UNIDAD TEMÁTICA I
Principios Organizadores:
Orígenes
de la Psicología
Científica
Raíces
Filosóficas y Científicas de la
Psicología
I.A – HABÍA UNA VEZ...
Bien venidos a la Cátedra de Historia de la Psicología que,
como todas las historias, debe empezar con...”había una vez”....
Así empezamos...había una vez
...un grupo de filósofos que, aun no siendo contemporáneos entre sí, con sus
teorías y postulados y a lo largo de los tiempos, fueron construyendo los
fundamentos básicos y teóricos para este saber científico llamado Psicología,
una de las “hijas” más jóvenes de la Filosofía. Los fundadores de la Psicología fueron
filósofos, además de psicólogos, e incluso, en la actualidad, algunas ramas de la Psicología conservan
estrechos lazos con la filosofía.
Desde la época de los griegos, los filósofos se han preguntado cómo
conocen el mundo los seres humanos. A esta empresa se la denomina epistemología
y proviene de las palabras griegas episteme (conocimiento) y logos
(discurso). Interrogarse acerca de cómo los seres humanos conocen al mundo,
supone preguntas sobre la sensación, la percepción, la memoria y el
pensamiento. Así, aunque los fundamentos conceptuales de la psicología se
encuentren en la filosofía, la inspiración para la creación de una ciencia
independiente vino de la biología y de la fisiología; las ideas y las funciones
que los filósofos atribuyeron a la mente dependían de los procesos subyacentes
del cerebro. Una de las ramas más jóvenes de la biología – el evolucionismo –
también dio forma a la fundación de la psicología científica. Por lo tanto, nos
interesa conocer, además de los fundamentos filosóficos abstractos, los
fundamentos biológicos sobre el funcionamiento del cerebro y del sistema
nervioso, entre otros, porque ya algunos de los filósofos de la antigüedad
clásica sabían que los procesos psicológicos estaban estrechamente ligados a
los fisiológicos (Wright, 1994).
Sin embargo, nos apartaremos de un excesivo “historicismo”; la propuesta
es extraer de la historia de la filosofía los hechos que, directa o
indirectamente, contribuyeron para la formación de la Psicología Científica.
Empecemos este recurrido..........
________________________________
I.B - ANTES DE LA FILOSOFÍA, LA “PSICOLOGÍA”
Por “filosofía” entendemos
una manera de pensar totalmente nueva que surgió en Grecia alrededor del
año 600 a.C..
Hasta entonces, habían sido las distintas religiones las que habían dado
respuestas a las preguntas ¿cómo se creó el mundo? ¿ qué es la vida?
¿qué es el alma?, etc..Estas explicaciones religiosas se transmitieron
de generación en generación a través de los mitos. Los filósofos griegos
intentaron explicar y enseñar a los humanos que no debían fiarse en tales
explicaciones. Gran parte de los mitos griegos fueron plasmados por escrito por
Homero y Hesíodo y se genera una nueva etapa porque, atendiendo a que estaban escritos, podían ser discutidos.
Así, en la historia de la civilización occidental, nuestro acceso más
remoto a la psicología viene determinado por los poemas homéricos La Ilíada y La Odisea. Este
célebre par de mitos, que constituyen una colección de relatos orales
sintetizados no mucho antes de la
Edad del Oro en Atenas, fueron consignados entonces por
escrito por el poeta Homero. La
Ilíada y La Odisea se interesan propiamente por la
acción humana y contienen la psicología del sentido común de Grecia
pre-filosófica.
Al incluir historias de amor, de lealtad, de pasiones y de batallas, como
explicaciones del comportamiento humano, ambas obras revelan la más antigua psicología
popular de la cual tenemos noticia. (Onians, 1951). Los griegos carecían de una palabra que
identificara la “personalidad”, aunque tenían nombres para designar lo que hoy
llamaríamos “componentes de la personalidad”. Así, aparece la palabra psuch
(transcripta, tradicionalmente, como psyche) que significa aliento
de vida, ya que su salida del cuerpo de un guerrero herido significa su
muerte. Sin embargo, psuch es algo más que el aliento o soplo de vida;
durante el sueño o un desmayo, el psuch puede dejar el cuerpo y vagar a
su alrededor; también puede sobrevivir a la muerte corporal. En este caso, iban
al Hades, pero no todos; era necesario que el cuerpo recibiera un entierro
adecuado, para que pudiera efectuar la transición desde la vida mundana hasta
la vida después de la muerte – Hades. Un entierro adecuado, con honores, estaba
reservado a los guerreros que morían en las batallas. El phrenes, situado en el diafragma, el responsable de la
planificación de la acción racional. El thimos o thumos, situado
en el corazón, significaba un principio motivacional, subyacente en la acción,
en la emoción y en el sentimiento. El noos,
u órgano psicológico, era el responsable de la percepción precisa y del
conocimiento de la realidad del mundo.
Algo que merece destacarse de los héroes homéricos es el escaso control
que tenían sobre las diversas partes de sus mentes. En la Ilíada, los dioses con
frecuencia nublan el noos del guerrero e instalan la locura en el
thimos, haciendo que el guerrero actúe en forma irresponsable. El
concepto de responsabilidad personal y la atribución de la conducta humana a
causas totalmente internas no aparecen hasta aproximadamente el 300 aC, en las obras de los
dramaturgos griegos (Leahey,1986). En consecuencia, debemos interpretar esta locura
como el resultado de los caprichos de los dioses del Olimpo.
I.C - LOS COMIENZOS DE LA FILOSOFÍA
Escuela de
Mileto - Mileto
es la patria de la Filosofía
y de la Ciencia. La
situación privilegiada de la poderosa ciudad dio lugar a una civilización universalista,
en la que los patrones culturales de la metrópoli griega quedan modificados por
la influencia de culturas más lejanas que transmiten los mitos y los saberes
positivos de los hombres de entonces que proceden de Babilonia, de la lejana
Iberia, de Escitia, de las factorías y colonias del Ponto Euxino y de Egipto.
Decimos que tuvo lugar una evolución en la manera de pensar, pasando de una
forma mítica a un razonamiento basado en la experiencia y en la razón. El
objetivo de los primeros filósofos era buscar explicaciones naturales a los
fenómenos de la naturaleza por eso su designación de “filósofos de la
naturaleza”
La actividad de la denominada Escuela de Mileto dura aproximadamente cien
años (600-494 a.C.).
Tales, Anaximandro, y Anaxímenes son los pensadores tradicionalmente ligados a
Mileto. Además de los anteriores, la tradición menciona también a un tal
Hecateo de Mileto, conocido como historiador y geógrafo. No obstante, la Escuela hubo de tener más
miembros que se dispersarían a comienzos del siglo V, tras la destrucción de
Mileto por los Persas. Aunque cada uno de estos filósofos desarrolló un
pensamiento propio, sin embargo compartían algunas características comunes que
nos permiten agruparlos en una escuela filosófica – La Escuela de Mileto.
I.D - LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS
D.1 - TALES DE MILETO ( 585 a.C.) – La tradición
crítica
|
La actitud crítica es fundamental,
tanto para la filosofía como para la ciencia en general; requiere superar la
pereza intelectual y el lógico sentimiento de hostilidad hacia los cambios. El
establecimiento de una tradición crítica constituyó una de las más importantes
realizaciones atribuida a los griegos.
Además de inaugurar la tradición crítica,
Tales inició también una línea de investigación física. El problema específico
al que se dedicó fue el de la naturaleza de la realidad. Propuso que, aunque el
mundo parezca estar constituido por muchas sustancias diferentes (madera,
piedra, aire, etc.), hay en realidad un único elemento – el agua – que adopta
numerosas formas. Según Tales, el agua era el componente esencial y presente en
todas las cosas. Este elemento se lo denominó physis y, por eso, todos los que siguieron a Tales en
la búsqueda del citado elemento universal fueron llamados de físicos.
Decíamos que Tales inició una línea
de investigación física; al hacerlo, se distanció de las interpretaciones
religiosas y/o espirituales del universo, en favor de explicaciones
naturalistas acerca de cómo están constituidas las cosas y cómo operan. Así,
según Tales, el mundo puede ser comprendido por los hombres, ya que se compone
de materia común y no refleja las fantasías caprichosas de los dioses.
Críticamente, reconoció que su hipótesis era una opinión humana falible,
aunque confiaba en que el conocimiento divino podía llegar a convertirse en conocimiento
humano ( Lehaey 1998).
D.2
– ANAXIMANDRO DE MILETO (560 a.C.)
– Inicio de la
Teoría Evolucionista
|
Pensaba que nuestro mundo
simplemente es uno de los muchos “mundos” existentes en lo que él denominó “lo indefinido”.
Es el precursor de la teoría de la evolución (Psicología de la Adaptación)
D. 3 – ANAXÍMENES DE MILETO (540 a. C.) – Origen de la vida: el aire
El
último “filósofo de la naturaleza” de la Escuela de Mileto, creía
que el elemento primitivo de la vida en la tierra era el aire.
D.4
– PITÁGORAS DE SAMOS (530 a.C.)
– El dualismo mente-cuerpo
De influencia más directa en los filósofos posteriores, aparece Pitágoras
de Samos (530 a.C.),
figura enigmática, gran matemático y líder religioso. Tras varios años
dedicados a viajar por distintas partes del mundo antiguo (parece que visitó
Egipto y otros países de Oriente), emigró a la Magna Grecia (sur de
Italia), estableciéndose en Crotona, donde desplegó su actividad como maestro y
fundador de una escuela o, más bien, una especie de comunidad
filosófico-religiosa. Esta comunidad tenía sus propias ideas e intereses
políticos, que finalmente terminaron ocasionando una rebelión en su contra, por
lo que Pitágoras se vio obligado a huir de Crotona.
