del rey Codro, el último rey de Atenas. Su madre, Períctiona, descendía de la familia de Solón, el antiguo legislador griego. Era, además, hermana de Cármides y prima de Critias, dos de los treinta tiranos que protagonizaron un golpe de estado oligárquico el año 404. Platón tuvo dos hermanos, Glaucón y Adimanto, y una hermana, Potone. Después de la muerte de su padre, su madre se casó con su tío Pirilampo, amigo y partidario prominente de Pericles, con quien tuvo otro hijo, Antifón, un nuevo medio-hermano para Platón. Murió en la misma ciudad el año 348 a.C.
Dos elementos influyeron en su vida y en su filosofía de forma decisiva: su vocación política y sus relaciones con Sócrates. Platón tenía veinte años cuando conoció a Sócrates, quien influyó en su decisión de dejar los intentos literarios que había hecho hasta entonces y dedicarse a la filosofía. Profundamente impresionado por la condena y muerte de Sócrates, Platón se alejó de su ciudad y realizó largos viajes, que le llevaron hasta Egipto y, tal vez, hasta otros países de Oriente. En Sicilia pasó luego una larga temporada, y allí recibió la influencia de los pitagóricos, como quedará reflejado en su pensamiento posterior.
Sus ideas políticas (su concepción del gobernante-filósofo) le movieron a intentar educar en la filosofía al tirano Dionisio de Siracusa, empeño en el que fracasó estrepitosamente. Esas mismas ideas le llevaron a fundar la Academia en el año 387 a.C., centro dedicado a formar pedagogos, personas que pudieran dedicarse a la enseñanza ya a la política, donde enseñaba a sus discípulos sin cobrarles nada. A esta actividad se dedicó prácticamente el resto de su vida, hasta que murió a la edad de 80 años.
Platón escribió muchas obras, generalmente diálogos, en los que suele parecer su maestro Sócrates. Las más importantes son:
-        Gorgias, sobre la virtud y la cuestión de si se puede enseñar.
-        Banquete; trata del eros como fuerza que nos impulsa hacia la belleza y la bondad.
-        Fedón, sobre la inmortalidad.
-        Fedro, sobre la teoría de las ideas y la división del alma en tres partes.
-        Timeo, donde se expone la filosofía platónica de la naturaleza.
-        Leyes, su última obra, que dejó inacabada, sobre los fundamentos del Estado y la educación de los ciudadanos.
Antecedentes filosóficos – En su postura filosófica, Platón aceptó un aspecto del relativismo sofista: su argumento de que todas las sensaciones dependen del estado del observador (primeros a considerar las diferencias individuales). También aceptó la doctrina heracliteana del flujo, razonando que todos los objetos se encuentran en cambio permanente. Esto significa que, para Platón, no cabe conocer los objetos como eternos e inmutables – que para él son las características esenciales del conocimiento – de cosas que están cambiando continuamente, llegando a la conclusión de que la percepción suministra una imagen sumamente imperfecta y relativa de un mundo de objetos cambiantes, una imagen que no puede ser considerada como conocimiento.
            Platón no puso en tela de juicio la existencia del conocimiento, sino que intentó mostrar cómo éste puede ser alcanzado. Si no podemos conocer la realidad, ¿qué podemos conocer? No puede haber conocimiento de la nada, de lo que no existe, ya que no sería conocimiento. Para Platón, el conocimiento es eterno e inmutable, por lo que los objetos del conocimiento deben ser también eternos e inmutables. Platón llamó a tales objetos del conocimiento Formas o Ideas. Hay una Forma inmutable y eterna para cada clase de objeto a los que damos un nombre general como “mesa”, “justo”, “perro”, etc. Creía que los objetos percibidos eran formas imperfectas de estas Formas, imperfectas porque se hallan en permanente cambio y son relativas al que las percibe .Visiblemente influenciado por Pitágoras, el mundo de las Formas de Platón, por ser abstracto, se asemeja mucho a la geometría. Es el mundo del conocimiento, el mundo inteligible, el mundo del ser.
            El otro mundo, el mundo de la realidad perceptible, Platón lo denominó el mundo de las apariencias percibidas, el de los objetos imperfectos, cambiantes, de la imaginación y de la creencia. La imaginación es el nivel inferior de la cognición, puesto que se ocupa de simples imágenes de objetos concretos, análogas a los reflejos que fluctúan en el agua. Es el mundo del devenir. Esta aprehensión de las imágenes es la forma más imperfecta del conocimiento. 