Su aporte a la formación de la psicología fue haber trazado una línea
divisoria y tajante entre el alma y el cuerpo. Pitágoras afirmaba
que las matemáticas podían ser aplicadas al cuerpo (talla, peso, etc.) pero no
al alma. A pesar de afirmar que no sólo podía el alma existir sin el cuerpo,
sino que consideraba que el cuerpo era una prisión corruptora en la que el alma
se encontraba atrapada, su teoría del dualismo
fue tema de especulaciones filosóficas hasta el siglo XIX.. Una parte
importante de la posición religiosa de Pitágoras estaba dirigida a la
purificación del cuerpo para que el alma pudiera encontrar más fácilmente la verdad
(Freeman 1971). Según algunos escritores antiguos, como Jámblico y
Heráclides de Ponto, Pitágoras fue el primero en usar el nombre de «filosofía»,
y se llamó a sí mismo filósofo o amante
de la sabiduría, pues ningún hombre era sabio, sino los dioses.
Pitágoras no dejó nada escrito, por lo cual es muy difícil separar sus
ideas personales de las de su escuela o comunidad. La Escuela Pitagórica
fue una comunidad singular de carácter científico, religioso y político. En lo
científico, cultivaron especialmente la matemática, la música y la astronomía.
En lo religioso, afirmaban la inmortalidad y trasmigración de las almas,
concediendo importancia fundamental a su purificación a través del conocimiento
y de un sistema de vida rígidamente regulado por prohibiciones. En lo político,
apoyaban al partido dórico y ejercieron el poder prolongadamente hasta
que a finales del siglo V a.C. se produjo una rebelión en que perecieron la
mayoría de los miembros de la escuela.
D.5 – ALCMEÓN DE CROTONA ( 500 a.C.) – El primer
protopsicólogo
Mucho tiempo antes de que la psicología se convirtiera en
ciencia, en la ruta de la filosofía existieron médicos-filósofos que se
denominan protopsicólogos (Leahey, 1998) porque se aproximaron a los
problemas de la mente desde la fisiología. El primer de ellos parece haber sido
Alcmeón de Crotona y, el segundo, fue Empedócles de Agrigento, en Sicilia (450 a.C.). Conozcamos los
importantes aportes a la psicología científica de Alcmeón de Crotona. Era médico y practicó las primeras
disecaciones de que hay noticia; disecó un ojo y siguió el rastro del nervio
óptico, descubriendo que éste terminaba en el cerebro. Concibe el cristalino
del ojo humano como una especie de espejo que refleja las cosas exteriores y
cuyas imágenes son transmitidas al cerebro por “los caminos luminosos – los
nervios ópticos” (Cepedal, 1999)
Fundándose
en sus disecciones, Alcmeón hizo un descubrimiento científico más, que sólo fue
aceptado en parte por sus colegas: observó que, de todos los órganos
sensoriales, salían cordones nerviosos que desembocaban en determinados lugares
del cerebro. De esta forma, descubrió que era el cerebro el órgano central de
las sensaciones. Opinó que la sensación y el pensamiento se producían en el
cerebro, utilizando métodos científicos tomados de la fisiología para dar
respuesta a cuestiones filosóficas. Un médico convertido en filósofo empírico.
Basándose en este descubrimiento, intentó proyectar una filosofía general de
los sentidos, que es el más antiguo intento de esta especie de que tenemos
noticia. Todas las percepciones, según Alcmeón, surgen por influjo de los estímulos.
Otro aporte de Alcmeón a la
psicología fue establecer la distinción
fundamental entre el hombre y el animal. Sólo el hombre “piensa”,
mientras que los restantes seres vivos poseen únicamente percepción sensorial (aistesis) sin facultades intelectivas (xiniesis) Aquí encontramos, por primera
vez, la distinción entre “percibir” y “pensar” (Cepedal,
1999).
D.
6 - PARMÉNIDES (474 a.C.)
y HERÁCLITO (500 a.C.) - Ser contrapuesto
al Devenir
Una polaridad intelectual importante
del pensamiento occidental fue, y lo sigue siendo, la tensión entre las
filosofías del ser y del devenir. Los defensores del ser
mantiene la posición filosófica de que, más allá del flujo del mundo cambiante,
hay verdades eternas y valores que existen con independencia de la humanidad;
verdades que debemos buscar y utilizar como guías de nuestra vida. Estas
verdades existen en el reino del ser puro; llevan una existencia
inmutable e inaccesible a los cambios del mundo físico.
La filosofía del ser
de Parménides de Elea (475 a.C.)
dominó el pensamiento por varios siglos, gracias al apoyo posterior de las
ideas de Platón. Parménides distinguía tajantemente entre la Vía del Parecer
(apariencias) y la Vía
de la Verdad
(realidad). Para él, el cambio es una ilusión basada en la imperfección de
nuestros sentidos; en la realidad no hay cambios. Esta realidad inmutable había
de ser aprehendida por la razón y la lógica. Fue el primero filósofo a
presentar sus razonamientos como deducciones
lógicas a partir de premisas plausibles. Es considerado el fundador del racionalismo
(Leahey, 1986).
La importancia filosófica de
Parménides es considerable: el descubrimiento del ser como objeto fundamental
del pensamiento marca un hito en la historia, inaugura una nueva manera de
filosofar. Según Ferrater Mora (2000), la filosofía de Parménides representa “una
de las pocas posiciones metafísicas radicales que se han dado en la historia
del pensamiento filosófico de Occidente”. Por otra parte, la obra de
Parménides divide la filosofía de la naturaleza presocrática en dos períodos
bien definidos: el de los sistemas monistas anteriores a él, y el de los
sistemas pluralistas posteriores a él (Freeman, 1971)
Por su lado, los defensores del devenir afirman que no existen
verdades inmutables. Al contrario, lo único constante en el universo es el cambio;
las cosas no son siempre, sino que están constantemente deviniendo
en otra cosa. Para estos pensadores, incluso los valores morales pueden cambiar
en la medida en que cambia el mundo.
El principal portavoz de
la filosofía del devenir fue Heráclito de Efeso (500 a.C.) que desarrolló su
filosofía a través de aforismos metafóricos que le hicieron ganar el
sobrenombre de “el oscuro”. Su aforismo más famoso es “nadie se baña dos
veces en el mismo río”. Esta frase resume con acierto su filosofía, para la
cual nada en el universo es dos veces lo mismo. No obstante, Heráclito también
defendió que el cambio se producía en función de una serie de leyes que
estarían reguladas por una dinámica universal que mantiene a todos los objetos
en un
equilibrio de fuerzas balanceadas. Por ello, la verdad que le es dado alcanzar
a la filosofía, es una verdad acerca del cambio, más que un conocimiento sobre
cosas estáticas.
Según se dice, en su vejez Heráclito
se retiró por completo de la vida en sociedad y llevó una vida de ermitaño en
las montañas, alimentándose de hierbas y plantas. Desdeñó siempre del papel de
los médicos y, cuando se enfermó gravemente, no hubo un médico que lo quisiera
atender.
D.7 – EMPEDÓCLES DE AGRIGENTO (450 a.C.) – El segundo protopsicólogo
El segundo protopsicólogo es Empedócles de Agrigento, en Sicilia (450 a.C.), quien puede ser
considerado como el fundador del empirismo (Leahey 1986). Con la Vía de la Opinión Verdadera
propuesta por el médico-filósofo Empedócles. (basándose en las ideas de Alcmeón),
intentó desarrollar una teoría de la percepción que justificara la confianza en
el sentido común. Según él, los objetos emiten fluidos que son propias de cada
modalidad sensorial y creía que estos fluidos penetraban en la circulación
sanguínea, mezclándose en el corazón. La agitación de los fluidos constituía
los latidos del corazón que significaban el curso del pensamiento. Así,
aceptaba la típica creencia griega según la cual la mente residía en el
corazón o en el pecho. Su teoría, aunque absurda hoy en día, supuso un paso
importante hacia el naturalismo, dado que propone una base puramente física
para la actividad mental, que habitualmente solía atribuirse al alma. Sus
concepciones son típicamente empiristas, al postular que conocemos la realidad
gracias a la observación y, más en concreto, gracias a la
internalización de las copias de los objetos. Así, el pensamiento no puede
crear nada nuevo, siendo tan sólo capaz de reordenar los datos de la
experiencia. Las conclusiones de Empedócles ponen de relieve por qué los
empiristas han contribuido, en general, más a la psicología que los
racionalistas (Leahey, 1986). El empirista debe mostrar cómo operan los
sentidos para justificar el hecho de que los usemos en nuestra búsqueda de la
verdad. Ello exige necesariamente elaborar teorías psicológicas sobre el
funcionamiento sensorial. El racionalista, por su parte, niega pura y
simplemente la validez de la información sensorial y, en consecuencia, puede
ignorar los problemas de la psicología empírica por ser filosóficamente
irrelevantes.
En la explicación de la
naturaleza, Empédocles considera dos clases de elementos o principios: uno
material y otro espiritual. Según él, todos los fenómenos de la naturaleza
están formados por cuatro elementos primigenios, el agua, la tierra, el aire y
el fuego, combinados de distintas maneras para formar los diferentes seres del
universo. Todo lo que existe no es sino resultado de mezcla y separación de
esos elementos, que siempre permanecen por mucho que las cosas se muden.
De estos principios, eternos e indestructibles, de sus uniones y
separaciones, nacen y perecen todas las cosas. Los seres se diferencian unos de
otros en su naturaleza y en sus cualidades por las distintas proporciones en
cada uno de los cuatro elementos entra en su composición. Junto a estos
elementos materiales, Empédocles postula dos fuerzas exteriores, de carácter
espiritual. La existencia de varios elementos que deben mezclarse y
separarse exige un principio que regule las normas de combinación entre ellos
para dar lugar a las cosas. Para Empédocles, lo que hace que unas partes se
combinen con otras o se separen de ellas es algo espiritual, que se concreta en
dos fuerzas o poderes: el amor (equivalente al bien, al orden, a la
construcción) y el odio (mal, desorden, destrucción). Los elementos se
unen por amor y se separan por odio (Tejerina, 2000).