            Para alcanzar el conocimiento, debemos remontarnos al mundo de las Formas propiamente dichas, sin contentarnos con sus réplicas o las imágenes imperfectas de sus formas. Debemos ascender de los meros presupuestos a los principios fundamentales, del mundo de las Apariencias sensibles al mundo de las Formas inteligibles. ¿Cómo se realiza este tránsito? ¿Cómo alcanzar el conocimiento de las Formas ? Sobre esta cuestión, el punto de vista de Platón evolucionó al correr de los años. Siempre creyó que debíamos, hasta cierto punto, apartarnos de la percepción sensorial y adelantarnos en la dialéctica filosófica, donde surgiría el verdadero conocimiento. 
            En los primeros diálogos, Platón creía que la experiencia de los objetos concretos estimulaba la rememoración  del conocimiento innato de las Formas, adquirido en las sucesivas reencarnaciones. Los objetos percibidos se asemejan a las Formas, si bien de manera imperfecta, y por ello constituyen un estímulo real para despertar nuestro conocimiento de éstas. En sus diálogos intermedios, Platón negó cualquier papel válido a la percepción sensorial y descartó el papel del aprendizaje sobre la dialéctica abstracta y la filosofía.
            Finalmente, en sus últimos diálogos y lecciones no publicadas (que conocemos a través de Aristóteles), retornó a su primitiva creencia en el valor potencial de la percepción sensorial.  Al mismo tiempo, elaboró su noción de dialéctica, convirtiéndola en un instrumento para clasificar con precisión todas las cosas, instrumento que Aristóteles perfeccionaría. Simultáneamente, la concepción platónica de las Formas se volvió cada vez más matemática y pitagórica.     
Aportes a la psicología – El interés absorbente de Platón por las Formas ultramundanas le llevó a prestar escasa atención a la investigación empírica. Sólo un diálogo, el Timeo, es dedicado a problemas científicos. A continuación, espigaremos las opiniones de Platón sobre una serie de temas psicológicos.
Naturaleza del alma – Platón dividía el alma (o la mente) en tres partes. En primer lugar estaba el alma inmortal y racional, localizada en la cabeza. En segundo lugar, el alma impulsiva o animosa, localizada en el tórax. Representa a las antiguas virtudes homéricas e encuentra su motivación en conquistar el honor y la gloria; era el alma del guerrero; tiende a aspiraciones nobles y también es susceptible de sentir vergüenza o culpa. La tercera, el alma pasional o apetitiva, estaba situada en el vientre e interesada en el placer corporal. Fue considerada por Platón como particularmente revoltosa y necesitada de control por la razón. Siglos más tarde, encontramos una idea análoga en S. Freud, quien destacó la primacía de la razón sobre los impulsos instintivos (control racional de los impulsos).
            Estas dos últimas eran mortales, perecederas, y se encontraban atadas al cuerpo, y solamente capaces de “dar opinión”. Por otro lado, el alma racional, inmortal, era la encargada de controlar los deseos de las otras dos, de la misma forma que un auriga controla los caballos de su carro.
            Platón se manifestó como un partidario del dualismo mente-cuerpo, al afirmar que una persona se define por su mente racional, siendo su cuerpo una tumba perturbadora, en la que el alma racional se encuentra aprisionada. Así, específicamente en sus obras primerizas e intermedias, Platón muestra escaso interés en definir el “placer” o “motivación”. Buscar el placer y evitar el dolor, son cosas del cuerpo que solamente sirven para poner a prueba la capacidad del alma racional y obstaculizar su contemplación del bien. Todas las formas de sensación, incluido el placer, las considera como inevitables. Su concepción de motivación llega a ser freudiana: “poseemos en nuestro interior una corriente de deseos pasionales (teoría de la libido de Freud) que pueden ser encausados hacia cualesquier de las tres partes del alma: hacia el logro del placer físico, el honor o el conocimiento filosófico y la virtud. Nuestro impulsos pueden motivar la búsqueda del placer transitorio o el ascenso filosófico al mundo de las Formas “(Leahey, 1986).  Cuando el alma racional impide la realización de los deseos (o necesidades) del alma pasional o apetitiva, la persona sueña con los deseos insatisfechos y a esta situación Platón la denomina Orfismo (designación precursora de la interpretación de los sueños de Freud).
Fisiología y Percepción – La fisiología de Platón resulta curiosa en nuestros tiempos porque afirmaba, por ejemplo, que la función del hígado consistía en desplegar las imágenes enviadas por el alma racional al alma pasional; estas imágenes eran, más tarde, borradas por el páncreas y eliminadas por el orín. Dado que Platón desconfiaba de la percepción sensorial, apenas habló de la ciencia empírica de la fisiología y con frecuencia se limita a consignar los puntos de vista tradicionales entre los griegos.

La Metáfora Platónica de la Línea

MUNDO
INTELIGIBLE
OBJETOS
ESTADOS MENTALES

El bien

Inteligencia
o
Conocimiento

Formas

Objetos Matemáticos

Pensamiento


MUNDO DE LAS APARIENCIAS

Cosas visibles

Creencia

Imágenes

Imaginación



 ( Leahey, 1998-Pag.59)
 
             
           
Aprendizaje – Platón creía que los padres no estaban preparados para “enseñar” y, por eso, formaba pedagogos en su Academia. Fue el primer gran innatista, ya que, según él, todo conocimiento humano es innato, es decir, existe desde el nacimiento, atendiendo a que el alma era reencarnada. En sus momentos más radicales, Platón creía que este conocimiento sólo puede ser reavivado a través de la dialéctica y la contemplación, no atribuyendo papel a la percepción sensorial. En otras ocasiones, propone una explicación del aprendizaje: los objetos percibidos de “parecen” a las Formas de las que participan y esta semejanza puede estimular a nuestra alma racional para que “recuerde” cómo son las Formas. Dicho en términos actuales, el “input” perceptual excita y desarrolla mecanismos cognitivos innatos. Al mismo tiempo, Platón sienta las bases de la doctrina asociacionista, que más tarde se convertiría en parte fundamental de la filosofía empirista.
Desarrollo y educación – Platón creía en la reencarnación. Al morir, el alma racional se separaba del cuerpo y alcanzaba el mundo de las Formas. Según el grado de virtud conseguido en la vida anterior, el alma racional volvía a reencarnarse en algún lugar de la escala filogenética. Cuando el alma racional era arrollada a un nuevo cuerpo lleno de sensaciones y de deseos animales, caía en un estado de completa confusión y debía adaptarse. Esto era la explicación dada a la conducta agitada de los niños que, obviamente, no tenían conocimiento de las Formas. La función de la educación era ayudar al alma racional a adaptarse a este nuevo cuerpo.
            Así, la educación presenta, para Platón, tres fases: en una primera fase, los infantes deben ser apaciguados para aprender a dominar su caos interno y las actividades relacionadas con la gimnasia y la música ayudan. En una segunda etapa, el infante, que ya aprendió a dominar su mundo interno, debe ahora aprender a dominar el mundo externo. La gimnasia, la retórica y la geometría eran instrumentos valiosos para alcanzar este objetivo. Finalmente, en una tercera etapa, y para quienes se mostraban con aptitudes intelectuales, la educación superior en filosofía conducía a los hombres al conocimiento de las Formas. La educación en esta tercera fase era especialmente rigurosa y exigente, y fue pensada para preparar y formar a los futuros dirigentes de la sociedad (Leahey, 1986).     
            Cabe agregar que, para Platón, el hombre feliz era el hombre educado, porque sabía dominarse a sí mismo y al mundo exterior; el hombre mal-educado era una persona infeliz (Barylko, 1997). Los padres estaban preparados para procrear, pero no para educar a sus hijos; para esta tarea estaban los Pedagogos que, a cambio de un sueldo, se encargaban de la educación de los niños. Enseñar era ayudar al otro a despertar para el saber, movilizarlo hacia el aprendizaje, entendiendo al “aprendizaje” como una obra en construcción. Aprender es internalizar y poder elegir. Para Platón (y para muchas teorías de la avanzada psicología de la educación del siglo XXI), era el alumno que, en definitiva, elegía los contenidos que deseaba aprender.    
            H.2 - ARISTÓTELES (384-322 a. C.) – La Filosofía del Empirismo y del Desarrollo