El desarrollo del cosmos es circular, en un proceso de eterno retorno. En
el principio de los tiempos dominaba el amor de forma absoluta, haciendo que los
cuatro elementos estuviesen completamente mezclados en una armonía perfecta.
Pero después, la intervención del odio rompió esa armonía, dio origen a los
seres individuales e hizo que éstos se fueran separando y diversificando cada
vez más, hasta el dominio absoluto del mal y el desorden.
La culminación del imperio del odio y el mal es, sin embargo, el
principio de una nueva fase expansiva del amor, que vuelve a juntarlo y
confundirlo todo hasta llegar al único ser perfecto y armónico del principio.
Pero ese triunfo tampoco será duradero: el odio volverá a disgregarlo todo, y
así se van alternando los periodos de dominio del bien y del mal, en un
interminable proceso de eterno retorno (Tejerina, 2000).
I. E - EL SIGLO
V a.C.
Fue
denominado el "siglo de
Péricles" y constituye el momento de mayor desarrollo de la civilización
griega y la época de la hegemonía de Atenas. La Filosofía, que hasta
entonces se había desarrollado en Jonia y en la Magna Grecia, es
decir, en la periferia del mundo griego, se instala en Atenas y nuevos
filósofos plantean una nueva problemática distinta a la que había predominado
hasta ese momento. Los nuevos temas son preponderantemente antropológicos. Más
que indagar la naturaleza de la realidad, interesa ahora el hombre y el conocimiento.
I.F
- LOS CONTEMPORÁNEOS DE SÓCRATES
F.1
- DEMÓCRITO (420 a.C.)
- El atomismo
Los últimos filósofos clásicos que se interesaron primordialmente por la
naturaleza de la realidad física fueron Leucipo de Mileto ( 430 a.C.) y su discípulo más
conocido, Demócrito de Abdera (420
a.C.). Después de ellos, los filósofos se volvieron
hacia cuestiones relativas al conocimiento humano, la moralidad y
la felicidad. Como el nombre implica, los atomistas propusieron
una idea que se mostró inmensamente fructífera en física: todos los objetos
están compuestos por partículas infinitesimalmente pequeños denominados átomos.
Los atomistas llevaron sus hipótesis al límite. Defendieron el
materialismo, el determinismo y el reduccionismo. El lema favorito de Demócrito
era: “sólo los átomos y el vacío existe en la realidad. Nada sabemos con
precisión de la realidad, salvo en la medida en que ésta cambia conforme a las
condiciones corporales y la constitución de aquellas cosas que inciden en el
cuerpo ” (Freeman, 1971).
|
Con su maestro Leucipo, Demócrito aparece ligado la creación del atomismo
mecanicista, que anticipa, en cierto modo, los hallazgos de la física moderna.
El pensamiento de Demócrito parece ser una síntesis de las ideas de Parménides
y de las de Heráclito. En vez de postular un ser único e inmutable, como el
primero, o una multiplicidad de seres en constante movimiento, como el segundo,
Demócrito establece como principios lo lleno y lo vacío, es decir, el ser
y el no-ser.
Teniendo en cuenta la concepción del ser de Parménides, inmutable
y eterno, Demócrito dice, sin embargo, que ese ser consiste en infinitos
átomos, con los que trata de explicar el mundo de la experiencia y el
nacimiento, multiplicidad y perecer de las cosas.
Los átomos no están
organizados en función de cualidades diferentes —la tierra, el aire, el fuego—,
sino que, siendo cualitativamente neutros, se distinguen sólo en la figura, el
orden y la situación.
Por la posición y forma en que ocupan ese vacío, los átomos diversifican y organizan sus movimientos. Así se origina y configura el mundo, que es uno de los infinitos mundos posibles. Sin embargo, esa posibilidad no es fortuita. El movimiento no es posible por el azar, sino que todo está regido por la necesidad, de una manera mecánica, sin que haya dioses o causas exteriores a esos átomos que los dirijan. Los átomos no sólo constituyen el ser de las cosas físicas, sino también de las que parecen inmateriales, como el alma, que está compuesta de átomos de fuego impulsados por un movimiento muy rápido.
Por la posición y forma en que ocupan ese vacío, los átomos diversifican y organizan sus movimientos. Así se origina y configura el mundo, que es uno de los infinitos mundos posibles. Sin embargo, esa posibilidad no es fortuita. El movimiento no es posible por el azar, sino que todo está regido por la necesidad, de una manera mecánica, sin que haya dioses o causas exteriores a esos átomos que los dirijan. Los átomos no sólo constituyen el ser de las cosas físicas, sino también de las que parecen inmateriales, como el alma, que está compuesta de átomos de fuego impulsados por un movimiento muy rápido.
Pero el pensamiento de Demócrito no se queda en una simple teoría sobre
la realidad; es, más bien, una concepción total del mundo, que incluye como
algo esencial la ética. En sus máximas, Demócrito dice que la virtud se
basa en el equilibrio interno entre el tumulto de las pasiones, equilibrio que
se consigue mediante el conocimiento y la prudencia. Así, aprendemos cómo vivir
o, en otras palabras, cómo alcanzar la felicidad, que no radica en la posesión
o goce de bienes externos, sino en la propia alma, «la parte más noble del
hombre».
Demócrito también mantuvo una doctrina ética que desasosegó profundamente
a los filósofos moralistas: un materialismo consecuente, que niega a los dioses
y al alma, y que sólo puede ofrecer una guía de la conducta para la vida,
basada en la persecución del placer y la evitación del dolor. Esta doctrina se
denomina hedonismo. Vemos como Demócrito afirma que “lo mejor para el
hombre es que pase su vida de forma que alcance tanto placer y tan pocas
molestias como pueda” (Copleston, 1962)
Cabe extrapolar los principios del
atomismo a la psicología, donde se ha revelado como el más duradero de los
presupuestos psicológicos. El atomismo psicológico afirma que las ideas
complejas, como “catedral” o “psicología” pueden ser analizadas como
agrupaciones de ideas más simples, o incluso de sensaciones, que fueron
asociadas conjuntamente. Este presupuesto formó parte integrante de las teorías
empiristas de la mente, y todavía, en alguna forma, subyace en casi todos los
sistemas psicológicos, salvo en la psicología de la Gestalt (Leahey,
1986).
Demócrito proponía la explicación materialista de la percepción y del
pensamiento. Para él, todo objeto emite tipos especiales de átomos, llamados eidolas,
que son copias de los objetos. Cuando llegan a nuestros sentidos,
percibimos el objeto indirectamente a través de su copia. Por ello, nuestros
procesos de pensamiento se limitan a reunir o a separar las imágenes-eidola en
nuestro cerebro. Demócrito se percataba del inevitable defecto de esta teoría:
no tenemos forma de saber si los eidola son copias precisas y rigurosas
de los objetos reales que las emiten. Si no son precisas, nuestro
“conocimiento” de los objetos es erróneo. Este problema constituyó un verdadero
“rompe-cabezas” para los empiristas del siglo XVIII.
Demócrito puso temporalmente fin a la filosofía griega de la “naturaleza”
F.2
– LOS SOFISTAS – La naturaleza del hombre
El cambio de interés desde la filosofía, desde la naturaleza de la
realidad física a la naturaleza del hombre, tuvo su expresión más vigorosa en
los sofistas. Su divisa más conocida fue enunciada por Protágoras
(aproximadamente 490-420 a.C),
el más destacado de los sofistas: “el hombre es la medida de todas las
cosas, tanto de las que son como de las que no son lo que son”, denotando
un cierto relativismo humanista (Sprague,1972). El centro del interés pasó a
ser el hombre y sus necesidades, más que el mundo físico o los dioses.
Los Sofistas (del griego sophi, 'experto', 'maestro artífice',
'hombre de sabiduría'), en su origen, nombre aplicado por los antiguos griegos
a los hombres eruditos, tales como los Siete Sabios de Grecia; en el
siglo V a.C., nombre que se daba a los maestros itinerantes que proporcionaban
instrucción en diversas ramas del conocimiento a cambio de unos honorarios
convenidos con antelación.
Personas que compartían puntos de vista filosóficos mucho más amplios que
los de una escuela, los sofistas
popularizaron las ideas de varios filósofos anteriores; pero, basándose en su
interpretación de ese pensamiento filosófico anterior, casi todos ellos
concluyeron afirmando que la verdad y la moral eran en esencia materias
opinables. Así, en sus propias enseñanzas, tendían a enfatizar formas de
expresión persuasivas, como el arte de la retórica, que facilitaba a los
discípulos, la mayoría jóvenes ambiciosos de Atenas, técnicas útiles para
alcanzar el éxito en la vida, en especial en la vida pública. Su objetivo era,
pues, el proceso de los razonamientos eficaces, no de los razonamientos
verdaderos.
Los sofistas gozaron de popularidad durante un tiempo, sobre todo en
Atenas; sin embargo, su escepticismo de la verdad absoluta y la moral suscitó
críticas. Sócrates, Platón y Aristóteles pusieron en tela de juicio los
fundamentos filosóficos de las enseñanzas de los sofistas y les censuraron por
aceptar dinero. Más tarde, fueron acusados por el Estado de carecer de moral.
Como consecuencia, la palabra sofista adquirió un significado
despectivo, al igual que el moderno término sofisma, que puede ser
definido como astuto y engañoso o como argumentación o
razonamiento falsos.
No obstante, diversas corrientes filosóficas han reivindicado el sofismo
como un espíritu crítico, desde mediados del siglo XX. Autores tan dispares
como el e origen rumano, Emil Michel Cioran, el español Fernando Savater y
diversos teóricos del postmodernismo, han elaborado el gran elogio doctrinal
del sofismo. En último extremo, los sofistas fueron de importancia menor
en el desarrollo histórico del pensamiento filosófico occidental. Fueron, sin
embargo, los primeros en sistematizar la educación, a inaugurar el “humanismo”
y a marcar las diferencias individuales,
afirmando que las sensaciones dependen del estado del observador. También invitaban
a sus seguidores al conocimiento de sí mismos (autognosis). Entre los principales sofistas del siglo IV a.C.
destacan Protágoras, Giorgias, Hippias de Elide y Prodicus de Ceos.