Antecedentes personales - Aristóteles vivió y desarrolló su labor en la Antigua Grecia, y es considerado uno de los fundadores del empirismo. Nació en el 384 a.C. en Estargia, al norte de Grecia. Descendiente de una larga estirpe de médicos, su padre fue el médico de Filipo de Macedonia (padre de Alejandro Magno). Desde los 18 años hasta los 38 estuvo en la Escuela de Platón, ganándose el sobrenombre de “el cerebro” con el que le bautizó el propio Platón. Tras la muerte de éste, en el 347 a.C., decidió realizar un viaje alrededor del Adriático para investigar temas relacionados con la zoología seguir sus estudios biológicos y filosóficos en Asia Menor. En el 342 a.C. regresó a Macedonia como tutor de Alejandro Magno en la corte del rey Filipo de Macedonia, quien lo convocó para que se encargase de la educación de su hijo. Cuando Alejandro subió al trono, Aristóteles partió de Macedonia porque estaba en desacuerdo con algunas ideas políticas de su antiguo discípulo y decidió volver a Atenas. Hacia el 335 a.C. Aristóteles había regresado a Atenas, donde se ocupó de estudiar y explicar lógica, epistemología, física, biología, ética política y estética y fundó su propia academia – El Liceo. Cuando murió Alejandro, se produjo en Grecia una reacción importante contra la soberanía macedónica y Aristóteles debió huir, por miedo a que los atenienses lo pudiesen matar. Moriría en la ciudad de Calcis poco tiempo después (322 a.C.).
Sus diferencias con Platón – Estas empiezan a partir de sus posturas filosóficas; Platón nunca llegó a desarrollar un sistema genuino de pensamiento, sino que en sus impresionantes “diálogos”, exponía una visión cósmica de la naturaleza. Aristóteles, por el contrario, fue un científico, un observador empirista de la naturaleza, que nunca asumió el racionalismo platónico (Leahey,1998).
            Independientemente de que escribiera sobre ética y política, del alma o de la metafísica, siempre adoptó un punto de vista práctico, alejándose de explicaciones abstractas. Estuvo siempre interesado en lo “real”, en lo “natural”. A diferencia de Platón, para él que lo “real” y, por lo tanto, lo natural tenía su existencia en  el mundo de las Formas (abstractas), Aristóteles, el biólogo, recurrió al mundo para definir “lo real”. A diferencia de los sofistas, no trazó ninguna línea divisoria mente-cuerpo y postuló que el ser humano debía construir su vida a partir de aquello que fuera lo mejor para la naturaleza humana. La visión aristotélica de la relación entre el cuerpo y el alma es diferente a la concepción platónica. Al negar la separabilidad de las Formas, Aristóteles estaba rechazando, simultáneamente, la separabilidad del cuerpo y del alma, poniéndose así al dualismo que había caracterizado a Platón y a los pitagóricos. Para Aristóteles, un organismo es una unidad; sin alma, el cuerpo está muerto y, sin cuerpo, el alma no existe. El alma es un conjunto de capacidades de un cuerpo viviente. De la misma forma que la visión es la capacidad del ojo, el alma es la capacidad del cuerpo (Sorabji, 1983). Sin embargo, y a pesar de las diferencias señaladas, no hay que olvidarse que, de la misma forma que Platón heredó postulados de su maestro Sócrates, también Aristóteles los heredó de su maestro Platón.
Filosofía de la ciencia – Aristóteles elaboró un sistema filosófico comprensivo, lógico y coherente, en el que podemos encontrar la primera psicología. Como un científico, además de un filósofo, consideró cuidadosamente los objetivos y los procedimientos de la ciencia, definiendo, en gran medida, la ciencia hasta que el advenimiento de la Revolución Científica en el siglo XVII derrocó las propuestas aristotélicas y las sustituyó por la ciencia que hoy conocemos, muy diferente a la propuesta de Aristóteles.
Así, creó la disciplina al analizar ciertos problemas que surgen en conexión con la explicación científica. En esa época se creía que existían dos mundos: el mundo de las ideas (un mundo perfecto, irreal) y el mundo de la materia (el real, el imperfecto). Pero Aristóteles creyó que solamente existía un mundo, el real, consideraba la naturaleza como algo sagrado, en donde todas las cosas podían estar de dos formas posibles: en acto, cuando se tiene todas las propiedades en ese mismo momento y en potencia, cuando todavía no han desarrollado las propiedades, pero las tendrán en un futuro. Por ejemplo, un niño es un adulto en potencia, pero un niño en acto; una semilla puede ser una planta en potencia, pero es una semilla en acto.
Aportes a la Psicología - Para Aristóteles, la psicología es el estudio del alma es decir, aquello que diferencia el mundo animado del inanimado (Leahey, 1998). Según él, el alma se define como la forma de un cuerpo natural que posee la vida en potencia (De Anima, II,i,412).Todos los seres vivientes poseen una alma que constituye su forma y, por eso, es el alma que define la naturaleza, lo que les hace seres vivientes. Existen tres niveles de alma que serían específicos para cada uno de los diferentes niveles de actualización de los seres vivos en la scala naturae (escala natural). En el nivel más bajo, estaría el alma vegetativa (de las plantas), que cumpliría tres funciones: nutrición, reproducción y desarrollo. El alma sensitiva (de los animales), más compleja que la primera, que incluiría las funciones de la primera y añadiría otras funciones que permitirían a los animales un grado mayor de actualización en relación a las plantas. Los animales, a diferencia de las plantas, son conscientes de la realidad que los rodea, tienen sensaciones y, consecuentemente, pueden establecer la diferencia entre el placer y el dolor. También los animales tienen memoria, sentido común e imaginación. Además, tienen la facultad del movimiento. Por último, y en el nivel más elevado, el alma racional (del hombre) que incluye las funciones de las dos almas anteriores, además de la mente o nous, el poder de pensar y de adquirir el conocimiento  
La mente o psique es el acto primero de todas las cosas, es lo que hace posible que sintamos y percibamos y es exclusiva del hombre. El alma es acto y actualización, la fuerza directriz de cualquier organismo viviente y la satisfacción del potencial de posesión de vida que tiene el cuerpo (Leahey, 1998).
Estructura y funciones del alma racional humana - La psicología humana se basa en los cinco sentidos y los procesos de conocimiento se producen a través de los sentidos; sin ellos, no habría conocimiento, recuperando, de esta forma, la realidad del mundo natural. Sostenía que la mente, en el momento del nacimiento, es como una tabla rasa, carece de ideas innatas y todo depende del aprendizaje. Aprender depende directamente de la memoria, que trabaja en base a la semejanza (relacionando cosas parecidas), el contraste (observando diferencias) y la contigüidad (recordamos cosas que están juntas en espacio y tiempo).
Fue el primero a hablar en “psicología” - La Psicología de las Facultades. Toda la motivación es iniciada por el deseo. La razón distingue los deseos buenos de los malos. A los deseos se les llama apetitos (Leahey, 1986). Intelecto Activo es el  razonamiento puro, como función mental,  y  no una función corporal. Todo el hombre, por medio de su intelecto activo, tiene saber y gana experiencia de las cosas. Según Aristóteles, acceder al conocimiento consiste en un proceso psicológico que comienza con la percepción de los objetos particulares y culmina con el conocimiento general de los universales. Podemos representar el análisis aristotélico a través de un diagrama en el que se muestran las facultades del alma y las relaciones que se establecen entre ellas.
Los cinco sentidos primarios envían la información al sentido común, que se encarga de unificar las sensaciones en la percepción consciente y de transmitir esta información ya procesada hacia el intelecto paciente, donde quedan impresos los objetos percibidos. Estas percepciones pueden persistir en el tiempo en forma de imágenes. Cuando aprendemos algo, el material aprendido llega a la memoria y puede ser posteriormente recuperado por la conciencia, de aquí que el flujo de información se transmita en ambos sentidos. Por último, los contenidos del intelecto paciente son activados  por el intelecto agente para generar el conocimiento universal.
            Así, la primera etapa de la percepción es la recepción de los diversos aspectos de la forma del objeto por medio de los sentidos especializados. Cada uno de estos sentidos, está dedicado a la recepción de un tipo particular de información de los objetos (por eso el término especializados); fueron considerados por Aristóteles como sentidos pasivos, cuya misión es simplemente ajustarse a la forma del objeto percibido, por lo que son fiables y no producen errores. La información proporcionada por los sentidos especializados se transmite, de diversas maneras, a las facultades que se ocupan de esta información. Estas facultades, en el alma de los animales, se denominan sentidos internos porque no están conectados con el mundo exterior, sino que se relacionan con las sensaciones experimentadas. La facultad del sentido común representa, para Aristóteles, la siguiente etapa de la percepción. Es una facultad muy importante y constituye la respuesta aristotélica a uno de los mayores misterios de la percepción: el problema de la integración sensorial o, tal y como se conoce en la ciencia cognitiva, el problema de la conjunción.
Experimentamos las múltiples facetas de los objetos simples (color, olor, textura, forma, sonido) en una floreciente y zumbante confusión de impresiones sensoriales. Integramos la información procedente de los sentidos especializados por medio de la unión de la información que procede de sus vías neurales independientes, en una representación mental simple de los objetos. Aristóteles afirmaba que esta tarea la llevaba a cabo el sentido común (Bynum,1993) y lo situaba en el corazón, donde las diferentes sensaciones se integraban entre sí. El sentido común y la imaginación son los encargados de juzgar lo que significa un determinado objeto. Por tanto, mientras que las sensaciones específicas son infalibles, los juicios del sentido común y de la imaginación son interpretaciones falibles de las sensaciones específicas (podríamos estar pensando, erróneamente, que lo que vemos es algo diferente a lo que, realmente, es). Ahora sabemos que Aristóteles estaba en el camino cierto al marcar la diferencia entre la sensación que provoca un objeto y el juicio que realizamos sobre ese mismo objeto, aun que se haya equivocado en la situación biológica del sentido común.