I.G
- SÓCRATES ( 470 – 399 a.C.
) - La Filosofía
del Racionalismo
Antecedentes
personales – Nacido en el año 470
a.C., era ateniense, hijo de un escultor y de una partera. De su madre,
decía, había aprendido el oficio del “pensamiento” porque “pensar”, en efecto,
consiste en “dar a la luz” las ideas
y eso implica cierta dosis de sufrimiento (Barylko, 1997). Su vida fue
filosofar y enseñar; su preocupación era la conducta degradada de sus
conciudadanos. Por eso, enfocó su actividad intelectual en el ser humano y en
su capacidad de conoce la verdad. Los
sofistas y Sócrates fueron contemporáneos (muchos creyeron que Sócrates era un
sofista más) y, a la vez, antagonistas. Sócrates concentró su atención en la ética
y creía que los sofistas minarían toda la moralidad con sus enseñanzas
relativistas. Fue una figura social considerada problemática para sus
contemporáneos en el pensamiento occidental.; sus preguntas deliberadamente
provocativas, acerca de la virtud, de la belleza y de la justicia lo llevaron a
ser considerado como una persona “peligrosa” para la formación moral de los
jóvenes atenienses y fue ejecutado. Estaba enamorado de la vida en la ciudad:
...nada me enseñan los árboles y las flores, sino los hombres en la ciudad.
Sólo abandonó la ciudad de Atenas para defenderla en la guerra.
Se dedicaba a dialogar con sus conciudadanos; se consideraba a sí mismo
un tábano que aguijonea a los demás para que se interroguen así mismos
sobre lo que hacen y lo que creen. No escribió nada porque prefería la palabra
viva: Pues la escritura, que en esto se parece a la pintura, tiene de grave
que sus obras están presentes a ti como si fueran personas; pero si las
interrogas, callan majestuosamente. Así sucede con los discursos escritos (Sprague,
1972). Sócrates vivió su vida en constante búsqueda de la verdad, como
actitud opositora a las enseñanzas de los sofistas, las cuales él consideraba
sin fundamento filosófico.
El hecho de que no escribiera nada hace especialmente difícil establecer
exactamente la figura y el pensamiento de Sócrates, que sólo conocemos a través
de otras fuentes. Las que más nos interesan son las siguientes:
-Platón, que fue discípulo de Sócrates durante años. Buena parte de los
diálogos platónicos tienen a Sócrates como protagonista, y se considera que
reflejan fielmente al maestro.
-Aristóteles, que no conoció a Sócrates, pero que supo valorar la
aportación de Sócrates a la filosofía.
Sócrates sufrió un proceso judicial por corruptor de la juventud y
por impiedad (seguramente, meras excusas para la iniquidad de sus
enemigos) en el que fue condenado a muerte. Tomó la cicuta, rehusando la huida
que le habían preparado sus amigos. Este episodio fue narrado magistralmente
por Platón, dolido para siempre con la democracia ateniense por la muerte de su
maestro. Cada época se ha hecho una imagen de Sócrates. La tradición cristiana
lo consideró un cristiano antes de Cristo.
En el Renacimiento Erasmo de Rotterdam proclama: Sancte Socrates,
ora pro nobis. La visión más negativa es la de Nietzsche, para quien
Sócrates representa el resentimiento, la obsesión de la lucidez y de la
preocupación moral contra la despreocupación y la espontaneidad (Sprague, 1972
)
G.1 – EL MÉTODO FILOSÓFICO SOCRÁTICO:
Ironía,
mayéutica y descubrimiento
El método de Sócrates (methodos, en griego, significa camino),
según se pone de manifiesto en los primeros diálogos platónicos, se basaba en
el diálogo. El diálogo se opone a la elocuencia y a la retórica de los
sofistas, que se encerraban en sus discursos, y sitúa a los interlocutores en
un mismo plano, lo cual puede interpretarse en el sentido de que la
filosofía (la búsqueda de la verdad) no
es un producto del pensador solitario, sino el resultado de una tarea
colectiva. Lo que
parece diferenciar a Sócrates de los sofistas es el intento de superar el
relativismo y de alcanzar una verdad absoluta que sirva de fundamento a la
ética personal y a la organización política de la sociedad. A estos objetivos
está orientada su enseñanza, que pretende orientar a las personas en la busca
del bien y de la justicia, convencido como estaba que la virtud puede
enseñarse. Pensar no era adoptar las ideas ajenas, sino hacerlas emerger desde
nuestro interior. Sócrates confiaba en su método y en un hombre capaz de
“pensar” (Barylko, 1997)
El método de la conversación de Sócrates tenía tres momentos: la ironía,
la mayéutica propiamente dicha (mayéutica significa el arte de
la comadrona, de ayudar a dar a luz) y el descubrimiento. Con la ironía se opone a la opinión
infundada y a la arrogancia de la conciencia dogmática que cree poseer la
verdad. Consistía en hacer preguntas que, bajo la apariencia de tener en alta
estima el saber exhibido por el interlocutor, mostraban, en realidad, la inconsistencia
del mismo y ponían al interlocutor en la tesitura de tener que reconocer su
ignorancia. Con la ironía, Sócrates intentaba minar el obstáculo para la
verdad que representa la seguridad con que el hombre común se apoya en las
ideas triviales. A esta operación se creía con derecho Sócrates, ya que él
mismo partía reconociendo su ignorancia. Es famoso “Sólo sé que no sé nada”. Según se cuenta en la Apología de
Platón, cuando, preguntado el oráculo sobre quién era el más sabio de los
griegos, respondió que “Sócrates”, y él lo interpretó en este sentido: que él
no era arrogante, que él era el único que reconocía su ignorancia.
La ironía es lo contrario de lo que hacían los sofistas: éstos
cobraban un dinero a cambio del saber que ofrecían; Sócrates no cobraba nada y
empezaba por quitar el saber que su interlocutor creía tener. Sócrates
comparaba la sofística con el arte culinario, que busca satisfacer el paladar,
pero no se preocupa de las digestiones; mientras que su propio método, en
cambio, es como la medicina, que no se cuida de si causa dolores al paciente,
con tal de restablecer su salud. (Leahey, 2004)
El segundo momento del método es la mayéutica, es decir, el arte
de ayudar a dar a luz la verdad. Consiste en conducir la conversación de modo
que pueda aflorar la verdad del interior de cada uno, donde estaba latente. El
hecho de que la verdad procede de nuestro interior significa que no llegamos a
poseer de verdad sino aquellas verdades que producimos en nosotros mismos. Esta verdad que se encuentra en el interior
de cada hombre no es relativa a cada uno (Sócrates se opone al relativismo
sofístico), sino que es común, es verdad en sí.
En la mayéutica se trata precisamente de pasar del para mí
inicial al en sí. Se trata de buscar la definición (la esencia) de lo
que se está considerando. Sócrates preguntaba incansablemente “¿qué es?...la
justicia, la felicidad, el bien, etc.”, para alcanzar, por encima de la
pluralidad de casos en que se predica el concepto, con sus interminables
diferencias, a la unidad de la definición (este procedimiento del diálogo
socrático consiste en buscar la definición por medio del razonamiento inductivo).
El razonamiento inductivo y la definición son, según Aristóteles,
las aportaciones de Sócrates a la filosofía. Finalmente, el interlocutor
descubría la verdad.
G.2 – EL
INTELECTUALISMO MORAL SOCRÁTICO
El propósito central de la actividad de Sócrates es moral (sus preguntas
se referían siempre a los valores morales): la perfección del individuo. Esta perfección consiste para Sócrates en la
autarquía o autodominio. Aquí se constituye el ideal clásico del sabio moral:
el héroe no es aquel que vence sobre los demás, sino el que vence sobre uno
mismo. El sabio es el que -ordenándose conforme a su inteligencia- se domina a sí mismo; lo cual significa que hay algo en
uno mismo -las pasiones- que debe ser dominado o sometido, y cuyo desgobierno
acarrea la infelicidad, la imperfección o el mal moral. Para este propósito
moral se precisa de un conocimiento distinto de las especulaciones sobre el
origen de la realidad natural (fracasadas, por otra parte en los físicos). La
mirada no ha de dirigirse hacia fuera y a los comienzos, sino hacia dentro
(hacia sí mismo) y hacia los fines (de las acciones, de la vida humana).
La filosofía tiene que ser autognosis (conocimiento de sí mismo –
término de los Sofistas). Sin el conocimiento moral no hay autodominio. La virtud no se basa en las costumbres, en
las convenciones o en los hábitos aprobados por la sociedad, y tampoco en lo
que podríamos llamar la buena disposición natural, el buen corazón. Se
basa en el conocimiento, en la aprehensión intelectual de los valores. Sócrates
trata de someter la vida humana y sus valores a la razón, al igual que los
filósofos del período cosmológico habían intentado someter al dominio de la
razón el cosmos. Se trata de racionalizar la conducta humana, ajustándola a
normas fijas y universales.
Ahora bien, y en esto consiste el intelectualismo socrático, además de
ser condición necesaria para la virtud, el conocimiento moral o autognosis
es también condición suficiente. Para ser virtuoso hay que conocer la virtud,
pero además quién conoce la virtud no puede por menos de ser virtuoso. Si sabe
claramente qué es lo bueno, ¿cómo iba a hacer el mal? Si sabe claramente la
relación que hay entre la virtud y la felicidad, ¿cómo iba a no ser virtuoso?