Sentidos Especiales                                                                         Intelecto Agente o Activo
                        Vista
                        Tacto
                        Audición                                   Sentido Común                  Intelecto Paciente o Pasivo
                        Gusto
                        Olfato                                           Imaginación
                                                                             Memoria



 
La estructura del alma humana (sensitiva y racional) según Aristóteles (Leahey, 1998 p. 74)

            Las imágenes coherentes de los objetos, ya ensambladas por el sentido común, son trasmitidas en dos direcciones: hacia la imaginación y la memoria, tanto en los animales como en los seres humanos. Una de las funciones que Aristóteles asignó a la imaginación (quizás la más importante), fue la capacidad de reproducir la forma de un objeto cuando no está presente y, para eso, cuenta con la ayuda de la memoria, que Aristóteles consideró como un depósito de imágenes creadas por el sentido común y por la imaginación (Bynum, 1993). Aristóteles distingue la memoria simple – el reconocimiento de una imagen como una representación de un momento pasado – de la rememoración que implica una búsqueda entre las imágenes de la memoria. Esta rememoración es posible gracias a que os contenidos de la memoria se encuentran organizados bajo leyes de asociación – la semejanza, el contraste, la causalidad y la contigüidad. La memoria es, así, el registro de los acontecimientos vivenciados por el animal y que se pueden recuperar a través de la imaginación. La memoria, en la concepción aristotélica, corresponde a lo que los psicólogos cognitivos posmodernos denominan memoria episódica o personal, que consiste en la capacidad para recordar hechos o acontecimientos específicos de la vida.
Según Aristóteles, el pensamiento sin imágenes era imposible (Leahey,1986), por lo que cabría esperar un análisis pormenorizado de la imaginación en sus obras. Sin embargo, sus observaciones sobre la imaginación describen a ésta meramente como una persistencia de un precepto después de que el objeto, que originariamente la causó, desapareció del campo perceptual. 
Intelecto – Aristóteles denominó intelecto al componente racional del alma humana, exclusiva de este y con la capacidad de adquirir conocimiento sobre los universales abstractos, que es distinto al conocimiento de las entidades individuales, que se alcanzan mediante la percepción. En la medida en que vamos experimentando diferentes miembros de un tipo natural, percibimos sus similitudes, formando la impresión de un universal que, para Aristóteles, correspondía siempre a una imagen, a la imagen de la esencia de un determinado tipo natural. (Sorabji, 1983) 
            Según Aristóteles, en la mente humana existe, al igual que en el resto de la naturaleza, una diferencia entre potencia y acto El intelecto paciente o pasivo es pura potencialidad, no tiene carácter en sí mismo, ya que toma la forma de los objetos que se experimentan. El conocimiento de los universales en el intelecto paciente o pasivo se actualiza, o sea, se manifiesta en base a las operaciones del intelecto agente que es pensamiento puro, el cual actúa sobre los contenidos del intelecto paciente o pasivo para alcanzar el conocimiento racional de los universales. El intelecto agente es bastante diferente del resto de los componentes del alma racional; al ser acto, nada actúa sobre él sino que, por el contrario, es el intelecto agente que actúa sobre los contenidos del intelecto paciente o pasivo. Para Aristóteles, esto significa que el intelecto agente sería inmutable y, por lo tanto, inmortal, ya que la muerte sería una forma de cambio.  El intelecto agente es separable del cuerpo y sobrevive a la muerte de éste, a diferencia del resto de los niveles del alma. No obstante, el intelecto agente no sería un alma personal, ya que sería idéntica en todos los seres humanos. Sería pensamiento puro y corresponde a los procesos de pensamiento abstracto, mientras que el intelecto paciente o pasivo correspondería a sus contenidos (Wedin, 1993)
Motivación – El movimiento es rasgo característico de los animales. Es una función que corresponde al alma sensitiva, que puede experimentar el placer y el dolor. Todas las acciones están motivadas por alguna forma de deseo lo que, para Aristóteles, implicaba la imaginación. En los animales, que persiguen tan sólo el placer inmediato, la motivación está guiada por la imagen de lo que es placentero. Aristóteles lo denominó apetito a este tipo de motivación . Sin embargo, los seres humanos utilizamos la razón por lo que somos capaces de concebir lo que es bueno o malo;  a este tipo de motivación la denominó deseo; es específica de los seres humanos y, en ella, nos enfrentamos al problema de la elección moral. Así, Aristóteles afirmaba que los procesos de motivación estaban guiados por dos polos: agrado y desagrado. Nuestra mente nos guía hacia el agrado y rechaza o nos separa del desagrado. El fin último de cualquier motivación es la felicidad y ésta se consigue con la búsqueda del autoperfeccionamiento; ser más perfectos y completos, deseando el bien.
            Veamos, como conclusión, que escribía Aristóteles en Ética a Nicómano: “Es preciso aspirar a la inmortalidad en cuanto es posible (potencia), de modo tal que podamos vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en uno mismo (...) Sería, por tanto, absurdo no escoger la propia vida, sino la de algún otro. Lo propio de cada cosa, por naturaleza, es lo más excelente y agradable para cada cosa; y para el hombre, por consiguiente, la vida según la inteligencia. Esta vida es, por lo demás, aquella que procura mayor felicidad.” Los puntos de vista de Aristóteles en materia psicológica han ejercido gran influencia y marcado gran parte de nuestras ideas sobre el comportamiento humano a lo largo de las épocas. Sus doctrinas tuvieron particular repercusión en las premisas occidentales (aprendizaje y la motivación).

I.I - EL MUNDO HELENÍSTICO Y ROMANO


            La consecuencia más inmediata de la muerte de Alejandro Magno fue el inicio de un período de cambios sociales intensos, periodo que es conocido por el nombre de helenístico, cronológicamente situado entre la muerte de Alejandro Magno hasta la conquista de Egipto por Octavio. En el año 30 a.C.. hasta el advenimiento de la pax romana, la parte oriental del mediterráneo permaneció en una continua confusión, ya que el centro del imperio alejandrino no se mantuvo estable: sus generales terminaron con las ilusiones imperiales al crear reinos personales que gobernaban como si fueran dioses, siendo normales e incesantes las guerras entre ellos. 