¿Quién que supiera lo que el mal significa lo iba a hacer? Sería, para
Sócrates, como errar el blanco
queriendo. Imposible conocer el bien y no hacerlo: la mala conducta moral es en
todos los casos error de conocimiento. El mal es inconsciente o involuntario. Sócrates exhorta a sus
discípulos a la virtud porque ésta es el bien supremo para el ser humano, sin
la cual no podemos ser felices. En definitiva, para Sócrates, no existe
felicidad sin virtud; la virtud es la condición necesaria y suficiente para la
felicidad (Barylko, 1997).
En el año 399 a.C. pasó por un proceso
judicial, acusado de corruptor de la juventud y considerado hombre peligroso
para la sociedad. Rehusando la huida que le habían preparado sus amigos,
pensando que la misma desacreditaría a la justicia ateniense, aceptó esperar en la cárcel por su
ejecución. Este episodio fue narrado
magistralmente por Platón, dolido por la muerte de su Maestro y indignado con
la democracia ateniense.
___________________________________
I.H - LAS GRANDES FILOSOFÍAS CLÁSICAS
H.1 - PLATÓN ( 428 – 348 a.C. ) La Búsqueda del Conocimiento Perfecto
Antecedentes
personales - Arístócles de Atenas, apodado Platón (Plátwn = el de
anchas espaldas), nace, probablemente, el año 428-427 (a.C.) en Atenas, o
quizás en Aegina. Pertenecía a una familia noble; su padre, Aristón, se
proclamaba descendiente del rey Codro, el último rey de Atenas. Su madre,
Períctiona, descendía de la familia de Solón, el antiguo legislador griego.
Era, además, hermana de Cármides y prima de Critias, dos de los treinta tiranos
que protagonizaron un golpe de estado oligárquico el año 404. Platón tuvo dos
hermanos, Glaucón y Adimanto, y una hermana, Potone. Después de la muerte de su
padre, su madre se casó con su tío Pirilampo, amigo y partidario prominente de
Pericles, con quien tuvo otro hijo, Antifón, un nuevo medio-hermano para
Platón. Murió en la misma ciudad el año 348 a.C.
Dos elementos influyeron en su vida y en su filosofía de forma decisiva:
su vocación política y sus relaciones con Sócrates. Platón tenía veinte años
cuando conoció a Sócrates, quien influyó en su decisión de dejar los intentos
literarios que había hecho hasta entonces y dedicarse a la filosofía.
Profundamente impresionado por la condena y muerte de Sócrates, Platón se alejó
de su ciudad y realizó largos viajes, que le llevaron hasta Egipto y, tal vez,
hasta otros países de Oriente. En Sicilia pasó luego una larga temporada, y
allí recibió la influencia de los pitagóricos, como quedará reflejado en su
pensamiento posterior.
Sus ideas políticas (su concepción del gobernante-filósofo) le movieron a
intentar educar en la filosofía al tirano Dionisio de Siracusa, empeño en el
que fracasó estrepitosamente. Esas mismas ideas le llevaron a fundar la Academia en el año
387 a.C.,
centro dedicado a formar pedagogos, personas que pudieran dedicarse a la enseñanza
ya a la política, donde enseñaba a sus discípulos sin cobrarles nada. A esta
actividad se dedicó prácticamente el resto de su vida, hasta que murió a la edad de 80 años.
Platón escribió muchas obras, generalmente diálogos, en los que suele
parecer su maestro Sócrates. Las más importantes son:
-
Gorgias, sobre la virtud y la cuestión de
si se puede enseñar.
-
Banquete; trata del eros como
fuerza que nos impulsa hacia la belleza y la bondad.
-
Fedón, sobre la inmortalidad.
-
Fedro, sobre la teoría de las ideas y la
división del alma en tres partes.
-
Timeo, donde se expone la filosofía
platónica de la naturaleza.
-
Leyes, su última obra, que dejó
inacabada, sobre los fundamentos del Estado y la educación de los ciudadanos.
Platón no puso en tela de juicio la
existencia del conocimiento, sino que intentó mostrar cómo éste puede ser
alcanzado. Si no podemos conocer la realidad, ¿qué podemos conocer? No puede
haber conocimiento de la nada, de lo que no existe, ya que no sería conocimiento.
Para Platón, el conocimiento es eterno e inmutable, por lo que los objetos del
conocimiento deben ser también eternos e inmutables. Platón llamó a tales
objetos del conocimiento Formas o Ideas. Hay una Forma inmutable
y eterna para cada clase de objeto a los que damos un nombre general como
“mesa”, “justo”, “perro”, etc. Creía que los objetos percibidos eran formas
imperfectas de estas Formas, imperfectas porque se hallan en permanente
cambio y son relativas al que las percibe .Visiblemente influenciado por
Pitágoras, el mundo de las Formas de Platón, por ser abstracto, se
asemeja mucho a la geometría. Es el mundo del conocimiento, el mundo inteligible,
el mundo del ser.
El otro mundo, el mundo de la
realidad perceptible, Platón lo denominó el mundo de las apariencias
percibidas, el de los objetos imperfectos, cambiantes, de la imaginación y de
la creencia. La imaginación es el nivel inferior de la cognición, puesto que se
ocupa de simples imágenes de objetos concretos, análogas a los reflejos que
fluctúan en el agua. Es el mundo del devenir. Esta aprehensión de las
imágenes es la forma más imperfecta del conocimiento.
Para alcanzar el conocimiento,
debemos remontarnos al mundo de las Formas propiamente dichas, sin
contentarnos con sus réplicas o las imágenes imperfectas de sus formas. Debemos
ascender de los meros presupuestos a los principios fundamentales, del mundo de
las Apariencias sensibles al mundo de las Formas inteligibles.
¿Cómo se realiza este tránsito? ¿Cómo alcanzar el conocimiento de las Formas
? Sobre esta cuestión, el punto de vista de Platón evolucionó al correr de
los años. Siempre creyó que debíamos, hasta cierto punto, apartarnos de la
percepción sensorial y adelantarnos en la dialéctica filosófica, donde surgiría
el verdadero conocimiento.
En los primeros diálogos, Platón
creía que la experiencia de los objetos concretos estimulaba la
rememoración del conocimiento innato de
las Formas, adquirido en las sucesivas reencarnaciones. Los objetos
percibidos se asemejan a las Formas, si bien de manera imperfecta, y
por ello constituyen un estímulo real para despertar nuestro conocimiento de
éstas. En sus diálogos intermedios, Platón negó cualquier papel válido a la
percepción sensorial y descartó el papel del aprendizaje sobre la dialéctica
abstracta y la filosofía.
Naturaleza
del alma – Platón dividía el alma (o la mente) en tres partes. En primer
lugar estaba el alma inmortal y racional, localizada en la
cabeza. En segundo lugar, el alma impulsiva o animosa, localizada
en el tórax. Representa a las antiguas virtudes homéricas e encuentra su
motivación en conquistar el honor y la gloria; era el alma del guerrero; tiende
a aspiraciones nobles y también es susceptible de sentir vergüenza o culpa. La
tercera, el alma pasional o apetitiva, estaba situada en el vientre e
interesada en el placer corporal. Fue considerada por Platón como
particularmente revoltosa y necesitada de control por la razón. Siglos más
tarde, encontramos una idea análoga en S. Freud, quien destacó la primacía de
la razón sobre los impulsos instintivos (control
racional de los impulsos).
Estas dos últimas eran mortales,
perecederas, y se encontraban atadas al cuerpo, y solamente capaces de “dar
opinión”. Por otro lado, el alma racional, inmortal, era la encargada de
controlar los deseos de las otras dos, de la misma forma que un auriga controla los caballos de su
carro.
Platón se manifestó como un partidario
del dualismo mente-cuerpo, al afirmar que una persona se define por su mente
racional, siendo su cuerpo una tumba perturbadora, en la que el alma racional
se encuentra aprisionada. Así, específicamente en sus obras primerizas e
intermedias, Platón muestra escaso interés en definir el “placer” o
“motivación”. Buscar el placer y evitar el dolor, son cosas del cuerpo que
solamente sirven para poner a prueba la capacidad del alma racional y
obstaculizar su contemplación del bien. Todas las formas de sensación, incluido
el placer, las considera como inevitables. Su concepción de motivación
llega a ser freudiana: “poseemos en nuestro interior una corriente de deseos
pasionales (teoría de la libido de Freud) que pueden ser encausados hacia
cualesquier de las tres partes del alma: hacia el logro del placer físico, el
honor o el conocimiento filosófico y la virtud. Nuestro impulsos pueden motivar
la búsqueda del placer transitorio o el ascenso filosófico al mundo de las
Formas “(Leahey, 1986). Cuando el alma racional impide la realización de
los deseos (o necesidades) del alma
pasional o apetitiva, la persona
sueña con los deseos insatisfechos y a esta situación Platón la denomina Orfismo (designación precursora de la
interpretación de los sueños de Freud).
Fisiología y
Percepción – La fisiología de Platón resulta curiosa en nuestros tiempos
porque afirmaba, por ejemplo, que la función del hígado consistía en desplegar
las imágenes enviadas por el alma racional al alma pasional;
estas imágenes eran, más tarde, borradas por el páncreas y eliminadas por el orín.
Dado que Platón desconfiaba de la percepción sensorial, apenas habló de la
ciencia empírica de la fisiología y con frecuencia se limita a consignar los
puntos de vista tradicionales entre los griegos.
La Metáfora
Platónica de la Línea
MUNDO
INTELIGIBLE
|
OBJETOS
|
ESTADOS
MENTALES
|
El
bien
|
Inteligencia
o
Conocimiento
|
|
Formas
|
||
Objetos
Matemáticos
|
Pensamiento
|
|
MUNDO
DE LAS APARIENCIAS
|
Cosas
visibles
|
Creencia
|
Imágenes
|
Imaginación
|
|
Aprendizaje –
Platón creía que los padres no estaban preparados para “enseñar” y, por eso,
formaba pedagogos en su Academia. Fue el primer gran innatista, ya que, según
él, todo conocimiento humano es innato, es decir, existe desde el nacimiento,
atendiendo a que el alma era reencarnada. En sus momentos más radicales, Platón
creía que este conocimiento sólo puede ser reavivado a través de la dialéctica
y la contemplación, no atribuyendo papel a la percepción sensorial. En otras
ocasiones, propone una explicación del aprendizaje: los objetos percibidos de
“parecen” a las Formas de las que participan y esta semejanza puede
estimular a nuestra alma racional para que “recuerde” cómo son las Formas.