            Después de Aristóteles, la línea del pensamiento filosófico tomó varias direcciones. Los Imperios, primero el de Alejandro y luego el Romano, vinieron a sustituir a las viejas ciudades-estado. La civilización se difundió alrededor del Mar Mediterráneo. Esta cultura no produjo filósofos ni científicos. Los imperios tienden a ser pragmáticos y, entre los romanos, encontramos grandes ingenieros y políticos más que a pensadores. 
            Tras perder su amada polis y descubrir que los gobiernos podían llegar a ser verdaderamente crueles, los hombres y las mujeres del período helenístico rechazaron la vida pública  para disfrutar de los placeres de la vida de hogar, privada y en familia. Desde una perspectiva social, las más beneficiadas por la época fueron las mujeres, ya que la idea de matrimonio entendido como un contracto para procrear, fue sustituido por las ideas de “amor”, “compañerismo” y de “familia”.
            Desde un punto de vista psicológico, las incertidumbres de este período generaban miedo en la población; en un mundo inseguro, las personas buscan quien o quienes las contengan, afectiva y socialmente. Los gobernantes se mostraban incapaces de otorgar seguridad y los dioses del Olimpo carecían ya de credibilidad; en este contexto social, lo que de movimientos filosóficos hubo en el periodo helenístico y romano, difirió, en gran medida, de todo lo anterior. En vez de investigar cuestiones de la ciencia o epistemología, los filósofos se dedicaban ahora a buscar recetas para la felicidad humana. Podemos caracterizar al periodo que va de Aristóteles y Alejandro (muertos ambos en el 322 a.C.) a la Edad Media, como el periodo de las Filosofías Terapéuticas de la Felicidad, escuelas de filosofía helenísticas que se propusieron desarrollar y transmitir “terapias para el alma” (Nussbaum,1994).

I. J - LAS FILOSOFÍAS TERAPÉUTICAS DE LA FELICIDAD 

Una de las Filosofías Terapéuticas de la Felicidad más divulgadas fue el Epicureismo (o Epicurismo para algunos autores), escuela fundada por Epicuro (341-270 a.C.) que afirmaba: “El argumento del filósofo según el cual ningún sufrimiento humano puede ser tratado terapéuticamente, está vacío. Es inútil la filosofía, a menos que actúe sobre el sufrimiento del alma” (cit. Nussbaum, 1994,p.13). El Epicureismo es también conocido como “la filosofía del jardín”, ya que una de las recomendaciones de Epicuro para encontrar la felicidad era la retirada del mundo social para vivir una vida sosegada, basada en el amor y en la amistad. Epicuro creía que la felicidad se alcanzaba evitando todas las pasiones intensas, llevando una vida hogareña, tranquila y sencilla,  independiente de los acontecimientos sociales, dando más importancia a la evitación del dolor que a la búsqueda del placer. Esta filosofía incluía un aspecto casi místico: los seguidores de Epicuro le trataban como a un líder, prometiendo aceptar y cumplir con todas sus enseñanzas y, desde la escuela, se los instaba siempre a los “fieles” para que se comportaran “ como si Epicuro les estuviera mirando”(cit. Green, 1990, p. 620).
La Filosofía de la Felicidad más controvertida de todas fue el Cinismo. Los cínicos no sólo se apartaron del mundo civilizado, sino que también lo atacaron. Opinaban que las obras de la sociedad rebosaban hipocresía, con su inseparable cortejo de codicia, envidia y odio. Se burlaban de las convenciones sociales y despreciaban cualquier opinión generalizada. El más famoso de los cínicos fue Diógenes ( 400-325 a.C.), cuyo orgulloso sobrenombre era “El Perro” porque vivía como tal, sin respetar normas básicas de convivencia y de interacción social. Se proclamó a sí mismo “ciudadano del mundo”, afirmando que el más importante de la vida era la libertad de palabra. Cuenta la historia que Alejandro visitó a Diógenes en la cueva donde vivía. Parándose frente a la entrada de la cueva, Alejandro preguntó si podía hacer algo por el famoso filósofo. “No me quites la luz !!!”-  fue la respuesta de Diógenes. Esta anécdota resume, en un rasgo, el cinismo.  
La escuela del Escepticismo, fundada por Pierrón de Elis (360-270 a.C.), tuvo un carácter más filosófico e intelectual que las escuelas citadas anteriormente. La desarrollaron varios de los directores de la Academia que había sido fundada por Platón. A semejanza de Platón, los escépticos desconfiaban de la percepción sensorial; por eso, consideraban que cualquier conclusión general tomada a partir de la percepción sensorial podría aparecer como errónea a la luz de nuevas experiencias. O sea, según los escépticos, si no aceptamos ninguna creencia y desconfiamos de la percepción sensorial, nunca experimentaremos la desdicha que conlleva el estar equivocado y, así, encontraremos la felicidad. 
El Estoicismo fue la más influyente de todas las filosofías terapéuticas. La escuela fue fundada por Zenón de Citio (333-262 a.C.) y contó entre sus adeptos con el esclavo Epícleto y el Emperador Marco Aurelio, mostrando su carácter más universalista que elitista.  Llegó a convertirse en la filosofía preferida por la clase dirigente romana. Los estoicos creían que el universo era racional y bueno, y todo lo que ocurre en la vida del hombre está predestinado por este orden universal. La felicidad consistía en aceptar racionalmente  el saber del universo, soportando el dolor con resignación y en beneficio de un propósito superior, con el objetivo de purificar el alma que, después de la muerte, regresaba al universo.
El Neoplatonismo fue otra de las filosofías de la felicidad, cuyo representante más destacado fue Plotino ( 204-270 d.C.), un griego que desarrolló hasta sus últimas consecuencias los aspectos místicos del platonismo, convirtiendo esta filosofía en una religión. Con fuerte influjo espiritual, los seguidores de esta filosofía definieron al universo como una jerarquía, en cuyo vértice se sitúa un dios supremo e incognoscible  denominado El Uno ; éste “emana” un dios cognoscible, denominado inteligencia, que domina el reino platónico de las Formas. De la inteligencia se desprende una serie de criaturas divinas, escalonadas, hasta llegar al hombre, cuyas almas divinas están aprisionadas en cuerpos materiales e impuros. La preocupación de Plotino era apartar a sus seguidores de las tentaciones corruptas de la carne, encaminándolos para la variable espiritual de la virtud, del bien y de la belleza, en el reino de las Formas. El hombre que eligiera este camino, encontraría da felicidad.
Consideremos que el Neoplatonismo es posterior al nacimiento de Jesús y, obviamente, aquí está la explicación de su tendencia a lo espiritual, como influencia de los principios del cristianismo

I.K - TENSIONES INTELECTUALES EN LA EDAD CLÁSICA
           
            En este apartado hemos inventariado, someramente, algunas de las ideas que el mundo clásico generó y legó a sus sucesores intelectuales.  Hay pocos conceptos modernos que no puedan remontarse a las raíces griegas. Las ideas de hombres como Aristóteles, Platón, Sócrates o Tales, entre otras, forman parte integrante de la urdimbre de la vida intelectual actual.
            Existen importantes tensiones intelectuales que surgen del periodo griego y que se entretejen a lo largo de los siglos posteriores. La primera tensión se da entre el Racionalismo y el Empirismo. El racionalismo, desde Parménides en adelante, niega que el verdadero conocimiento proceda de la percepción y, por ello, se vuelve hacia si mismo, hacia la razón y las ideas innatas, en busca de la verdad. El Empirismo, a partir de Empedócles, mira al exterior, creyendo que cabe cimentar una vía de la apariencia verdadera sobre el material de la experiencia sensorial. Mientras los racionalistas temen las ilusiones de los sentidos, los empiristas temen los engaños de la razón.
            La segunda tensión se instala entre el ser y el devenir. El partidario del ser, con frecuencia un racionalista, cree en las verdades y los valores eternos y transcendentes, que existen con independencia de nosotros y que debemos buscar.  El defensor del devenir, casi siempre un empirista, niega la existencia de verdades eternas y de seres inmutables, encontrando en el flujo cambiante de la experiencia la única verdad – que todo está en permanente cambio.
            La tercera tensión tiene cómo protagonistas las posiciones filosóficas de Platón y Aristóteles; mientras el primero defiende la teoría de la existencia de ideas innatas, el segundo cree que la mente, al nacer, es como una tabla rasa, que va adquiriendo conocimientos y experiencias vivenciales en la medida en que va procesando y memorizando los datos sensoriales otorgados por los sentidos externos.
            Finalmente, el dualismo de Pitágoras, rechazado por Aristóteles, constituye una tensión más. La mutua interacción y la lucha entre estas tensiones intelectuales fue una constante fuente de motivación para la vida intelectual desde la Edad Clásica.   

I.L. – EL FIN DEL MUNDO ANTIGUO

            La caída de Roma se suele datar en el año 476 de nuestra era. Sin embrago, su cultura, su arte, su filosofía y su ciencia habían comenzado ya a declinar aproximadamente a partir del año 200, un declive que se intensificaría en torno al año 300. Durante los siglos II y III, aún vigente el imperio romano, ya había comenzado una forma de vida similar a la medieval. Debido, fundamentalmente, al declive de la economía, los pequeños agricultores quedaron legalmente vinculados a sus tierras, vínculo que fue evolucionando hasta convertirse en servidumbre. En la medida en que el control de Roma sobre las provincias se iba debilitando, aparecieron dirigentes locales autónomos, instaurando el feudalismo.
            La crisis en el imperio se hizo más evidente en la medida en que el ejército se iba transformando, paulatinamente, en un grupo de vándalos que saqueaban y sembraban el miedo entre la población. La misma Roma fue saqueada en la época de San Agustín. El imperio fue finalmente desgarrado por oleadas de invasores bárbaros que terminaban huyendo ante la llegada de otros pueblos que pretendía instalarse en sus tierras. A medida en que estos pueblos bárbaros se iban asentando, el imperio perdía su carácter romano y universal. Los agitados movimientos producidos por estos asentamientos no finalizaron hasta aproximadamente el año 1000.
            Aunque este periodo estuvo marcado por el declive económico, demográfico e intelectual, una sociedad nueva y creativa comenzó a emerger a partir de las cenizas del imperio.

BIBLIOGRAFÍA

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