Dicho en términos actuales, el “input” perceptual excita y desarrolla mecanismos
cognitivos innatos. Al mismo tiempo, Platón sienta las bases de la doctrina
asociacionista, que más tarde se convertiría en parte fundamental de la
filosofía empirista.
Desarrollo y
educación – Platón creía en la reencarnación. Al morir, el alma racional se
separaba del cuerpo y alcanzaba el mundo de las Formas. Según el grado
de virtud conseguido en la vida anterior, el alma racional volvía a
reencarnarse en algún lugar de la escala filogenética. Cuando el alma racional
era arrollada a un nuevo cuerpo lleno de sensaciones y de deseos animales, caía
en un estado de completa confusión y debía adaptarse. Esto era la explicación
dada a la conducta agitada de los niños que, obviamente, no tenían conocimiento
de las Formas. La función de la educación era ayudar al alma racional a
adaptarse a este nuevo cuerpo.
Así, la educación presenta, para
Platón, tres fases: en una primera fase, los infantes deben ser apaciguados
para aprender a dominar su caos interno y las actividades relacionadas con la
gimnasia y la música ayudan. En una segunda etapa, el infante, que ya aprendió
a dominar su mundo interno, debe ahora aprender a dominar el mundo externo. La
gimnasia, la retórica y la geometría eran instrumentos valiosos para alcanzar
este objetivo. Finalmente, en una tercera etapa, y para quienes se mostraban
con aptitudes intelectuales, la educación superior en filosofía conducía a los
hombres al conocimiento de las Formas. La educación en esta tercera fase
era especialmente rigurosa y exigente, y fue pensada para preparar y formar a
los futuros dirigentes de la sociedad (Leahey, 1986).
Cabe agregar que, para Platón, el
hombre feliz era el hombre educado, porque sabía dominarse a sí mismo y al
mundo exterior; el hombre mal-educado era una persona infeliz (Barylko,
1997). Los padres estaban preparados para procrear, pero no para educar a sus
hijos; para esta tarea estaban los Pedagogos que, a cambio de un sueldo, se
encargaban de la educación de los niños. Enseñar era ayudar al otro a
despertar para el saber, movilizarlo hacia el aprendizaje, entendiendo al
“aprendizaje” como una obra en construcción. Aprender es internalizar y poder
elegir. Para Platón (y para muchas teorías de la avanzada psicología de la
educación del siglo XXI), era el alumno que, en definitiva, elegía los
contenidos que deseaba aprender.
H.2 - ARISTÓTELES (384-322 a. C.) – La Filosofía del Empirismo
y del Desarrollo
Antecedentes
personales - Aristóteles vivió y desarrolló su labor en la Antigua Grecia, y
es considerado uno de los fundadores del empirismo. Nació en el 384 a.C. en Estargia, al
norte de Grecia. Descendiente de una larga estirpe de médicos, su padre fue el
médico de Filipo de Macedonia (padre de Alejandro Magno). Desde los 18 años
hasta los 38 estuvo en la
Escuela de Platón, ganándose el sobrenombre de “el cerebro”
con el que le bautizó el propio Platón. Tras la muerte de éste, en el 347 a.C., decidió realizar un
viaje alrededor del Adriático para investigar temas relacionados con la
zoología seguir sus estudios biológicos y filosóficos en Asia Menor. En el 342 a.C. regresó a Macedonia
como tutor de Alejandro Magno en la corte del rey Filipo de Macedonia, quien lo
convocó para que se encargase de la educación de su hijo. Cuando Alejandro
subió al trono, Aristóteles partió de Macedonia porque estaba en desacuerdo con
algunas ideas políticas de su antiguo discípulo y decidió volver a Atenas.
Hacia el 335 a.C.
Aristóteles había regresado a Atenas, donde se ocupó de estudiar y explicar
lógica, epistemología, física, biología, ética política y estética y fundó su
propia academia – El Liceo. Cuando murió Alejandro, se produjo en
Grecia una reacción importante contra la soberanía macedónica y Aristóteles
debió huir, por miedo a que los atenienses lo pudiesen matar. Moriría en la
ciudad de Calcis poco tiempo después (322 a.C.).
Sus
diferencias con Platón – Estas empiezan a partir de sus posturas
filosóficas; Platón nunca llegó a desarrollar un sistema genuino de
pensamiento, sino que en sus impresionantes “diálogos”, exponía una visión
cósmica de la naturaleza. Aristóteles, por el contrario, fue un científico, un
observador empirista de la naturaleza, que nunca asumió el racionalismo
platónico (Leahey,1998).
Independientemente de que escribiera
sobre ética y política, del alma o de la metafísica, siempre adoptó un punto de
vista práctico, alejándose de explicaciones abstractas. Estuvo siempre
interesado en lo “real”, en lo “natural”. A diferencia de Platón,
para él que lo “real” y, por lo tanto, lo natural tenía su existencia en
el mundo de las Formas (abstractas),
Aristóteles, el biólogo, recurrió al mundo para definir “lo real”. A
diferencia de los sofistas, no trazó ninguna línea divisoria
mente-cuerpo y postuló que el ser humano debía construir su vida a partir de
aquello que fuera lo mejor para la naturaleza humana. La visión aristotélica de
la relación entre el cuerpo y el alma es diferente a la concepción platónica.
Al negar la separabilidad de las Formas, Aristóteles estaba rechazando,
simultáneamente, la separabilidad del cuerpo y del alma, poniéndose así al
dualismo que había caracterizado a Platón y a los pitagóricos. Para
Aristóteles, un organismo es una unidad; sin alma, el cuerpo está muerto y, sin
cuerpo, el alma no existe. El alma es un conjunto de capacidades de un cuerpo
viviente. De la misma forma que la visión es la capacidad del ojo, el alma es
la capacidad del cuerpo (Sorabji, 1983). Sin embargo, y a pesar de las
diferencias señaladas, no hay que olvidarse que, de la misma forma que Platón
heredó postulados de su maestro Sócrates, también Aristóteles los heredó de su
maestro Platón.
Filosofía de
la ciencia – Aristóteles elaboró un sistema filosófico comprensivo, lógico
y coherente, en el que podemos encontrar la primera
psicología. Como un científico, además de un filósofo, consideró
cuidadosamente los objetivos y los procedimientos de la ciencia, definiendo, en
gran medida, la ciencia hasta que el advenimiento de la Revolución Científica
en el siglo XVII derrocó las propuestas aristotélicas y las sustituyó por la
ciencia que hoy conocemos, muy diferente a la propuesta de Aristóteles.
Así, creó la disciplina al analizar ciertos problemas que surgen en
conexión con la explicación científica. En esa época se creía que existían dos
mundos: el mundo de las ideas (un mundo perfecto, irreal) y el
mundo de la materia (el real, el imperfecto). Pero Aristóteles creyó que
solamente existía un mundo, el real, consideraba la naturaleza como
algo sagrado, en donde todas las cosas podían estar de dos formas posibles: en acto,
cuando se tiene todas las propiedades en ese mismo momento y en potencia,
cuando todavía no han desarrollado las propiedades, pero las tendrán en un
futuro. Por ejemplo, un niño es un adulto en potencia, pero un niño en acto;
una semilla puede ser una planta en potencia, pero es una semilla en acto.
Aportes a la Psicología - Para
Aristóteles, la psicología es el estudio del alma es decir, aquello que diferencia el mundo animado del
inanimado (Leahey, 1998). Según él, el alma se define como la forma de un cuerpo
natural que posee la vida en potencia (De Anima, II,i,412).Todos los seres
vivientes poseen una alma que constituye su forma y, por eso, es el alma que
define la naturaleza, lo que les hace seres vivientes. Existen tres
niveles de alma que serían específicos para cada uno de los diferentes niveles
de actualización de los seres vivos en la scala naturae (escala
natural). En el nivel más bajo, estaría el alma vegetativa (de las plantas), que cumpliría
tres funciones: nutrición, reproducción y desarrollo. El alma sensitiva (de
los animales), más compleja que la primera, que incluiría las funciones de la
primera y añadiría otras funciones que permitirían a los animales un grado
mayor de actualización en relación a las plantas. Los animales, a diferencia de
las plantas, son conscientes de la realidad que los rodea, tienen sensaciones
y, consecuentemente, pueden establecer la diferencia entre el placer y el
dolor. También los animales tienen memoria, sentido común e imaginación.
Además, tienen la facultad del movimiento. Por último, y en el nivel más
elevado, el alma racional
(del hombre) que incluye las funciones de las dos almas anteriores, además de la
mente o nous, el poder de pensar y de adquirir el conocimiento
La mente o psique es el acto primero de todas las cosas, es lo que hace
posible que sintamos y percibamos y es exclusiva del hombre. El alma es acto y
actualización, la fuerza directriz de cualquier organismo viviente y la
satisfacción del potencial de posesión de vida que tiene el cuerpo
(Leahey, 1998).
Estructura y
funciones del alma racional humana - La psicología humana se basa en los
cinco sentidos y los procesos de conocimiento
se producen a través de los sentidos; sin ellos, no habría conocimiento,
recuperando, de esta forma, la realidad del mundo natural. Sostenía que la
mente, en el momento del nacimiento, es como una tabla rasa, carece de ideas innatas y
todo depende del aprendizaje. Aprender depende directamente de la
memoria, que trabaja en base a la semejanza (relacionando cosas parecidas), el
contraste (observando diferencias) y la contigüidad (recordamos cosas que están
juntas en espacio y tiempo).
Fue el primero a hablar en “psicología” - La Psicología de
las Facultades. Toda la motivación es iniciada por el deseo. La
razón distingue los deseos buenos de los malos. A los deseos se
les llama apetitos (Leahey, 1986). Intelecto Activo es
el razonamiento puro, como función
mental, y no una función corporal. Todo el hombre, por
medio de su intelecto activo, tiene saber y gana experiencia de las cosas.
Según Aristóteles, acceder al conocimiento consiste en un proceso psicológico
que comienza con la percepción de los objetos particulares y culmina con el
conocimiento general de los universales. Podemos representar el análisis
aristotélico a través de un diagrama en el que se muestran las facultades del
alma y las relaciones que se establecen entre ellas.
Los cinco sentidos primarios envían la información
al sentido común, que se encarga de unificar las sensaciones en la percepción
consciente y de transmitir esta información ya procesada hacia el intelecto
paciente, donde quedan impresos los objetos percibidos. Estas percepciones
pueden persistir en el tiempo en forma de imágenes. Cuando aprendemos algo, el
material aprendido llega a la memoria y puede ser posteriormente recuperado por
la conciencia, de aquí que el flujo de información se transmita en ambos
sentidos. Por último, los contenidos del intelecto paciente son activados por el intelecto agente para generar el
conocimiento universal.
Así, la primera etapa de la
percepción es la recepción de los diversos aspectos de la forma del objeto por
medio de los sentidos especializados. Cada uno de estos sentidos, está
dedicado a la recepción de un tipo particular de información de los objetos (por
eso el término especializados); fueron considerados por Aristóteles como
sentidos pasivos, cuya misión es simplemente ajustarse a la forma del
objeto percibido, por lo que son fiables y no producen errores. La información
proporcionada por los sentidos especializados se transmite, de diversas
maneras, a las facultades que se ocupan de esta información. Estas facultades,
en el alma de los animales, se denominan sentidos internos porque no
están conectados con el mundo exterior, sino que se relacionan con las
sensaciones experimentadas. La facultad del sentido común representa,
para Aristóteles, la siguiente etapa de la percepción. Es una facultad muy
importante y constituye la respuesta aristotélica a uno de los mayores
misterios de la percepción: el problema de la integración sensorial o,
tal y como se conoce en la ciencia cognitiva, el problema de la conjunción.
Experimentamos las múltiples facetas de los objetos simples (color, olor,
textura, forma, sonido) en una floreciente y zumbante confusión de impresiones
sensoriales. Integramos la información procedente de los sentidos
especializados por medio de la unión de la información que procede de sus
vías neurales independientes, en una representación mental simple de los
objetos. Aristóteles afirmaba que esta tarea la llevaba a cabo el sentido
común (Bynum,1993) y lo situaba en el corazón, donde las diferentes
sensaciones se integraban entre sí. El sentido común y la imaginación
son los encargados de juzgar lo que significa un determinado objeto.
Por tanto, mientras que las sensaciones específicas son infalibles, los juicios
del sentido común y de la imaginación son interpretaciones
falibles de las sensaciones específicas (podríamos estar pensando,
erróneamente, que lo que vemos es algo diferente a lo que, realmente, es).
Ahora sabemos que Aristóteles estaba en el camino cierto al marcar la
diferencia entre la sensación que
provoca un objeto y el juicio que
realizamos sobre ese mismo objeto, aun que se haya equivocado en la situación
biológica del sentido común.









Gusto

Memoria
La estructura del alma humana (sensitiva y racional) según Aristóteles
(Leahey, 1998 p. 74)
Las imágenes coherentes
de los objetos, ya ensambladas por el sentido común, son trasmitidas en dos
direcciones: hacia la imaginación y la memoria, tanto en los
animales como en los seres humanos. Una de las funciones que Aristóteles asignó
a la imaginación (quizás la más importante), fue la capacidad de
reproducir la forma de un objeto cuando no está presente y, para eso, cuenta
con la ayuda de la memoria, que Aristóteles consideró como un depósito
de imágenes creadas por el sentido común y por la imaginación
(Bynum, 1993). Aristóteles distingue la memoria simple – el
reconocimiento de una imagen como una representación de un momento pasado – de
la rememoración que implica una búsqueda entre las imágenes de la memoria.
Esta rememoración es posible gracias a que os contenidos de la memoria se
encuentran organizados bajo leyes de asociación – la semejanza, el contraste,
la causalidad y la contigüidad. La memoria es, así, el registro de los
acontecimientos vivenciados por el animal y que se pueden recuperar a través de
la imaginación. La memoria, en la concepción aristotélica,
corresponde a lo que los psicólogos cognitivos posmodernos denominan memoria
episódica o personal, que consiste en la capacidad para recordar hechos
o acontecimientos específicos de la vida.
Según Aristóteles, el pensamiento sin imágenes era imposible
(Leahey,1986), por lo que cabría esperar un análisis pormenorizado de la imaginación
en sus obras. Sin embargo, sus observaciones sobre la imaginación
describen a ésta meramente como una persistencia de un precepto después de que
el objeto, que originariamente la causó, desapareció del campo perceptual.
Intelecto – Aristóteles
denominó intelecto al componente racional del alma humana, exclusiva de
este y con la capacidad de adquirir conocimiento sobre los universales
abstractos, que es distinto al conocimiento de las entidades individuales, que
se alcanzan mediante la percepción. En la medida en que vamos experimentando
diferentes miembros de un tipo natural, percibimos sus similitudes, formando la
impresión de un universal que, para Aristóteles, correspondía siempre a
una imagen, a la imagen de la esencia de un determinado tipo natural.
(Sorabji, 1983)
Según Aristóteles, en la mente
humana existe, al igual que en el resto de la naturaleza, una diferencia entre potencia
y acto El intelecto paciente o pasivo es pura potencialidad, no
tiene carácter en sí mismo, ya que toma la forma de los objetos que se
experimentan. El conocimiento de los universales en el intelecto
paciente o pasivo se actualiza, o sea, se manifiesta en base a las
operaciones del intelecto agente que es pensamiento puro, el cual actúa
sobre los contenidos del intelecto paciente o pasivo para alcanzar el
conocimiento racional de los universales. El intelecto agente es
bastante diferente del resto de los componentes del alma racional; al ser acto,
nada actúa sobre él sino que, por el contrario, es el intelecto agente
que actúa sobre los contenidos del intelecto paciente o pasivo. Para Aristóteles,
esto significa que el intelecto agente sería inmutable y, por lo tanto,
inmortal, ya que la muerte sería una forma de cambio. El intelecto agente es separable del
cuerpo y sobrevive a la muerte de éste, a diferencia del resto de los niveles del
alma. No obstante, el intelecto agente no sería un alma personal, ya que
sería idéntica en todos los seres humanos. Sería pensamiento puro y
corresponde a los procesos de pensamiento abstracto, mientras que el intelecto
paciente o pasivo correspondería a sus contenidos (Wedin, 1993)
Motivación – El
movimiento es rasgo característico de los animales. Es una función que
corresponde al alma sensitiva, que puede experimentar el placer y el dolor.
Todas las acciones están motivadas por alguna forma de deseo lo que, para
Aristóteles, implicaba la imaginación. En los animales, que persiguen
tan sólo el placer inmediato, la motivación está guiada por la imagen de
lo que es placentero. Aristóteles lo denominó apetito a este tipo de
motivación . Sin embargo, los seres humanos utilizamos la razón por lo
que somos capaces de concebir lo que es bueno o malo; a este tipo de motivación la denominó deseo;
es específica de los seres humanos y, en ella, nos enfrentamos al problema de
la elección moral. Así, Aristóteles afirmaba que los procesos de motivación
estaban guiados por dos polos: agrado y desagrado. Nuestra mente nos guía hacia el
agrado y rechaza o nos separa del desagrado. El fin último de cualquier
motivación es la felicidad
y ésta se consigue con la búsqueda del autoperfeccionamiento; ser más perfectos
y completos, deseando el bien.
Veamos, como conclusión, que
escribía Aristóteles en Ética a Nicómano: “Es
preciso aspirar a la inmortalidad en cuanto es posible (potencia), de modo tal
que podamos vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en uno mismo (...)
Sería, por tanto, absurdo no escoger la propia vida, sino la de algún otro. Lo
propio de cada cosa, por naturaleza, es lo más excelente y agradable para cada
cosa; y para el hombre, por consiguiente, la vida según la inteligencia. Esta
vida es, por lo demás, aquella que procura mayor felicidad.” Los puntos de
vista de Aristóteles en materia psicológica han ejercido gran influencia y
marcado gran parte de nuestras ideas sobre el comportamiento humano a lo largo
de las épocas. Sus doctrinas tuvieron particular repercusión en las premisas
occidentales (aprendizaje y la motivación).
I.I - EL MUNDO HELENÍSTICO Y ROMANO
La consecuencia más inmediata de la muerte de Alejandro Magno fue el inicio de un período de cambios sociales intensos, periodo que es conocido por el nombre de helenístico, cronológicamente situado entre la muerte de Alejandro Magno hasta la conquista de Egipto por Octavio. En el año 30 a.C.. hasta el advenimiento de la pax romana, la parte oriental del mediterráneo permaneció en una continua confusión, ya que el centro del imperio alejandrino no se mantuvo estable: sus generales terminaron con las ilusiones imperiales al crear reinos personales que gobernaban como si fueran dioses, siendo normales e incesantes las guerras entre ellos.
Después
de Aristóteles, la línea del pensamiento filosófico tomó varias direcciones.
Los Imperios, primero el de Alejandro y luego el Romano, vinieron a sustituir a
las viejas ciudades-estado. La civilización se difundió alrededor del Mar
Mediterráneo. Esta cultura no produjo filósofos ni científicos. Los imperios
tienden a ser pragmáticos y, entre los romanos, encontramos grandes ingenieros
y políticos más que a pensadores.
Tras perder su amada polis y
descubrir que los gobiernos podían llegar a ser verdaderamente crueles, los
hombres y las mujeres del período helenístico rechazaron la vida pública para disfrutar de los placeres de la vida de
hogar, privada y en familia. Desde una perspectiva social, las más beneficiadas
por la época fueron las mujeres, ya que la idea de matrimonio entendido como un
contracto para procrear, fue sustituido por las ideas de “amor”, “compañerismo”
y de “familia”.
Desde un punto de vista psicológico,
las incertidumbres de este período generaban miedo en la población; en un mundo
inseguro, las personas buscan quien o quienes las contengan, afectiva y
socialmente. Los gobernantes se mostraban incapaces de otorgar seguridad y los
dioses del Olimpo carecían ya de credibilidad; en este contexto social, lo que
de movimientos filosóficos hubo en el periodo helenístico y romano, difirió, en
gran medida, de todo lo anterior. En vez de investigar cuestiones de la ciencia
o epistemología, los filósofos se dedicaban ahora a buscar recetas para la
felicidad humana. Podemos caracterizar al periodo que va de Aristóteles y
Alejandro (muertos ambos en el 322
a.C.) a la
Edad Media, como el periodo de las Filosofías Terapéuticas
de la Felicidad,
escuelas de filosofía helenísticas que se propusieron desarrollar y transmitir
“terapias para el alma” (Nussbaum,1994).
I.
J - LAS FILOSOFÍAS TERAPÉUTICAS DE LA FELICIDAD
Una de las Filosofías
Terapéuticas de la Felicidad
más divulgadas fue el Epicureismo (o Epicurismo para
algunos autores), escuela fundada por Epicuro (341-270 a.C.) que afirmaba: “El
argumento del filósofo según el cual ningún sufrimiento humano puede ser
tratado terapéuticamente, está vacío. Es inútil la filosofía, a menos que actúe
sobre el sufrimiento del alma” (cit. Nussbaum, 1994,p.13). El Epicureismo
es también conocido como “la filosofía del jardín”, ya que una de las
recomendaciones de Epicuro para encontrar la felicidad era la retirada del
mundo social para vivir una vida sosegada, basada en el amor y en la amistad.
Epicuro creía que la felicidad se alcanzaba evitando todas las pasiones
intensas, llevando una vida hogareña, tranquila y sencilla, independiente de los acontecimientos
sociales, dando más importancia a la evitación del dolor que a la búsqueda del
placer. Esta filosofía incluía un aspecto casi místico: los seguidores de
Epicuro le trataban como a un líder, prometiendo aceptar y cumplir con todas
sus enseñanzas y, desde la escuela, se los instaba siempre a los “fieles” para
que se comportaran “ como si Epicuro les estuviera mirando”(cit. Green,
1990, p. 620).
La Filosofía de la Felicidad más
controvertida de todas fue el Cinismo. Los cínicos no sólo se
apartaron del mundo civilizado, sino que también lo atacaron. Opinaban que las
obras de la sociedad rebosaban hipocresía, con su inseparable cortejo de
codicia, envidia y odio. Se burlaban de las convenciones sociales y
despreciaban cualquier opinión generalizada. El más famoso de los cínicos fue
Diógenes ( 400-325 a.C.),
cuyo orgulloso sobrenombre era “El Perro” porque vivía como tal, sin respetar
normas básicas de convivencia y de interacción social. Se proclamó a sí mismo
“ciudadano del mundo”, afirmando que el más importante de la vida era la
libertad de palabra. Cuenta la historia que Alejandro visitó a Diógenes en la
cueva donde vivía. Parándose frente a la entrada de la cueva, Alejandro
preguntó si podía hacer algo por el famoso filósofo. “No me quites la luz !!!”-
fue la respuesta de Diógenes. Esta
anécdota resume, en un rasgo, el cinismo.
La escuela del Escepticismo,
fundada por Pierrón de Elis (360-270
a.C.), tuvo un carácter más filosófico e intelectual que
las escuelas citadas anteriormente. La desarrollaron varios de los directores
de la Academia
que había sido fundada por Platón. A semejanza de Platón, los escépticos
desconfiaban de la percepción sensorial; por eso, consideraban que cualquier
conclusión general tomada a partir de la percepción sensorial podría aparecer
como errónea a la luz de nuevas experiencias. O sea, según los escépticos, si
no aceptamos ninguna creencia y desconfiamos de la percepción sensorial, nunca
experimentaremos la desdicha que conlleva el estar equivocado y, así,
encontraremos la felicidad.
El Estoicismo
fue la más influyente de todas las filosofías terapéuticas. La escuela fue
fundada por Zenón de Citio (333-262
a.C.) y contó entre sus adeptos con el esclavo Epícleto
y el Emperador Marco Aurelio, mostrando su carácter más universalista que
elitista. Llegó a convertirse en la
filosofía preferida por la clase dirigente romana. Los estoicos creían
que el universo era racional y bueno, y todo lo que ocurre en la vida del
hombre está predestinado por este orden universal. La felicidad consistía en
aceptar racionalmente el saber del
universo, soportando el dolor con resignación y en beneficio de un propósito
superior, con el objetivo de purificar el alma que, después de la muerte,
regresaba al universo.
El Neoplatonismo
fue otra de las filosofías de la felicidad, cuyo representante más destacado
fue Plotino ( 204-270 d.C.), un griego que desarrolló hasta sus últimas
consecuencias los aspectos místicos del platonismo, convirtiendo esta
filosofía en una religión. Con fuerte influjo espiritual, los seguidores de
esta filosofía definieron al universo como una jerarquía, en cuyo vértice se
sitúa un dios supremo e incognoscible
denominado El Uno ; éste “emana” un dios cognoscible, denominado inteligencia,
que domina el reino platónico de las Formas. De la inteligencia se
desprende una serie de criaturas divinas, escalonadas, hasta llegar al hombre,
cuyas almas divinas están aprisionadas en cuerpos materiales e impuros. La
preocupación de Plotino era apartar a sus seguidores de las tentaciones
corruptas de la carne, encaminándolos para la variable espiritual de la virtud,
del bien y de la belleza, en el reino de las Formas. El hombre que eligiera
este camino, encontraría da felicidad.
Consideremos que el
Neoplatonismo es posterior al nacimiento de Jesús y, obviamente, aquí está la
explicación de su tendencia a lo espiritual, como influencia de los principios
del cristianismo
I.K - TENSIONES
INTELECTUALES EN LA EDAD
CLÁSICA
En este apartado hemos inventariado,
someramente, algunas de las ideas que el mundo clásico generó y legó a sus
sucesores intelectuales. Hay pocos
conceptos modernos que no puedan remontarse a las raíces griegas. Las ideas de
hombres como Aristóteles, Platón, Sócrates o Tales, entre otras, forman parte
integrante de la urdimbre de la vida intelectual actual.
Existen importantes tensiones intelectuales que surgen
del periodo griego y que se entretejen a lo largo de los siglos posteriores. La
primera tensión se da entre el Racionalismo y el Empirismo. El
racionalismo, desde Parménides en adelante, niega que el verdadero conocimiento
proceda de la percepción y, por ello, se vuelve hacia si mismo, hacia la razón
y las ideas innatas, en busca de la verdad. El Empirismo, a partir de
Empedócles, mira al exterior, creyendo que cabe cimentar una vía de la
apariencia verdadera sobre el material de la experiencia sensorial. Mientras
los racionalistas temen las ilusiones de los sentidos, los empiristas temen los
engaños de la razón.
La segunda tensión se instala entre el ser
y el devenir. El partidario del ser, con frecuencia un
racionalista, cree en las verdades y los valores eternos y transcendentes, que
existen con independencia de nosotros y que debemos buscar. El defensor del devenir, casi siempre
un empirista, niega la existencia de verdades eternas y de seres inmutables,
encontrando en el flujo cambiante de la experiencia la única verdad – que todo
está en permanente cambio.
La tercera tensión tiene cómo protagonistas las
posiciones filosóficas de Platón y Aristóteles; mientras el primero defiende la
teoría de la existencia de ideas innatas, el segundo cree que
la mente, al nacer, es como una tabla rasa, que va adquiriendo conocimientos y experiencias vivenciales en la
medida en que va procesando y memorizando los datos sensoriales otorgados por
los sentidos externos.
Finalmente, el dualismo de Pitágoras, rechazado por
Aristóteles, constituye una tensión más. La mutua interacción y la lucha entre
estas tensiones intelectuales fue una constante fuente de motivación para la
vida intelectual desde la
Edad Clásica.
I.L.
– EL FIN DEL MUNDO ANTIGUO
La caída de Roma se suele datar
en el año 476 de nuestra era. Sin embrago, su cultura, su arte, su filosofía y
su ciencia habían comenzado ya a declinar aproximadamente a partir del año 200,
un declive que se intensificaría en torno al año 300. Durante los siglos II y
III, aún vigente el imperio romano, ya había comenzado una forma de vida
similar a la medieval. Debido, fundamentalmente, al declive de la economía, los
pequeños agricultores quedaron legalmente vinculados a sus tierras, vínculo que
fue evolucionando hasta convertirse en servidumbre. En la medida en que el
control de Roma sobre las provincias se iba debilitando, aparecieron dirigentes
locales autónomos, instaurando el feudalismo.
La crisis en el imperio se hizo más
evidente en la medida en que el ejército se iba transformando, paulatinamente,
en un grupo de vándalos que saqueaban y sembraban el miedo entre la población.
La misma Roma fue saqueada en la época de San Agustín. El imperio fue
finalmente desgarrado por oleadas de invasores bárbaros que terminaban huyendo
ante la llegada de otros pueblos que pretendía instalarse en sus tierras. A
medida en que estos pueblos bárbaros se iban asentando, el imperio perdía su
carácter romano y universal. Los agitados movimientos producidos por estos
asentamientos no finalizaron hasta aproximadamente el año 1000.
Aunque este periodo estuvo marcado
por el declive económico, demográfico e intelectual, una sociedad nueva y
creativa comenzó a emerger a partir de las cenizas del imperio.
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